domingo, 10 de abril de 2022

(Recopilación) Yo Escribo 52 Historias Semana 11 y 12 by Varios Autores

 
Yo Escribo 52 Historias



Semana 11 - Cliente / Arquitectura
Semana 12 - Tristeza / Mantra



Varios Autores



Neus Sintes, Freya Asgard, Salvador Alba, María Elena Rangel, Katty Montenegro, Eelynn Cuellar

Hello, hello!!!


Y una nueva recopilación quincenal ha llegado y corresponde a las semanas 11 y 12, donde hemos perdido algunas colaboraciones, pero seguimos en pie todavía muchos, donde encontrarán grandes historias de diferentes estilos y géneros.











Neus Sintes

Paredes Que Hablan

Los símbolos chinos, en forma de objetos, caracteres, diseños, figuras, papel recortado, animales, dibujos, divinidades, plantas, estampas o pareados, son una forma artística folclórica de mucho arraigo en el país y que data de miles de años. La necesidad por la supervivencia hizo que los hombres primitivos buscaran el apoyo de los buenos símbolos que les ayudaran a alejar los malos espíritus y las condiciones adversas.
Nos adentramos en la ciudad de Pekín, capital de China. Donde reliquias culturales forman parte de ella, además de su arquitectura moderna.
Esteban se encontraba en Pekín de viaje, siempre en busca de nuevas aventuras y admirando nuevas culturas que le proporcionaban un nuevo saber. Viajando había aprendido mucho, tanto de culturas como de su gente. Eso era lo que más le fascinaba. No era supersticioso, aunque los mitos y leyendas siempre le habían atraído, al igual que alguno de los objetos que todavía no sabían de donde provenían exactamente y en museos quedaban expuestos a los clientes, como reliquias encontradas en tiempos remotos.
Un día fue a visitar la llamada «Ciudad Prohibida», situada en Pekín. Se había unido a un grupo de turistas que también hacían el mismo recorrido.
-Bienvenidos a La «Ciudad Prohibida», – anunció el guía, mientras les conducía por unas impresionantes y grandes salas. Según la tradición, solo las divinidades podían construir un palacio con 10.000 salas – prosiguió el guía. Simbolizando el número del infinito. Aunque para ellos el número 9 lo tenían muy presente, ya que era símbolo de longevidad.
-Espero y ansío que les sea de gran interés a medida que pasemos por las diversas y diferentes salas, indagaremos en la Ciudad Prohibida – terminó por afirmar el guía, mientras nos miraba a cada uno de nosotros.
-Nos encontramos delante de la Puerta de Tiananmen – anunció el guía con entusiasmo – Conocida como La Puerta de la Paz Celestial.
Según les narró el historiador La Puerta de Tiannmen era el punto previo al ingreso de la Ciudad Prohibida, símbolo oficial de la República Popular China y en ella aún roído por el tiempo aparecía el escudo nacional.
Esteban se puso los lentes de vista y pudo apreciar los detalles de la imagen y las facciones de un hombre aparecían en ella. Según pudo observar se trataba del Emperador. Un hombre cuyas facciones eran fuertes y varoniles. A simple vista parecía un hombre autoritario, no solo por su rango sino también por su carácter que daba a parecer. A veces una imagen daba mucho más que hablar que el folleto que en sus manos reposaba.
-Bienvenidos a mi Palacio. – Esteban levantó la mirada, con temor. Al oír una voz que provenía del escudo del Emperador. Se tuvo que frotar los ojos al ver como la imagen le hacía la reverencia de saludo.
Sin saber cómo reaccionar, Esteban le devolvió el saludo a modo de respeto…Aunque, aún en su interior un cosquilleo albergaba en su interior. En su mente pensaba que fueran o no imaginaciones suyas, no podía alterar el Templo que visitaba, tratándose de un lugar Sagrado para los que vivieron en esa época. Como aventurero y emprendedor, respetaba las creencias de los lugares que había visitado. Aunque imágenes se representaran ante él, para él le era una novedad a la vez que un temor.
Esteban recorría junto al grupo sin perder de vista cada objeto, textura y suavidad de las paredes, algunas aún se podía percibir rastros del incendio, sobre todo la sala del trono y tres de los salones principales fueron alcanzados por un rayo. Según narraba el historiador, El emperador temía en esos tiempos que el cielo se hubiera vuelto contra él. – Así que las salas no fueron reconstruidas hasta dentro de varios años mas tarde.
– «Estoy asustado hasta el fondo de mi ser, y no sé qué hacer …» – una voz creyó oír Esteban. Dio media vuelta y no encontró a nadie más. El resto de turistas iban delante de él. El se había quedado atrás absorto mirando cada pieza y material y pensando en aquellos tiempos en que fue construida la llamada Ciudad Prohibida.
-Estoy asustado hasta el fondo de mi ser, y no sé qué hacer – de nuevo el temor se apoderó de el, al oír una voz. Era una voz masculina. Esteban se acercó a la pared con la intención de oír al otro lado de ésta. Pero ésta le devolvió el eco de sus palabras a través de las paredes. El vello de sus brazos se le erizó, sin comprender. Parecía que las paredes le hablaran a él. Miró a los turistas y se percató de que ninguno de ellos había oído ningún susurro, ninguna voz.
-Ahora nos dirigimos al Salón de la Suprema Armonía – Prosiguió el guía. Constituye el corazón de la Corte, donde se hacían todo tipo de celebraciones e incluso bodas.
A medida que caminaba, Esteban no dejaba de oír en su mente lo que había escuchado – «Estoy asustado hasta el fondo de mi ser, y no sé qué hacer». El Salón se encontraba en su eje central, constituido de mármol de piedra y rodeado de incensarios de bronce. En él nueve dragones esculpidos en piedra reposaban.
-«Somos los nueve defensores de este Imperio. Adoradores de nuestro Emperador.» – Un resplandor en las figuras de piedra de los nueve dragones pudo ver reflejado al haberlos oído.
-¿Se encuentra bien? – le preguntó un turista que pasaba por su lado.
-Eh…Sí, tan solo un poco cansado – intentando disimular.
Mientras se disponía a entrar en el Salón del Cultivo Mental, desvió la mirada atrás. Tal vez las voces fueran un milagro, una incógnita.
Según el guía el Salón del Cultivo Mental guardaba una importancia crucial. Era el lugar donde el mismísimo Emperador tenía su despacho y un dormitorio. Un suceso trágico sucedió. Tres emperadores de China fallecieron entre sus paredes y el último emperador firmó allí su abdicación.
Las paredes reflejaron las tres siluetas de los Emperadores fallecidos. Esteban pudo verlos.
Estaba dando vueltas a su cabeza, tal vez la historia iba cobrando vida en su mente. Los dragones adoraban y protegían el lugar, luego un incendio y después el fallecimiento de tres emperadores y el último de ellos abdicó.. – Ahora la frase del Emperador empezaba a cobrar sentido «Estoy asustado hasta el fondo de mi ser, y no sé qué hacer …»
-¿Porqué a mí? – se preguntó. Mientras salía finalmente al Jardín Imperial. El típico jardín chino con árboles, setos de flores, rocas y algunas esculturas.
Cuando se disponía a marcharse echó la vista hacía atrás para mirar la fotografía de la entrada e hizo el gesto de despido. Junto las manos e inclinó la cabeza. Al alzar de nuevo la vista en su mente volvieron a su mente el sonido de la voz
«Alguien sabrá la verdadera historia» – Y ahora descansaré en Paz.
Esteban ya no temía a la voz, al contrario, ahora sabía la verdad de lo ocurrido o parte de ella. Debía sentirse honrado de haber poder oído la voz y ver entre sus paredes.









Freya Asgard

Préstamo

El cliente se miró las manos, el empleado del banco no estaba siendo nada amable. Necesitaba el préstamo para iniciar su propia empresa de arquitectura.
―Lo siento, pero sus antecedentes no tienen suficiente peso para un préstamo como este.
―Necesito el dinero para mi empresa.
―Lo siento.
El hombre se levantó y salió del banco, más que enojado, furioso.
Esa misma noche, esperó al director del banco al llegar a su casa y lo secuestró. Lo llevó al banco y lo obligó a entregarle el dinero que necesitaba. Desde ahí, se fue de la ciudad. Tenía el dinero que necesitaba para iniciarse en cualquier lugar del mundo.
Se convirtió en un gran arquitecto.
Una noche, varios años después, en el banco de la ciudad, apareció una maleta llena de dinero. Era la devolución del dinero “prestado” hacía diez años.









Salvador Alba

Mi Sueño

Por más que mi padre intentó que estudiara arquitectura, no lo consiguió. Mi sueño era ser futbolista. Tampoco lo conseguí, más que nada porque el camello de mi barrio trapicheaba en las gradas, me captó como cliente y me enganché de tal modo al caballo que me quedé sin fuerza y sin dientes.
Así fue cómo logré ser testador de dentaduras postizas, está muy bien pagado, por cierto. Cuando logré una buena cantidad de dinero con este trabajo, encontré una buena mujer, a la que conquisté por mi gran habilidad mordisqueando pezones, pues sin dientes resulta una experiencia sumamente placentera.
Fruto de nuestro amor, nació Higo. Sí, Higo, el del registro se confundió al inscribirlo, en realidad era Hugo, pero nos hizo gracia y al final se lo dejamos. Estaréis pensando que qué mal lo pasó en el colegio, pero la solución fue sencilla, dijimos que era un nombre de Norteamérica profunda y se pronunciaba «Haigo» con la h sonora. No veas qué exitazo, ni un mote le pusieron al niño.
Total, que como no pude cumplir mi sueño de ser futbolista, hice lo mismo que mi padre conmigo, empujarle a la arquitectura. Ahora está terminando la carrera. No contaba con que mi padre le explicase que caí en la droga por culpa del fútbol y perdí los dientes. En fin, a ver si mi hijo me da un nieto y le inculco el deporte rey.









María Elena Rangel

Medidas Extremas

El sueño de Bill nunca fue estudiar arquitectura, ni hacerse cargo de la empresa familiar, eso fue idea de su padre. Como también fue idea de su padre su matrimonio con Natalia: bella, rica y con muchos contactos; pero más fría que un témpano de hielo.

Bill cada día se sentía más vacío e infeliz, mientras cada cliente suyo quedaba satisfecho con el trabajo realizado para ellos.

El día que su padre murió, convenientemente, Bill dejó la empresa en manos de su hermano menor, también arquitecto, e introdujo la demanda de divorcio la cual le llegaría a su esposa ese mismo día.

Por la tarde, fue a inspeccionar la obra en la que estaba trabajando, para informar al capataz de la misma las novedades. Al día siguiente vaciarían el piso de la primera planta. Cuando todos se habían ido, y él mismo estaba a punto de hacerlo, llegó su esposa furiosa y lo abordó.

-¿Acaso te volviste loco? Ni creas que te voy a dar el divorcio.

-¿Para qué quieres alargar esta farsa, Natalia? Tú no me amas, ni yo te amo a ti.

-No me dejarás en ridículo, Bill. No me humillarás. ¿Qué va a decir nuestro círculo de amistades? ¿Y la prensa?

Me tiene sin cuidado lo que piense nadie. ¡Quiero mi libertad! Te cedo la casa de buena fe, recuerda que hicimos separación de bienes cuando nos casamos.

-No me importa la casa, me importa el qué dirán. Así que olvida el divorcio.

-Lo siento, Natalia, no me dejas otra opción.

Bill dejó el lugar sabiendo que al día siguiente, cuando vaciaran el piso, no tendría que preocuparse de que encontraran el cuerpo. Nadie lo molestaría nunca más. Por fin era libre para cumplir sus sueños.









Katty Montenegro

Culpable

Tres días después, enterraron a Elizabeth. Para la familia de Ellery y Rosemary fue un verdadero alivio. La madre de Rosemary no la dejaba sola casi nunca, la posibilidad de perderla la había dejado nerviosa.
—Mamá, tranquila, estoy bien, ahora solo hay que esperar la resolución del caso.
No pasó mucho mas para que Ellery y Rosemary fueran citados a la estación policial en dos días. Allí se encontraron con el padre de Elizabeth, no se veía tan devastado como creyeron que estaría. Él entró primero junto a su abogado, luego salió y entró la pareja, el abogado seguía dentro, sería quién les explicaría algunas cosas.
—Mi cliente se ha declarado complice y ha prestado información relevante para el caso.
—¿Eso que significa? —le consultó Rosemary.
—Que ustedes han sido absueltos. Se determinó que el acto fue en defensa propia. Además, la arquitectura de la casa era conocida por mi cliente y también conocía los usos que Elizabeth le daba, ustedes no fueron sus primeras víctimas.
La pareja se sorprendió al oir aquello, ninguno fue capaz de contestar.
—La joven escondía a un niño que había desaparecido hace unos meses en un pueblo vecino —siguió relatando—. El pequeño ya fue devuelto a su familia y se retiraron los objetos utilizados en la brujería.
Rosemary dejó caer una lágrima. No podía creer lo que estaba escuchando, pues nunca imaginó algo así, años de amistad y nunca notó nada extraño en ella. Se sentía aliviada por el veredicto, pero no podía estar del todo feliz, sentía culpa por no haber visto la locura de su amiga.









Eelynn Cuellar

Sueño Cumplido

—¡Hombres! —grito exasperada.

Es la tercera vez que me rechaza el proyecto para su casa nueva. Es uno de los clientes más pesados con los que he tenido que tratar en casi diez años de una carrera exitosa en arquitectura.

Muchos dudaban de mi capacidad, «era» demasiado joven cuando me gradué con honores y me ha costado mi trabajo hacerme un renombre en esta profesión.

Sabía que era un error aceptar este proyecto. Noe siempre en la preparatoria era el típico chico estúpido que se la pasaba molestándote como si de niños pequeños fuéramos.

Y lo único que me dijo después de botar a la basura los planos me dijo:

—Vamos a cambiar de perspectiva, imagina que esta casa, es tu casa de ensueño.

Imbécil, su casa ideal a la mía es completamente opuesta, ya mi vi haciendo planos que desechará inmediatamente.

No sé si me da más coraje o decepción que mandó a su asistente y éste aprobó el proyecto. Por lo menos espero que dentro de unos meses cuando se entregue la obra se digne a aparecer.
Sin duda, este ha sido de lo mejor que he hecho, incluso el ingeniero encargado estaba satisfecho a pesar de que había detalles con los que no estaba de acuerdo al inicio. Hoy por fin, después de meses entregamos las llaves.

Y ahí estaba con su cara agria recorriendo el lugar que no se había dignado a pisar en este tiempo. Al final, se digna a acercarse a mi.

—Creo que está bien.

¡Idiota!

—Solo le falta una cosa importante.

—¿De qué estás hablando Noe?

Me entrega las llaves.

—Que te mudes aquí... Después de casarnos.

No puedo evitar sonreír, y cuando estoy por lanzarme a sus brazos, él se hinca frente a mí con esa pequeña caja entre sus manos.

















Neus Sintes

El Budista

La tristeza embargaba a Diana. Desde el fallecimiento de su marido, había mantenido el luto como algo cotidiano en su vida. Siempre vestía con tonos de color negro y cada vez se la veía más delgada. Los mas cercanos a Diana la intentaban sacar adelante, en vano. Había pasado un año desde su fallecimiento y en su mente y en su corazón siempre permanecía. A veces, incluso se la veía hablar a solas, cuando en realidad mantenía breves conversaciones con el que fue su marido. Se imaginaba que en algún lugar, fuera el cielo o el infierno, el la escucharía.

Desde que conoció a Peter, su vida cambio para mejor. Diana trabajaba en la biblioteca de la universidad donde Peter impartía clases de literatura. Era un hombre elegante, siempre bien vestido con sus trajes hechos a medida. Un profesor al que todos apreciaban por su buen carácter y la paciencia con la que enseñaba a sus alumnos.

Se conocieron en la biblioteca. Peter estaba buscando un libro que no encontraba. Cuando fue hacía Diana para que la ayudara para ver si se encontraba en los archivos, se encontró con la figura de una preciosa joven, que con su encantadora sonrisa le iluminó el corazón. Ambos se miraron a los ojos, quedando atrapados por un amor que con el tiempo resurgió entre ambos. Unidos por un lazo invisible que les unía.

Diana se refugiaba por las noches en un mar de tristeza y soledad. Cuando enfermó, nunca imaginó que la muerte se lo arrebataría, deshaciendo el lazo del que solo ella y el estaban unidos. Desde entonces, Diana dejó de ser la Diana que todos conocían. Ella y toda su vida había cambiado.

Una tarde, a la salida del trabajo decidió caminar un rato por la plaza mayor. Siempre se encontraba lleno de casetas donde le gustaba mirar y ojear las pulseras que hacía a mano o los productos artesanos que vendían. Un sin fin de casetas se podían ver a cada paso.

Un aroma a incienso le llamó le atención. Sus ojos fueron en busca de la caseta donde un anciano budista tenía en su mostrador varios artilugios. Desde figuritas en forma de buda e incensarios de todos los aromas. También observó unos folletos y revistas que le llamaron la atención.

__ ¿Qué son? __se atrevió a preguntar al anciano.

__Son revistas que hablan de los diferentes Mantras que existen. Y señalando uno de ellos, se lo ofreció a Diana.

__Gracias, pero…¿Por qué me lo ofrece? __No sé si iba a comprarlo.

__No hace falta. Se lo doy __Léalo, le irá bien. Veo su tristeza en sus ojos. Esta revista trata del Mantra que sana la tristeza.

__Gracias. No quería ser descortés. ¿Qué son exactamente los Mantras? __preguntó al budista.

__Son palabras o frases que buscan generar impacto espiritual y psicológico en la persona que los canta. El propósito principal de los mantras es alterar la conciencia, centrando los pensamientos y emociones para mejorar el autocontrol del «yo»

Hablar de emociones es adentrarse en un mundo que sin lugar a dudas todos los humanos han explorado en su cotidianidad. Algunas situaciones despiertan felicidad, optimismo, ilusión, nerviosismo y tristeza, está última es quizá una de las más difíciles de equilibrar, no solo porque se agudiza con los pensamientos negativos, sino porque puede convertirse en un “fenómeno emocional” que tiene la facultad de desarrollar problemas graves en la salud mental, dándole paso a diagnósticos como la depresión e incluso la ansiedad

Caer en estados de tristeza o inmenso dolor es una forma de protegerse de los daños que causan determinados comportamientos, dando la posibilidad de cerrar ciclos y avanzar aprendiendo de la experiencia, pero ¿realmente todos ven esta emoción de esa forma? La respuesta es no, para algunos es más complicado.

__Gracias de nuevo.

__Espero que sea de tu ayuda. Cualquier cosa puedes acudir a mi. Si ya no me encuentro en esta tienda, puedes encontrarme en esta otra dirección __ofreciendo una tarjeta de visita.

Diana fue hacía su casa, al llegar se acomodó y empezó a leer la revista. Hay gente que tiene la facilidad de dar confianza a otra persona. Ese anciano budista, le había transmitido ese «algo», que la dejó convencer. Tal vez tuviera razón. No perdía nada en leerla. Ya lo había perdido todo en su vida. A su Peter. Solo le faltaba salvar su voluntad de seguir adelante.









Salvador Alba

La Puntita

Él tenía la puntita amoratada. Cada vez que entraba en contacto con algo, por muy blandito que estuviese, le dolía horrores. Por ese motivo, la tristeza le invadía en los momentos de relax. Repetía el mismo mantra rogándole a Dios que no le saliese ningún plan, pues no dejaría de dolerle mientras utilizase la puntita. Y no le quedaba más remedio que utilizarla, era parte de él, quizás la más importante, pues era la que daba sentido a su vida. No sabía qué haría sin ella.

El día que le vio un doctor, suplicó por una cura y lloró cuando le dijeron que si no se le curaba por sí sola, no les quedarían más remedio que extirpársela. Fue un golpe muy duro para él, no sabía cómo podría vivir sin ella. Pasaron los días y el dolor menguó hasta desaparecer, pero el color morado pasó a negro y temió lo peor.

No se le cayó, conforme crecía, la uña fue apareciendo en su estado normal. Pobre dedo, qué susto había pasado.









Eelynn Cuellar

Regreso

De nuevo la tristeza me golpea. Hace ocho años que no está y lo sigo extrañando como si hubiera sido ayer cuando se marchó.

Lo recuerdo perfectamente. Sus padres se marchaban del país y él junto a ellos. En parte entendía su decisión, pero imaginé que era algo importante para él y se marchó dejándome atrás.

En todo este tiempo no lo pude olvidar, y cada vez que el ánimo venía abajo, repetía aquel mantra que me enseñó tiempo atrás.

Hacerlo en parte me dañaba, no lo había podido olvidar, sin embargó me daba siempre la fuerza para salir adelante.

Así que tenerlo frente a mí, después de años hizo temblar el piso bajo mis pies.

Fueron segundos, pero para mí una eternidad en la que solo nos miramos. Mentalmente repetí una y otra vez lo que me enseñó. No quería ser la primera en decir algo, y al final lo hice.

Colocó una rodilla en el suelo y sonriendo me ofreció un diamante.

—Sí, acepto.

—Lamento haberme ido de esa manera hace años. Lamento la tristeza que te ocasioné o nos ocasioné. No tenía nada en ese momento para ofrecerte, y tenía que ser digno de ti cuando volviera a verte y poderte ofrecer todo eso que te mereces.

—Lo único que necesitaba, está en este momento frente a mi. Te amo.

—Yo te amo también hermosa.









María Elena Rangel

Determinación

A medida que mi mente se iba despejando del sopor del sueño, la certeza de mi propia naturaleza se abría paso en mi realidad. Traté de alejar mi miedo repitiendo como un mantra: “fue solo un sueño. Soy una simple mortal”; pero dentro de mí sabía que no era cierto, que algo siniestro estaba cerca a punto de volver mi vida un infierno.
El miedo dio paso al dolor. De pronto me sentí triste, no por mí, sino por mis hermanas que me habían acompañado vida tras vida en este castigo maldito. Tomé fuerza para sacudir la tristeza de mi sistema. Me recordé a mí misma que una vez fui la bruja suprema, la hechicera más poderosa de todos los tiempos, y volvería a serlo. Él maligno quería guerra, guerra le daría. Mi alma era de luz, y era mía. Por mí, por mis hermanas, por todo el universo, recuperaría mis poderes y enviaría a ese demonio a las tinieblas donde pertenecía y de donde no debería haber salido nunca.









Freya Asgard


Aquel silbido infernal la enloquecía. Cada noche lo sentía más cercano. Parecía que se acercaba a ella. Nadie más lo oía, ni sus compañeros de piso ni sus vecinos. Solo ella sentía ese sonido que parecía venir de la inmensidad del universo. Probó con todo. Rezó el rosario, ungió su dormitorio, cantó un mantra para alejar las malas energías, pero nada funcionaba. Cada noche el ruido parecía más cerca, más fuerte.
Un día ya no lo escuchó. Esa noche, una tristeza infinita la envolvió. Sin saber el motivo y sin entender la razón, se acostó antes de las nueve, sus fuerzas ya no la acompañaban.
Un hombre se apareció a los pies de la cama.
―¿Quién es usted? ―preguntó ella sin ánimo, ni siquiera se asustó.
―¿Ya no me recuerdas?
Ella entrecerró los ojos y se arrodilló en la cama para verlo mejor.
―¡Sí! Eres tú. ¿Vienes por mí?
―Sí, cariño, tu tiempo en la tierra terminó.
―Por fin.
Él sonrió. Ella se bajó de la cama y le dio la mano. Caminaron hacia la ventana, traspasaron la pared. Llegaron a su nave y volvieron a Ganímedes. Ella ya había aprendido la lección y volvería a su mundo para ser su reina y gobernar a su pueblo.









Katty Montenegro

Feliz Navidad

Con gran tristeza, Rosemary comunicó a la familia los delitos que se le atribuían a su ex amiga Elizabeth. Aunque a todos se les encogió el corazón, se pusieron felices de que todo hubiera acabado.
Como si se tratara de un mantra, Rosemary se repitió aquella noche que nunca más permitiría que alguien llegara tan lejos con su familia. De ahora en adelante serían unidos y felices, se lo merecían.
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Tres años después, Ellery volvió con el resto de soldados, la guerra por fin había acabado. Desastres se dejaban ver en todos los países involucrados, pero con la esperanza viva entre sus habitantes. Se organizaron fiestas y banquetes para los soldados que llegaban. Sus familias celebraban el regreso permanente de aquellos hombres.
Faltaba un mes para navidad y Ellery estaba feliz porque estaría presente no solo en noche buena, sino antes y después de ello.
En navidad se hizo la cena en la casa de los padres de Rosemary.
—No quiero que hayan más guerras, te quiero conmigo oara siempre —susurró Rosemary en un abrazo mientras bailaban.
—Preciosa, no puedo asegurarte que no pasará, pero puedo asegurarte que nunca los dejaré solos.
—Con eso me basta.
—¡Papá! ¡Mamá! —Llegaron corriendo sus hijos.
—¿Que pasa? Tranquilos.
—Vengan —contestaron a la vez.
Guiados por sus hijos, que tiraban de sus manos, llegaron al jardín.
—¡No está! —gritó Allen decepcionado—. Dije que se iría.
—¿Quién se iría? —Preguntó Ellery.
—Había un perrito justo aquí —Caroline corrió a enseñar el lugar.
—¿Un perrito? —Rosemary se acercó a ella buscando.
—¡Ahí está! —gritó la pequeña entre risas.
—Queremos conservarlo —dijo el niño con un puchero.
Rosemary y Ellery se miraron y sonrieron, ¿como podían negarse? La familia se ampliaba una vez más en navidad.






Y estos fueron los 12 relatos de esta quincena, donde hay 6 autores.

Como ven muy varados cada relato donde encontramos humor, amor, drama, reflexiones y mucho más.

gracias por leernos y besitos!!!






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