domingo, 8 de mayo de 2022

(Recopilación) Yo Escribo 52 Historias - Semana 15 y 16 by Varios Autores

Yo Escribo 52 Historias


Semana 15 - Ladrillo / Gato

Semana 16 - Miedo / Cine



Varios Autores


Freya Asgard, Salvador Alba, Neus Sintes, Eelynn Cuellar, Katty Montenegro, María Elena Rangel


Hola!!!

Y bueno, aquí está la recopilación quincenal que corresponden a la semana 15 y 16 donde las palabras utilizados son: Ladrillo/Gato y Miedo/Cine. Así que veremos que historias se crearán con ellas.

Les recuerdo que el orden en el que aparecen fue conforme se fueron publicando en redes sociales, por lo que no hay orden de preferencia.










Freya Asgard


Un maullido no dejaba de molestar, un gato lloraba y lloraba, quién sabe dónde. A punto estuve de tirarle un ladrillo, pero se escuchaba tan lejos. En la mañana, cuando se iba a trabajar mi esposo, en la puerta, una pequeña gatita lloraba muerta de frío y de hambre. Su maullido era tan despacito que apenas se escuchaba. La entré a mi casa, desde entonces, es nuestra princesa, nuestra compañera y me alegré de no haberle lanzado un zapato o algo peor, ya había sufrido demasiado para sus cortos quince días de vida. 









Salvador Alba

Espiando a Claudia

Observaba a Claudia tras los arbustos que delimitaban su casa con la mía. Ella se estaba bañando en su piscina con la única compañía de la música de aquel verano. Llevaba un bikini minúsculo, que me tenía caliente perdido. Salía del agua contoneando sus caderas, se daba la vuelta dejándome ver su precioso trasero y se tiraba de cabeza. Le gustaba zambullirse.
Cuando se cansó del baño, se tumbó en una hamaca boca arriba, dejando sus firmes pechos al sol y a mí al borde del infarto, no me lo esperaba, como tampoco me esperé que un gato pasase justo encima de donde yo estaba y el padre de Claudia, con muy mala puntería, le lanzase un ladrillo a la voz de «¡¡¡Zape de aquí, minino!!!».
Me abrió la cabeza, pero desde ese día, y gracias a que su padre, médico de urgencias de profesión, se empeñó en curarme la herida él mismo, Claudia y yo somos inseparables.









Neus Sintes


Mickel despertó en un lugar desconocido. No recordaba nada de lo sucedido. Desorientado, intentó levantarse, mientras sus ojos se adaptaban a la oscuridad de la noche. El maullido de un gato llamó su atención.

Al intentar incorporarse, se encontró atado de manos y pies. La presencia felina de pelaje negro y ojos amarillos, pasó por su lado, silenciosamente, mientras con unos agudos maullidos parecían querer decirle algo.

Mickel maldijo en silencio a aquel que le había hecho aquello. Intentando recordar, en qué momento fue secuestrado y conducido en la oscuridad de la noche.

A lo lejos, un coche negro, con las luces apagadas, no se había movido del lugar. Se preguntó si estaría abandonado. Los minutos pasaban y el silencio, era cada vez más difícil de aguantar en su estado. Al otro lado, un muro, hecho de ladrillo gris, lo separaba de lo que supuestamente parecía ser la salida del callejón.

El crujir de la puerta del vehículo, hizo desviar la mirada. Una mujer de andares femeninos de pelo dorado, bajó del vehículo y entonces empezó a recordar. Pequeños fragmentos de lo sucedido en el bar empezaron a llegar a su mente.

Barbara se acuclilló a su lado, mientras se lo quedaba mirando, jugueteando con la linterna en su mano, como si de un tesoro valioso se tratara. Mickel, detectó rasgos en esa mujer, que le eran familiares, al menos sentía que la conocía. Su mente aturdida, no le dejaba pensar con claridad.

__Mickel, Mickel.__empezó a recitar su nombre

__¿Quién eres? __preguntó Mickel, nervioso.

__Un detective como tú, tan famoso por su reputación debería recordar. Ser capaz de tener memoria fotográfica y el de no olvidar. Mickel __prosiguió Bárbara ¿en serio, que no me recuerdas? __le preguntó mirando muy fijamente a los ojos, como si en su mente deseara entrar.

Mickel permaneció en silencio, mirando el rostro de la mujer y entonces un destello en su pupila cambió de color. Su rostro se tornó más pálido aún. Se encontraba delante de la mujer que antaño el lastimó su corazón. Ahora ella reclamaba venganza.

Bárbara supo por su semblante que le había reconocido. Con su dedo índice le selló los labios. Mientras le explicaba detalle por detalle, como hizo para que el llegara a ella y de esta forma, darle de su propia medicina. Barbara, científica de profesión, creadora de la linterna, que dejó a la vista de Mickel, a sabiendas, de que le ofrecieran el caso de su desaparición.

Había fabricado una sustancia para que un breve período de tiempo, la luz que emitiera la linterna, producía un efecto de adormecimiento. Momento que aprovechó para poder retener a Mickel y hacerle pagar por todo lo que había sufrido.

__Vas a escoger entre estas dos opciones. Una, si te quito de las cuerdas a las que estás atado deberás enfrentarte entre la locura de contar la verdad, de la que nadie te creerá y te tomaran por un pobre detective que ha perdido la cabeza. O dos, saldrás de aquí, admitiendo tu derrota y dando por perdida la misión que te encomendaron. Te convertirás en un fracaso. Bajarás de peldaño para convertirte en un detective más entre el montón.

El silencio reinó durante unos minutos que se hicieron eternos.

__Escogeré la opción dos __ dijo Mickel resignado. Su exnovia del pasado lo había vencido.

Salió del callejón una vez desatado para enfrentarse a un mundo, donde el terror le perseguiría así como la misma mirada que ella le clavó por última vez, cuando empezó a andar sin un rumbo fijo. Había perdido toda seguridad en sí mismo. Se sentía perdido y diminuto en un mundo en el que, ahora había perdido toda su fama. Ya no volvería a ser el detective al que por su nombre todos reconocieran. Se había convertido en uno más, cuando admitió a su superior de que había perdido el caso, sin poder llegar a resolver el caso.









Eelynn Cuellar

Un Hogar Seguro

Si mi madre me viera, me retaría seguro, y sé que llevándome uno o dos ladrillos de la construcción me tardaré una eternidad en tener todos los que necesito.

Pero cada ladrillo que robo tiene un propósito, tampoco es que sea un ladrón cualquiera. Sí ya sé que en casa no podemos tener animalitos, pero estoy seguro que cuando vea la casita que le estoy construyendo  estoy seguro que me dejarán tener al gato que llevo alimentando con mi lonch del colegio todos los días. Bien podría seguir utilizando la caja de cartón, pero cuando comiencen las lluvias se echará a perder y mejor que tenga algo que dure. Además teniendo su propia casita, cuando sea grande traerá a su novia a vivir con él y sus hijitos no tendrán que vivir en la calle como él.









Katty Montenegro

Sueño hecho realidad

Había dos cosas en la vida que soñaba tener: una casa de ladrillos rojos y un gato. Obtener la casa era cuestión de esfuerzo, sin embargo, el gato por otra parte, era cuestión de salud. Amaba a los felinos e irónicamente era alérgica a ellos.
Un buen día conseguí la casa... cada ladrillo estaba teñido del rojo que más me gustaba. La llené de plantas y cuadros. Lo único que faltaba era mi compañero gatuno.
Siempre tuve la esperanza de llegar a grande con un mínimo de alergia, en muchos casos ocurría eso, pero, pese a que había disminuido, aún era bastante fuerte, aparte de molesto.
Años más tarde, mi médico me volvió a hacer el test, y el resultado fue "alergia leve". Esa nueva disminución me permitía tomar antihistamínicos... Y tener al fin un gatito.
Al final, la cosa fue al revés, ella se metió en mi casa, ella me adoptó a mí. La llamé Gala.









María Elena Rangel

Las Oportunidades son para aprovecharlas

No puede ser, justo se reventó el neumático cuando más apurada estoy, voy con retraso a la cena de ensayo de la boda de mi hermana, no me lo perdonará. Miro a mi alrededor y solo distingo una cerca de ladrillo, está muy oscuro y ya comienzo a sentir algo de miedo.

─¡Hola! ¿Necesitas ayuda?

Doy un salto cuando escucho la voz. No me había dado cuenta que tenía compañía. Volteo, casi me desmayo y no precisamente por el miedo, sino por la impresión. Frente a mí está el hombre más atractivo que jamás vi.

─Si eres tan amable. Como ves se reventó el neumático y no tengo ni idea de como cambiarlo.

─No hay problema, si tienes un gato te ayudaré a cambiarlo.

Abrí la cajuela del auto, y sí, allí estaba esa cosa que llaman gato. Mi salvador lo sacó y se puso manos a la obra, en menos de lo que canta un gallo montó el nuevo neumático, guardó el otro en la cajuela junto con la herramienta. Se limpió las manos con un pañuelo que sacó del bolsillo de sus jeans

─Por cierto mi nombre es Sergio ─se presentó con una sonrisa arrebatadora.

─Yo soy Samara. Muchas gracias por rescatarme, no tengo como pagarte.

─Fue un placer, preciosa. Podrías acompañarme a tomar un café… La noche está muy fría.

Samara dudó, su hermana y sus padres se enojarían con ella. Pero bueno, ya se les pasaría. Por nada del mundo perdería la oportunidad de pasar un rato con semejante hombre.

─Nada me gustaría más que tomar ese café.

─Entonces… Vamos por él.














Salvador Alba

Alaridos

Me encontraba en la sala de cine viendo una película de terror. La gente no decía nada, menos cuando aparecía una imagen inesperada acompañada, o no, por un efecto de sonido ensordecedor.
En general, quienes más se asustaban cerraban los ojos y se agarraban a su pareja.
Cuando terminó y encendieron las luces, comprendí que la película no era tan aterradora como mi presencia, pues al verme correteando entre las butacas y escaleras abajo en busca de palomitas olvidadas, supuso que la mayoría de la sala subiese a su sillón profiriendo alaridos de auténtico pavor.
A mí solo me daba miedo que alguna de las patadas que trataban de darme me alcanzasen.









Neus Sintes

Cine 3D

El miedo se había apoderado de Robin, desde el mismo momento en que había cruzado el umbral prohibido del que a muchos había oído hablar. La línea que separaba por así decirlo, la realidad de la ficción. O como dirían los sacerdotes, lo opuesto entre el bien y el mal. Acompañado de sus cuatro mejores amigos, emprendieron un largo camino. Tanto como Robin y sus amigos, sabían de las habladurías y consejos de la gente que se había arriesgado a ir, pero cuando se hallaban cerca, el miedo les paralizaba, emprendiendo la marcha atrás, sin atreverse siquiera a pensar en cruzarlo.

Pero la curiosidad pudo más que escuchar las advertencias de la gente. Ahora, ya era demasiado tarde para echar la vista atrás. Tanto Robin, seguido de Rita, Jack, Koral y Deniss, habían cruzado la línea.

Los cinco podían presenciar a cada paso que daban la belleza del lugar. Mientras a sus espaldas la puerta empezó a emitir un sonido parecido al chirriar de una puerta cuando se cierra…

__No perdamos la calma __hemos oído demasiadas historias de la gente en un intento por tranquilizarlos. __La puerta se ha cerrado por la brisa, por nada más.

El grupo de amigos prefirieron fiarse de las palabras de Robin y con algo más de ánimo, siguieron el camino, olvidando la puerta que por sí sola se había ido cerrando. Vivían en un pueblo donde la mayoría de la gente siempre había sido supersticiosa y creían en que el lado oscuro vivía tras el umbral, al que algunos por curiosidad quisieron entrar, pero el miedo y las supersticiones, optaron por alejarse de lugar.

Robin y sus amigos nunca creyeron en supersticiones ni en la magia negra ni en la posibilidad de que existiera el mal detrás del umbral al que todos le tenían tanto respeto.

En cambio Robin, no estaba tan seguro de sí mismo. De sus mochilas sacaron las linternas, estaba oscureciendo y en aquellos parajes no había farolas que alumbrasen el camino. Un temblor recorrió su cuerpo al ver una sombra.

__¿Te encuentras bien? __preguntó Rita

__No ha sido nada. Un escalofrío.

Robin iba en cabeza, cuando un grito le hizo reaccionar. Deniss y Koral no estaban con ellos.

__Esos tortolitos…__dijo entre risitas Rita.

__¿No estarás pensando?…preguntó Jack al ver el sombrío semblante de Robin.

__No. Que va, Que va…__Sigamos. Tal vez tenga razón Rita.

A cada paso, Robin empezaba a creer en que algo maligno les perseguía. Empezó a percibir una presencia nada agradable. El grito ahogado de Rita y el silencio de Jack le hicieron saber que se había quedado completamente solo. No hacía falta darse la vuelta para comprobarlo. Presentía como se iban acercando, su pulso acelerado, había invadido cada poro de su cuerpo.

No sabía cuantas almas malignas se encontraban en el lugar, de lo que no le cabía duda era que estaba completamente solo, con el mismísimo diablo. Sus amigos habían ido desapareciendo por el camino. Ésa era la realidad.

Llegados de las tinieblas, para saciarse de los humanos. Con la finalidad de poseer nuestras almas, nuestras mentes y nuestros cuerpos. Hacer de este un mundo, un lugar oscuro y sangriento. Robin, ya no pensaba con claridad. Atacan en la oscuridad, durante la noche. Mi linterna ya ha dejado de dar luz. Apenas veo entre tantos hierbas…

A Robin su mente le estaba pasando malas jugadas en las que no podía pensar con claridad. Podía oír sus risas maléficas detrás de él, cada vez más cerca. No podía huir, apenas veía en la oscuridad, a cada tropiezo se levantaba para correr más deprisa hasta volver a tropezar. Finalmente unos ojos rojos se abalanzaron hacia Robin.

__¡Nooo! __gritó.

Finalmente, las luces del cine se encienden, dando por finalizada la película. Con las pupilas de sus ojos aún dilatadas y medio aturdido, Robin se deshizo de las gafas 3D. Mira a sus amigos, con caras sobresaltadas y aturdidos, todavía a causa de los efectos tan reales. Con la mirada se lo dicen todo. Se levantan con ansias de sus respectivos asientos y echan a andar hacia la salida.









Freya Asgard

La Última Función

Nunca me ha gustado mucho ir al cine, pero esa noche estrenaban la película de terror esperada por todos, una nueva entrega de una de las sagas que ya se consideraba clásica, un ícono del celuloide, por lo que no podía perderme la oportunidad de ir al estreno con mis amigos.
Compramos palomitas, bebidas y nos sentamos en nuestros lugares preferidos, los que habíamos reservado en el mismo momento en el que se abrió la compra de entradas, había que responder ciertas preguntas, porque solo los más fanáticos de la serie podíamos asistir al estreno. Y nosotros lo éramos.
Al inicio de la película, aparecía una advertencia, típica, de que no era apta para menores ni para personas con sensibilidad y que no nos preocupáramos si no nos daba miedo mientras disfrutábamos del espectáculo, el miedo llegaría sí o sí en algún momento. Esa última advertencia nos pareció extraña, pero al final, lo entendimos, no era una película mala, pero el terror jamás llegó, ni siquiera con un sonido repentino y fuera de lugar. Nada. Salimos decepcionados como todo el mundo, algunos se quedaron en sus asientos sin moverse, nosotros fuimos los primeros en salir, cabizbajos, decepcionados de esa, que era la última entrega de ese psicópata asesino de jóvenes. Al llegar a la entrada del cine, estaba él, bueno, no él, un hombre disfrazado del asesino de la película que quería entrar.
―Llegaste tarde, amigo, la función ya terminó ―le dijo mi amigo con algo de burla.
El disfrazado ladeó la cabeza sin contestar. Alzó su machete de cincuenta centímetros y nos pretendió asustar.
―No te esfuerces, horrible la película, no mató a nadie, tampoco lo mataron a él, simplemente escapó ―expliqué yo―. No hizo para nada justicia al nombre de esta entrega: Hoy morirás. No murió nadie. Ni él.
―Menos mal que no entraste, amigo ―le dijo otro hombre que estaba detrás de nosotros―, no te perdiste nada. El tipo escapó… Hicieron una cosa rara donde él escapaba “al mundo real”. No entendí la verdad. Mejor me voy. Permiso. ―Pasó por el lado de nosotros y, al pasar por el lado del psicópata disfrazado, este le dio un machetazo que le partió en dos la cabeza.
―¿Qué? ¿Qué hiciste? ―le pregunté yo, exaltada.
El disfrazado no contestó. Solo ladeaba su cabeza de un lado a otro con gran lentitud imitando al personaje.
Nadie quería salir, nadie quería moverse, ese tipo estaba loco. Algunos empezaron a llamar a la policía, pero sus teléfonos no tenían señal de ningún tipo.
Una de las chicas de atrás salió corriendo, pero fue asesinada también, el tipo le cortó las piernas y luego la terminó de rematar con un golpe en la cabeza.
El psicópata, porque eso era en realidad y no un disfraz, dio unos pasos hacia nosotros que corrimos hacia el interior del cine. Esa había sido la última función, por lo que solo quedábamos nosotros como público, no vi ningún empleado. Nos escondimos en diferentes salas, con mis amigos esperamos que entrara a otra y nos quisimos escabullir, pero el recinto estaba cerrado. Nos habían aprisionado.
―Amigos ― habló una voz por altoparlante―, Markus se quiere despedir esta noche de todos sus fans. No importa dónde se escondan, él los encontrará. Solo los que lo han seguido a través de estos últimos veinte años, sabrán salir ilesos de esta situación, aunque ya lo saben, Markus jamás deja vivo a nadie que lo haya visto. Disfruten del espectáculo final… 









Eelynn Cuellar

Una De Terror

Nunca me han gustado las pelis de miedo, soy una cobardica desde el pie gordo hasta la punta del cabello. Esa tontería de que sirve para aprovechar la situación para abrazarte de tu compañero, son puras pamplinas. Y bueno, ahí estaba el chico que me ha gustado por años... Toda la vida, que tampoco soy una vieja, pero para mí son muchos años. Así que cuando me invitó al cine, pues yo creí que veríamos una de acción o de romance, y pues resulta que el tipo escogió una de esas de terror, de las que nunca veo. Y dije, bueno si me asusto, pues cierro los ojos y me abrazo de él. Pero en la primera escena dónde sale el asesino, pegó un alarido que me dio más miedo que lo que estábamos viento y el muy tonto me dice: «ay mana, eso está horrible». Pues resulta que he conseguido una nueva amiga que es más cobarde que yo.









Katty Montenegro

Un Gran Susto

No era fan de pasar sustos, pero, ahí estaba, en el estreno de una película de terror. A mitad de la película, la luz del cine se fue... Una falla seguramente, o eso pensé. Pasado largo rato comencé a desesperarme, ¿no tenían un generador? No se veía nada y tampoco escuchaba susurros o algo que me dijera que mis compañeros de cine se sentían igual que yo.
—¿Qué habrá sido? —consulté a mi amigo, al que había acompañado en esa oportunidad. No hubo respuesta—. ¿Sabes que no puedo verte? Necesito que me contestes con palabras. —Silencio nuevamente.
—Señor, no hay nadie a su lado —escuché una tierna voz.
Mi miedo creció de forma exponencial, intenté tocarlo, pero mi mano terminó tocando un asiento vacío.
Mi respiración se agitó. Me costaba tragar, respirar, pensar con claridad...
La luz se encendió de golpe y una voz en el alto parlante pidió disculpas por el inconveniente.
—No te recomiendo estar en el baño cuando se corta la luz —dijo mi amigo tras llegar a mi lado—. Los espejos dan mucho miedo —continuó sin percatarse del terror en mi rostro.
—¿Cuándo te fuiste? —consulté apenas audible.
—Recién... Literalmente llegué al baño y la luz se cortó. Menos mal que no alcanzaron a ser ni cinco minutos —dijo riendo.









María Elena Rangel

Tratando de sobrevivir

Regresaba de mi cabaña en la montaña ya al anochecer. Al entrar al pueblo sentí una extraña sensación, el pueblo estaba igual, pero al mismo tiempo diferente. Bajé del auto y decidí seguir el recorrido a pie; las calles estaban inusualmente solitarias. Me enfilé por la calle principal donde se encontraba el cine, una corriente fría me recorrió la columna vertebral, en el cine no había nadie, ya tendrían que estar en cola para comprar los boletos de entrada.

El miedo se apoderó de mí. No me gustaba nada, tanta soledad no era normal, menos a esa hora. Con cautela recorrí las calles sin encontrar vestigio alguno de vida. Llegué a las afueras en el otro extremo del poblado y mi temor creció, me escondí como pude cuando vi una especie de campamento; cientos de humanos caminaban bajo una especie de hipnosis, parecían zombies pero no lo eran. Estaban bajo el control de unos extraños seres de cuerpo mediano, cabeza grande y ojos saltones, saltaba a la vista que no eran de este planeta.

Aterrado di media vuelta para regresar a mi auto y huir lo más lejos de este lugar, pero era tarde, los extraños seres se encontraban por todos lados. Pude a duras penas llegar al cine, me escondí dentro lo más rápido que pude esperando el momento de seguir camino hacia el vehículo. Tenía que salir de allí, o solo sería cuestión de tiempo que dieran conmigo. Me dormité, no sé por cuanto tiempo. Cuando desperté comprobé con pavor que estaba rodeado por ellos. Mi destino estaba sellado, ya era inútil tratar de escapar.







Y estos fueron los 12 relatos que se juntaron estas dos semanas. Seguimos en pie 6 autores, y veremos si logramos mantenernos todos, espero los disfruten y nos vemos pronto con otra recopilación, ya sea la mensual u otra quincenal.

Gracias por leernos!!!

Besitos!!!





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