domingo, 19 de junio de 2022

(Recopilación) Yo Escribo 52 Historias - Semana 21 y Semana 22 by Varios Autores

 
Yo Escribo 52 Historias


Semana 21 - Mansión / Maldición
Semana 22 - Vampiro / Radio



Varios Autores




Freya Asgard, Salvador Alba, Neus Sintes, María Elena Rangel, Eelynn Cuellar, Katty Montenegro, Jacqueline Estay Guerra (Taygeta Maia)



Hello, hello!!!

Una nueva recopilación de las semanas 21 y 22 donde tenemos 14 relatos de 7 autores, donde las palabras que se utilizaron fueron Mansión / Maldición, y Vampiro / Radio que sin duda daban para historias de terror, todas será de este género???

Les recuerdo que el orden en que aparecen los autores y/o los relatos es el orden en que se fueron publicando en alguna red.
 












Freya Asgard

La Mansión Embrujada

La gran mansión abrió sus puertas y yo entré. Era una bella casa con exquisita arquitectura. Todos me habían dicho que tenía una maldición. Yo no lo creía. No podía ser que algo tan bello estuviera maldito. No. Me negaba a creerlo.
El asunto es que sí, lo pude comprobar a los dos días de que llegué allí. Primero, me despertó un perro. ¡Un perro! ¿De dónde había salido? Bueno, no sé si era un perro, no lo vi, solo escuché sus ladridos y luego un aullido. Me asusté, sí, lo confieso, pero tampoco era para tanto, ¿no? Me volví a dormir.
A la noche siguiente, no fue un perro, fueron cadenas que se arrastraban las que me despertaron. Cadenas de fantasmas. Decían que los fantasmas acarreaban cadenas que sonaban, yo no lo creía. ¿Por qué arrastrarían cadenas? ¿Por qué sonaban si eran fantasmales? Tampoco tomé mucho asunto.
Dos noches después, me movieron la cama. Al principio pensé que era un temblor, pero nada se movía, solo mi cama. Me enderecé y busqué si alguien estaba jugándome una broma, pero no pude ver a nadie, así que me dormí de nuevo.
Así siguió, por varias noches. Si no eran aullidos, era viento, truenos, cadenas, susurros y un montón de otras cosas. Pero nada me había atacado, así es que no debía preocuparme.
Una noche, en la que me despertaron pasos, me asusté. Si era un ladrón, eso sí era de temer. Como decía mi abuelo, hay que tenerles miedo a los vivos y no a los muertos. Me levanté con mi pistola y salí al pasillo, si se había metido un hombre, no dudaría en asesinarlo. Odiaba a los delincuentes, para mí, debían ser eliminados de la faz de la tierra, era la única manera de terminar con ellos.
En la escalera, lo vi. Un hombre. Apunté directo.
―O te vas o te mato ―lo amenacé.
―No puedes matar lo que ya está muerto ―me respondió con una sonrisa irónica―. Además, soy yo quien debería expulsarte de mi casa, no has querido hacer caso a mis advertencias.
―¿Advertencias?
―Sí, esta es mi casa y tú estás allanando mi hogar.
―A ver, esta casa la compré yo, con mi dinero, no me dijeron que tenía otro dueño.
―No puedes haberla comprado si era mía. Es mía.
―Pero tú estás muerto, ya me lo dijiste.
―Sí, pero eso no quita…
―Sí que quita. Tú te moriste, la casa es mía, yo estoy viva.
―Pero no…
―No ¿qué? Es mía. Tú deberías irte al cielo o al infierno, a mí me da lo mismo, pero no te puedes quedar aquí. Estás muerto.
―No tienes ni un poquito de miedo, puedo hacerte mucho daño.
―¿Sí? ¿Por qué no lo has hecho?
―Porque no quiero hacerlo, solo quiero que te vayas.
―Escúchame, muerto andante, yo no me voy a ir porque a ti se te da la gana, tú te moriste, si querías quedarte aquí, no deberías haberte muerto.
―Uno no elige morir.
―Bueno, pero lo hiciste, así que ahora esta casa es mía. Si quieres compartirla, yo no tengo problema, total, no vas a gastar ni agua, ni luz, ni gas. Te cedo una parte, tampoco la ocupo entera. Ni siquiera te cobraría arriendo.
―¿Vivirías con un fantasma?
―Vivo con un fantasma ―aclaré―. Y uno muy molesto por lo demás. Lo que más me gusta en la vida es dormir, y tú no me has dejado hacerlo como quiero. Si prometes que te quedarás tranquilo y me dejarás dormir, puedes quedarte.
―No estás en condiciones de exigirme nada.
―Soy la dueña de esta casa.
―Ya te dije que es mía.
―No es tuya, está a mi nombre, además, ¡mírate!, dejaste este mundo hace como mil años, ¡ya vete de una vez! Deberías estar reencarnando o haciendo algo más de provecho para un fantasma y no despertándome a las tres de la mañana.
―No te vas a ir.
―No.
Se quiso lanzar sobre mí, yo no me moví, pasó en banda, no pudo tocarme.
―¿Qué? Pero…
―No te tengo miedo, así que no puedes tocarme. Elige, o te vas o me dejas tranquila. Hasta podríamos ser amigos. Yo no tengo amigos, no me gusta salir y a la mayoría, no sé por qué, les gusta que uno salga a un pub, a fiestas, a tomar café… Como si uno no pudiera tomar café en su casa.
―¿Serías mi amiga?
―Obvio, ¿por qué no? Debes tener un montón de historias interesantes para mis nuevas novelas que debo escribir. ―Le sonreí.
Así que aquí vivo, en mi mansión embrujada con un fantasma maldito que no puede partir. Tal vez, cuando muera, seguiremos juntos en esta casa, pero está advertido, no molestaremos a nadie. Los fantasmas salen sobrando en el mundo de los vivos.










Salvador Alba

Día De Reparaciones

Amanece un nuevo día en la mansión en la que vivo desde que nací. Es lunes por la mañana y tenemos gran trabajo por delante. Nada más reunir a todos en la entrada, tras haber conseguido todos los materiales, comienzo a dar las órdenes.
—Gilbert, ve con Gladis y encargaos del techo de la buhardilla.
»Rowan, acompaña a Gregory al jardín trasero y nivelad la superficie y preparadla para la replantación del césped.
»Estela y Louis, haceros cargo de la pintura de las habitaciones superiores. Francis y Bernard, vosotgros las de la primera.
»Conrad y Washington, dejad el sótano como nuevo.
»Vladimir y Maruzella, limpiaréis las cortinas, las colchas y la mantelería. Rosana e Isabella, lo siento, pero vosotras os turnaréis con Maruchi y Eugenia para frotar la moqueta.
»Por último, Javier y Jacinto, repararéis las escaleras. Y, Michael y Jason, cambiaréis el parqué de la segunda planta, la mitad que está quemada.
»En cuanto acabemos nos volveremos a reunir y lo recolocaremos todo. Ya sé que es mucho trabajo, pero la próxima vez que vengan los nuevos inquilinos pensáoslo dos veces antes de hacerles las putadas, con que nos aparezcamos de repente ya les asusta, no hace falta que creemos tantos fenómenos paranormales. Que sois los fantasmas más trabajosos con los que me he topado, de verdad, con vosotros me ha caído una maldición. ¡Venga, todos al trabajo! Y ni una queja, que sois vosotros los que habéis hecho el estropicio.
Nada más terminar de dar las órdenes, me dirijo a mi despacho secreto a indagar en la red en busca de alguna familia desestructurada, con problemas personales y económicos a la que atemorizar. La última vez me costó varios meses, pero valió la pena. A mis quinientos cincuenta y tres años no había visto a nadie correr tanto.










Neus Sintes


Son muchos los rumores y leyendas urbanas, que ciertas o no, se han ido esparciendo de generación en generación, llegando a oídos lejanos de que existe una maldición que se oculta, bajo la fría mirada de la llamada mansión Mady’s, que hace mucho tiempo acaeció sobre el lugar. Nadie sabe con certeza, realmente lo que ocurrió. Lo único de lo que están seguros es que, el se atreva a posar un pie en esa casa, no sabe lo que hace o desconoce su misterio.

Mónica, recién había llegado a la ciudad, en busca de una casa. Había heredado una fortuna y quería sentar la cabeza. Al pasar con el coche, éste freno en seco. Había localizado la mansión de la que nadie osaría entrar ni mucho menos vivir en ella. Aunque estaba oscureciendo, quedo fascinada por aquel lugar.

Aparcó y bajó del coche, con la intención de verla de más cerca. Atraída por ese lugar mágico, lleno de cipreses que aún se mantenían en pie y el de un jardín hermoso y bien cuidado. Una dulce y suave brisa empezó a sentir mientras observaba el lugar, cautivada por su belleza, se percató del letrero que asomaba roído anunciando que estaba en venta.

A la mañana siguiente desde el hostal donde se hospedaba realizó un par de llamadas a inmobiliarias, preguntando por la casa. De todos recibía la misma respuesta.

—Estaba interesada en comprar la casa de los cipreses. —empezaba diciendo….—sin darle tiempo a continuar hablando.

—¿No estará de broma? —le preguntaban, sin salir de su asombro

Después de no sé cuántas llamadas, el de la posada, un hombre entrado en años, no había dejado de observarla, atento a las llamadas que realizaba sobre la casa. Mónica se percató de su presencia y no tuvo reparos en preguntarle, en saber porque todo el mundo se negaba a enseñar el lugar.

—No he podido evitar oír su conversación, querida niña. —lo siento, pero hagas lo que hagas, creo que es mi deber que te cuente algo acerca de ese lugar. Tal vez comprendas, porque no te quieren enseñar la casa.

—¿Crees en los fantasmas? —le preguntó el anciano.

Mónica negó con la cabeza, a modo de respuesta. Sin nada que perder, se sentó junto al anciano.

—Se cuentan leyendas extrañas y sobrenaturales que hace mucho tiempo sucedieron en ese lugar. Ciertas o no, nosotros sí creemos en ellas. Creemos en las maldiciones. Una maldición abunda en ese lugar, de eso estoy seguro. Cual es cierta o no, de eso ya no lo sabe nadie. Pero, de entre todas las leyendas que puedas oír acerca de ese lugar, una sé que es cierta.

—le escucho —respondió Mónica.

—En ella vivía un matrimonio y tenían como jardinero y hombre de mantenimiento a un joven audaz campesino. Muy trabajador y que siempre se le oía tararear melodías y canciones. El patrón era un hombre rudo, que le gustaban mucho sumergirse en las faldas de las mujeres y darle al ron. Muchas noches, llegaba a escasas horas de la noche, bebido y oliendo al sudor de la mala vida.

Se dice, que tras el abandono en la que la tenía. Valeria y el campesino se enamoraron. Mientras el patrón pasaba noches hasta tarde sin llegar e ebrio. Valeria y el campesino se amaban en silencio. El le cantaba y las melodías que de su corazón le llenaban de amor. Pero una noche, su marido llegó antes de lo previsto y al encontrar a su mujer en los brazos del campesino, del hombre que tenían de mantenimiento. El patrón lleno de ira empujó por el balcón a su mujer, falleciendo en el acto.

Ambos hombres se pelearon en una intensa pelea, en la cual el campesino resultó ser herido. Mientras se desangraba una maldición acaeció sobre el lugar. Por ello se dice que en la casa abunda el alma errante del fantasma del campesino, el cual falleció, sin su amada. Tras los sucesos, el patrón se suicidó y nunca más se supo. Solo que no es normal, que al no haber nadie en la casa, el lugar permanezca tan lustroso y el jardín siga como el primer día.

—Ahora lo entiendo. Entiendo el porque no quieran venderla. Aún así, no temo a los fantasmas. Y si hay alguno, no voy a temerle.

Mónica consiguió comprar la casa y muchas noches se sentaba en el porche a tocar la armónica y entonces detectaba una brisa cerca de ella. Sabía que era el. Poco a poco empezó a mantener comunicación con el fantasma, a no temerle a través de sus canciones.










María Elena Rangel

Más Vale Retirarse a Tiempo

¡Maldición! La construcción de esta mansión nos estaba causando más problemas que de costumbre. Nos habían encargado levantar una ostentosa edificación de 1500 metros cuadrados, todo un derroche de vanidad; pero mientras nos entraran todos esos millones en los bolsillos, ¿quiénes éramos nosotros para criticar?

Ese día el clima estaba especialmente caluroso, nuestros hombres cavaban para cimentar, cuando algo sucedió.

―Jefe, hemos encontrado algunos objetos extraños mientras excavábamos ―informó el capataz de la obra.

―¿Qué tipo de objetos?

―Trozos de cerámica, herramientas rudimentarias y lo que parece ser huesos humanos.

Enseguida fui a ver de que se trataba el imprevisto hallazgo. Todo lo que allí se encontraba captó mi atención, pedí que pararan el trabajo mientras averiguaba de que se trataba. Me fui a la alcaldía, luego a la biblioteca pública. Esas visitas no arrojaron ninguna pista. Entonces recordé al anciano que contaba historias en la plaza cerca de una pequeña iglesia; lo encontré donde siempre se sentaba.

―Hola, abuelo, ¿cómo te encuentras hoy?

―Bien, hijo, aquí con mis recuerdos.

―¿Por casualidad sabe que había en el terreno circundante a esta población?

―¡Claro! Toda esa zona es terreno sagrado. Pocas personas lo saben, pero allí hay un cementerio indígena. Toda construcción que se realice allí estará maldita.

Esas palabras impactaron en mí, luego pensé que serían puras supercherías así que seguiría con el proyecto. Cuando regresé a la construcción me encontré con la noticia de que el capataz había sufrido un accidente fatal. Tomé el control de la situación, llamé a las autoridades, mientras llegaban recibí una llamada: mi esposa había caído por las escaleras y estaba grave. Salí veloz para el hospital donde la llevaron, iba a tanta velocidad que perdí el control del auto y casi me estrello contra un árbol. Fue suficiente, llamé a mi cliente y cancelé el contrato. El sitio estaba maldito, todo el dinero del mundo no valía mi vida, ni la de las personas que me importaban.










Eelynn Cuellar

Escucha

En cada ciudad hay siempre una casa embrujada, dónde hubo una masacre y los fantasmas rondan la propiedad. Leyendas urbanas normalmente. Pero en este caso, una realidad.

Me gustaría decir que la casa en la que vivo es normal, común y corriente como todas las demás. En realidad vivo en una mansión en la que pesa una maldición desde hace un par de siglos por lo menos.

Aún recuerdo a mi abuela contándome la historia que cae sobre mi familia. El pilar de la familia de aquellos tiempos perdió la cabeza cuando se enteró que su hijo menor tenía otros gustos, él fue el único que aborrecía esa situación y con sus propias manos puso remedio a su mal. Contado así pues no es muy extraordinaria u horrorosa la historia, el problema o acabose vino cuando uno a uno de los hombres que habitaban en esta mansión fueron muriendo de manera intempestiva, quedando así las mujeres desprotegidas y varón que cruzaba la puerta fallecía viviera ahí o no, tarde o temprano sucedía.

Está maldición a pesar del tiempo  perdura. Por un momento creyeron que se había roto, ya que tengo 20 años y nada me ha sucedido, aún no sé si me alcanzará o cuando sucederá, por lo mientras las voces me han dicho que debo hacer y sospecho que no solo a mi me han hablado, creo que en mi familia siempre hay alguien que las escucha y ahora comprendo en qué consiste nuestra perdición.










Katty Montenegro

La Maldición

Mi abuela, que poco y nada me quería, había muerto. Un día me llamaron para decirme que yo era su única heredera. Algo bueno que me trajera ser su nieta... Su hija, mi madre, había desaparecido de la faz de la tierra dejándome en casa de una vecina y mi abuela solo me visitó una vez. Nunca conocí tíos ni ningún otro familiar.
En cuanto pude me fuí a vivir sola, arrendé una habitación, la que, poco antes de la llamada, me pidieron de vuelta.
La mansión de mi abuela me venía como anillo al dedo, además tenía auto y una fortuna que no alcanzó a gastarse.
Cuando me contaron la historia de la mansión que iba a heredar no lo podía creer. Me largué a reír en la cara del pobre viejo, no pude evitarlo. Es que se inventó toda una historia igualita a la de la bella y la bestia. Dijo que una bruja había hechizado el lugar y que una horrible maldición hacía que el dueño de casa, siempre que viviera allí, cambiara a un aspecto de bestia y que los muebles y adornos estaban encantados. Y que aunque se fuera seguiría siendo una bestia. Las personas que estaban ahí mientras el viejo me contaba, apoyaron la historia y hasta dijeron que mi abuelo intentó huir sin resultados y que mi abuela murió como una bestia. Que la única forma de romper la maldición era con amor, que mejor me buscara un amor antes de entrar ahí, porque después nadie querría a una bestia.
Me vine riendo todo el camino. ¿Yo enamorarme? Por favor. Mucho menos ahora que tenía mi vida resuelta. Además, si el amor servía, ¿qué pasó con mis abuelos? ¿No se amaban?
Cuando entré a la mansión, un fuerte dolor en el pecho me derribó.
Desperté aquí dentro, con un cuerpo de bestia y una voz de ultratumba. Los muebles hablan, los adornos también, los instrumentos se tocan a si mismos, las luces se encienden solas por donde paso y las escaleras se acomodan para mi.
Todo era verdad, la maldición existe.










Jacqueline Estay Guerra (Taygeta Maia)

Espectro

Llegué al pueblo al atardecer; había arrendado esa mansión por un mes ya que necesitaba escribir un libro sobre terror y que mejor que ese lugar del que se decían muchas cosas.
Mis amigos me decían que no lo hiciera, que podía pasarme algo, que era peligroso, que podía encontrarme quizás con qué espectro, pero no escuché y me instalé allí.
Esa noche, recorrí la casa, ordené mis cosas, y me dirigí al escritorio para avanzar un poco en el libro, pero una sensación de intranquilidad recorrió mi espalda. Me daría una ducha y me iría a la cama. Después de la ducha, preparé un café y encendí un cigarrillo.
En eso estaba cuando de pronto se fue la luz. Un escalofrío recorrió mi columna vertebral. A tientas busqué mi celular y encendí la linterna. Pasaron cinco minutos y para mi alivio volvió la electricidad. Terminé con mi café y el cigarrillo y subí al que sería mi cuarto. Pensé que sería solo una casualidad lo del corte de luz, en esas casonas antiguas suele pasar.
Luego de una semana sin ninguna novedad y con mi libro andando, una noche volví a quedar a oscuras, pero esta vez tenía una linterna a mano. De pronto sentí un ruido que me dejó helada.
Alguien o algo había abierto la puerta de entrada; me quedé en silencio escondida atrás de un armario, cuando vi una sombra entrar a la estancia. Era un hombre alto, era todo lo que podía ver. Estuvo unos minutos de pie y luego bajó al sótano. ¿Qué habría en él?
Esperé un momento y cuando iba a salir a tomar mi auto y huir de allí, llegó la luz y un instante después lo veo aparecer.
―¿Quién es usted y qué hace aquí? ―me preguntó el hombre.
―¿Qué hace usted aquí? Yo arrendé esta casa por un mes.
―¿Qué arrendó esta casa? Pero a mi nadie me dijo nada.
―¿Y por qué habrían de decírselo?
―Porque yo soy el encargado de esta casa, verá soy arquitecto y voy a empezar la remodelación de esta casa para venderla.
―¿Usted es el dueño?
―No, mi nombre es Jorge y como le dije, soy arquitecto y el matrimonio que vivía aquí me pidió hacer unas remodelaciones para poder venderla.
―¿Es verdad que sobre esta casa pesa una maldición?
Jorge se echó a reír.
―Se han dicho muchas cosas sobre esta casa, pero nada es cierto, el matrimonio que vivía aquí quedó solo luego de que sus hijos se casaran y ellos se fueron a vivir con una de sus hijas, por eso esta casa está en venta. Por cierto… ¿quién es usted?
―Perdón, mi nombre es Amanda y soy escritora, vine aquí por que estoy escribiendo un libro de terror para un concurso.
―Pero entonces te equivocaste de mansión, la que arrendaste queda al otro lado del pueblo, pero puedes quedarte en esta hasta que termines tu libro y yo estaré para ayudarte en lo que necesites.
Recordé lo que me decían mis amigos de que podía encontrar un espectro, pero con uno así, por supuesto que acepté.
















Eelynn Cuellar

Una Historia Para Dormir

Cuando uno escucha la palabra vampiro, inmediatamente se imaginan a un Drácula, Louis, Lestat, Carmilla, los Cullen... No esperen estos últimos brillan y no cuentan, bueno hay muchos, algunos aterradores y otros no tanto. Creo que me estoy desviando un poco, pero necesitaba hablar de ellos, de los más conocidos para que me entiendan.

Pero vamos por el principio, yo padezco de insomnio desde que tengo uso de la razón, si tenía algo de suerte lograba descansar algo en el día. Así que en mis desvelos muchas veces leía, escribía, pero mis sentidos cada vez estaban más embotados y no lograba concentrarme, así que comencé a buscar en la radio algún programa que quizá me llevará a la relajación y ver si conseguía dormir. Entre las emisoras encontré un programa de sustos, y por supuesto me daban más risa que otra cosa, pero a las semanas me aburrí de las tonterías que escuchaba y continúe buscando algo interesante que escuchar.

Al inicio imaginé que que era una novela que algún locutor leía para los sonámbulos y desvelados, después comprendí que era más que una simple historia de ficción, había detalles que indicaban eran reales, como un diario.

Cada noche no me perdía la transmisión y algo en mi sucedía, escuchaba la transmisión y me quedaba dormido o algo así ya que no lograba recordar qué había sucedido en varias horas.

La historia que escuchaba todos los días me hacían sentir vivo, emocionado, incluso en algunas partes me sentía identificado y... pero era imposible, era sobre un vampiro, un asesino, y bueno lo primero no existe, o eso creía, hasta que un día encontré unos papeles escritos a mano... La historia completa, bueno desde el principio, ya que parece que cada día escribo algo nuevo, lo digo por las manchas de sangre que aún se ven frescas en la última página.

De alguna manera estoy haciendo llegar a la radio mis hazañas para recrearme una vez más lo que he hecho.










Salvador Alba

Inmortalizado

Desperté en mi cama notando el calor del sol en la cara. Los ojos los mantuve cerrados porque la cabeza me iba a explotar, notaba una presión muy fuerte, además, tenía mucha sed. La radio sonaba de fondo con música clásica bastante dramática. Al tratar de abrir los ojos tuve que cerrarlos de inmediato, la luz me hizo sentir el mismo daño que cuando me clavaron un puñal en el abdomen.

A ciegas tanteé hasta la persiana y la bajé del todo. Entonces sí pude abrirlos. Cogí la botella de agua que tenía en la mesilla y acabé con casi tres cuartos de litro sin parar, pero no quedé saciado. Me miré en el espejo y vi una marca en mi cuello. La inspeccioné con mis manos a la vez que unos acordes estridentes de piano sonaron en el transistor. Le di un manotazo y lo estampé contra la pared, se hizo pedazos.

Volví a recrearme en mi herida, tratando de recordar, pero no lo hacía. Se trataba de un mordisco, estaban marcados todos los dientes y alrededor se veían tonos morados, se estaba infectando. Busqué más marcas y cuando me giré un poco para verme la espalda pensé: «menuda fiera me echó el guante ayer». Tenía la espalda profundamente arañada y en postillas.

Salí al pasillo, desde allí vi que mi despacho estaba revuelto y el salón también. Me asusté y agarré lo primero que tuve al alcance de mi mano: un trofeo al mejor arquitecto de la empresa; consistía en un pilar jónico de piedra de unos treinta centímetros de largo. Avancé hacia el salón y llegó hasta mí un olor a hembra que me trastocó al resultarme familiar. Lo seguí, me llevaba a la cocina, pero al pasar delante de un espejo noté que la mordedura había desaparecido y, girándome, comprobé que los arañazos también. Entré en la cocina.

Esta estaba iluminada por el sol directo, pero mis ojos habían dejado de molestarme por el pasillo. Y allí se encontraba ella, sentada en la mesa masticando mi chuletón de buey crudo. La visión de su boca chorreando sangre me excitó y, sin conocerla de nada, me abalancé hacia ella, le arrebaté la carne, besé su fría boca hasta que nuestras lenguas se cansaron y devoré con ansias el chuletón.

Ella quiso que lo compartiéramos, pero me lo cedió al ser mi primera comida como vampiro. Más tarde me lo contó todo: cómo llegué hasta aquel lugar y cómo fui yo el que la elegí para que fuese mi mentora, mi compañera y el motivo de que resistiésemos la luz del sol. Aunque yo sigo sin recordar nada de esa maldita noche.










Neus Sintes


Lucio se encontraba sentado en su sillón predilecto, observando el fuego chispear en la chimenea. Sus pensamientos se dirigieron a una época en la que, siendo un chaval de unos diez años gozaba de una infancia feliz, en su bella Italia.
Vivió su época de estudiante, donde las Artes literarias y artísticas predominaban con fuerza. Asistió a las escuelas y academias que fomentaban el conocimiento de lo clásico. En una excepcional generación de filósofos, científicos, literatos y artistas. Hasta que un día su vida cambió para siempre.
Había cumplido la mayoría de edad, cuando recién salía de la biblioteca, junto con su compañero de estudios. Cuando una extensa niebla a las afueras de la plaza se había formado. Oyeron gritos, gente huyendo aterrada por salvar sus vidas. Entonces, Lucio dejó caer su mochila al suelo, cuando se percató de que su compañero yacía muerto a su lado.
En fracción de segundo pudo notar cómo unos colmillos se apoderaban de él. Pero en vez de matarlo, le convirtieron en vampiro, ofreciéndole la inmortalidad.
-Tienes un gran potencial, Lucio – le susurró al oído
-¿Porqué a mí? – preguntó Lucio – sin apenas fuerzas
-Tu eres diferente a los demás. – afirmó. – Magín es mi nombre y ahora tú creador.
-Recuerda; a ti te doy la inmortalidad. Pero también te ofrezco el don más poderoso de todos. Mi creador me lo dio en su tiempo, cuando éste me convirtió. Ahora yo te lo ofrezco a ti. – Somos muy pocos los que lo poseemos.
«solo el tiempo podrá ser tu enemigo.» – ni la luz del sol ni el fuego podrán herirte. Podrás andar bajo el sol de día y podrás arder en medio de un fuego. Tampoco tendrás la necesidad de consumir sangre; solamente cuando te encuentres débil – como ahora. – Y haciendo un corte en la muñeca, hizo que Lucio bebiera de ella.
Lucio lo miró desconcertado – mientras veía cómo después de alimentarse de su creador, éste echaba el vuelo y desaparecía.
Han pasado muchos años y muchas generaciones desde entonces. El recuerdo de aquel día, Lucio lo recuerda como si se tratara de ayer. Durante mucho tiempo viajó y gozó de la vida; de la inmortalidad que le fue dada. No volvió a ver nunca más a su creador. Pero la mente no olvida y el recuerdo y el tiempo ahora le pasan factura.
Sus ojos color miel, brillaban con intensidad, con el reflejo de las llamas que desprendía el fuego, proveniente de la chimenea. Tenía un cuerpo joven y musculoso. Con una mente dotada de muchos años de experiencia. Había recorrido el mundo y escuchaba con frecuencia las baladas que se tocaban en su época, que iban transmitiendo por radio. Ahora la soledad le había venido a visitar. Su enemigo el tiempo. – cómo bien recordaba de las únicas palabras de Magín; su creador.










María Elena Rangel


Dicen que la curiosidad…

Escuchaba por la radio de mi patrulla el reporte de los últimos acontecimientos en relación con el asesino que hacía estragos en la zona. Dicho asesino era apodado “El Vampiro”, ya que su principal característica era que desangraba a sus víctimas, llevándose toda su sangre; lo que hacía con ella era todo un misterio.
―¿Dices que su última víctima la encontraron en un sector aledaño a donde vivo?
―Así es sargento. Y tenía alrededor de doce horas sin vida, presenta el mismo modus operandi que el resto: ni una gota de sangre; de resto los difuntos quedan intactos.
―Muy bien, iré para allá, pero primero pasaré por mi casa.
Al entrar encontré a mi esposa, estaba pálida y me miraba con temor.
―Cariño, ¿qué pasa?
―Estuve en el ático. ¿Dime qué no es cierto?
―¡Oh, nena! No debiste entrar allí. De verdad los siento.
Cuando mis compañeros llegaron me encontraron destrozado. Les relaté que al llegar a casa encontré a mi querida esposa en la habitación, sin vida y sin una gota de sangre; al parecer el asesino escapó poco antes de que yo llegara ya que el cuerpo de ella estaba aún tibio. Arriba, en el ático, un nuevo envase descansaba junto a los demás en el refrigerador.










Freya Asgard


Ahí estábamos, mi fantasma y yo. Él no me había vuelto a despertar de madrugada, solo cuando pasaban de las doce, me despertaba para que comiera algo… Sí, soy muy flojita y me encanta dormir. Como dije, ahí estábamos, mi fantasma y yo escuchando la radio, cuando de pronto dieron una noticia que me llamó la atención. 
“En la avenida Las Higueras, en la mansión Myer, ocurrió un nuevo homicidio. Esta mañana fueron encontrados los restos del matrimonio Ferrer con sus hijos adolescentes, los que habían llegado a vivir allí hace apenas tres semanas. Esa casa ha sido testigos de muchos homicidios y suicidios, por lo que había estado sin moradores desde hacía más de tres años. Los únicos sobrevivientes a esa casa, la familia Reyes, vivió allí por más de veinte años, hasta que el matrimonio falleció de causas naturales, por la edad, y sus hijos y nietos vendieron la propiedad hace diez años”.
―Yo viví ahí ―le dije a mi fantasma. 
―¿Y sobreviviste? 
―No, estoy muerta ―bromeé. 
―Cómo sobreviviste es lo que quiero saber. ―Ese fantasma no tenía mucho sentido del humor. 
―Lo que pasa es que ahí hay toda una manada de fantasmas a los que les gusta la sangre y el miedo de la gente. ¿Te acuerdas de que te dije que mientras no te tuviera miedo, tú no me podrías hacer nada? 
―Ajá. 
―Bueno, mi abuelo era Francisco Reyes. Cuando llegaron a vivir ahí, esta gente intentó asustarlos, incluso, me contaban, hubo uno que se hizo pasar por vampiro, pero no le resultó, pues mi abuelo no caía en esas cosas y nos impregnó esa tranquilidad a todos. Ninguno les temía. Hicieron todo lo posible por echarnos ya que no podían asesinarnos, pero no lo logaron. Cuando mis abuelos murieron, mis tíos lo primero que hicieron fue vender la casa para repartirse el dinero, pero al final, solo les ha traído dolores de cabeza. 
―No pudieron esperar para repartirse la herencia. 
―Así es. El problema vino después con los demás compradores. El cabecilla de los fantasmas es un tipo que hace de las suyas, busca gente que esté rota para hacerlos caer más fácilmente. 
―¿Y ustedes no estaban rotos? 
―No. Él pensó, cuando encontró a mi abuelo para que comprara esa casa, que también éramos una familia disfuncional, se equivocó medio a medio y, por largos veinticinco años para él, nosotros vivimos ahí, bueno, yo nací ahí, y de pequeña con mi abuelo les jugábamos bromas y a veces nos hacíamos los asustados cuando intentaban nuevas formas de aterrarnos, muy pronto se daban cuenta de que tampoco les había funcionado y que solo nos burlábamos de ellos. Debo decir que era muy divertido… ―Me eché a reír con ganas. 
―A ti te encanta burlarte de los fantasmas. 
―Si a ustedes no les gustara tanto asustar a la gente, no me burlaría. 
―Un día te vas a encontrar con un fantasma más fuerte que tú y sí te vas a aterrar. 
―Ja, ya quisiera verlo. Pero no, jamás un fantasma me asustará. Yo lo voy a asustar a él. 
―¿Y cuando tú misma seas un fantasma? 
―No molestaré. Dime que no es entretenido conversar, escuchar la radio y ver televisión juntos, incluso ayudarme a escribir. 
―Sí, lo reconozco, pero habrá gente que se asuste igual, aunque no quieras asustarla.
―Ah, bueno, entonces se tendrá que ir, no quiero gente cobarde en mi casa. 
―Ya no será tu casa ―replicó burlón. 
―Igual. Pondré en mi testamento que el único requisito para vender es que sea gente que no les tema a los fantasmas. 
Se levantó justo en el momento en el que un relámpago atravesó todo el firmamento e iluminó toda la casa, el retumbar del trueno no se hizo esperar mucho. Yo pegué un salto y me aferré a mi fantasma. El rio con ganas. 
―Bueno, no te asustan los fantasmas, pero sí las tormentas ―me dijo mientras me abrazaba. 
―Las tormentas son reales. 
―Yo también lo soy… ―me dijo apretándome con más fuerza.










Jacqueline Estay Guerra (Taygeta Maia)

Nuestro Primer Beso

¡Por fin! Esta noche vendría el chico de mis sueños a verme. Hacía unos meses que nos mirábamos, pero ninguno de los dos se atrevía a hablar, hasta que ayer me invitó a un café y yo acepté. Cuando nos despedimos me atreví a invitarlo a mi casa y ahí estaba yo, preparando alguna cosa rica para esperarlo.
Cuando estuvo todo listo puse la radio con una música romántica. Estaba todo perfecto. Solo faltaba él.
Cuando sonó el timbre, arreglé un poco mi pelo y fui a abrir. Estaba espectacular y ese brillo extraño en sus ojos terminó de cautivarme.
Nos servimos un trago y sentados en el sofá él me dio su primer beso enterrando sus afilados colmillos en mi cuello, mi adorado vampiro.










Katty Montenegro

Mundos Paralelos

Dicen que nuestros sueños son vistazos de nosotros mismos en otros universos, en mundos paralelos, soñamos con otras vidas.
Entonces, cuando muero, ¿una de mis versiones dejó de existir? Fue una pregunta que me persiguió por mucho tiempo. Hasta que una duda más intrigante llegó a mí. Una noche soñé que era un vampiro. Un vampiro muy extraño por lo demás. Era de esos vampiros que se ven como humanos, pero podía volverme un monstruo cuando lo quería, uno de esos realmente feos.
Busqué mucha información y di con la teoría de que los mundos paralelos se enlazan, no solo soñamos con los recuerdos de nuestros otros yo, sino que además, podemos interactuar con ellos, y hay quienes aseguran que han podido cambiarse. De ahí el efecto mandela.
No hice nada para cambiar y menos a este universo. Soñé muchas noches seguidas con esta vida. Y un día simplemente desperté aquí. 
Soy un vampiro. Aún no sé cómo es mi vida aquí. Solo sé que hay una radio que dice que estamos en el año 12.022. 









Y estos fueron los 14 relatos de estas dos semanas???

Qué les parecieron???

Alguno favorito???

Y bueno, ya saben, en algún momento otro recopilación quincenal o la mensual.

Gracias por leernos y besitos!!!








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