Yo Escribo 52 Historias
Semana 37
Olvidar / Nervios
Noche Agitada
Ayleen sigue corriendo lo más rápido que puede, sus músculos le queman, pero lo único que sabe es que no puede ni debe detenerse. Algo irracional si lo piensa un poco, solo sabe que debe huir y dejar atrás aquello que le atemoriza.
No recuerda nada, absolutamente nada, aunque sus nervios son un indicio claro de que algo muy malo ha ocurrido. Es una suerte que lo haya olvidado, y tampoco lo tiene muy en claro si tiene que olvidar alguna cosa.
El aliento se le está acabando y sus pulmones ahora también le molestan, las piernas comienzan a fallarle, sin embargo no quiere flaquear y sigue corriendo lo más deprisa que puede.
No había reaccionado que en esta carrera sin sentido que lleva no se ha cruzado con nadie en su camino. Viviendo en una ciudad tan poblada que sin importar la hora que sea, siempre hay actividad. Ni una persona o automóvil se ve cerca, agudiza sus sentidos y lo único que se escucha es el retumbar de su corazón que amenaza por salir en cualquier momento de su cuerpo.
Se permite un pequeño descanso e intenta respirar por la nariz para recuperarse lo más rápido posible y poder continuar su escape, tan solo fueron suficientes unos minutos y a la segunda zancada tropezó con una piedra, no fue capaz de meter las manos y su rostro amenaza con besar el pavimento.
Con un fuerte dolor de cabeza, Ayleen abre los ojos confundida, parpadea varias veces para tratar de despejarse, su supone que debería estar besando el suelo y no una alfombra, su alfombra. Algo muy feo debía estar soñando, pocas veces tiene pesadillas, o por lo menos que recuerde, siempre le han dicho que ella no se duerme, se muere debido a que es de esas personas que así como se acuesta, se despierta en la misma posición y debía estar muy agitada para que se cayera de la cama. Aún con la vista nublada y la cabeza como sumergida en una niebla, cuando logra ponerse de pie se da cuenta que anoche no durmió sola, junto a ella, en el suelo ve su peor pesadilla, ella fue capaz de... de... y lo toma entre sus manos, ella nunca imaginó que pudiera ser capaz de hacer algo como aquello.
Suelta un grito que le lastima su garganta y cuando se abre la puerta, su madre también grita y se desmaya. Ayleen corre a su lado para comprobar que se encuentra bien y después atenderá el otro asunto.
Observa la navaja entre sus manos, la ve con admiración ya que parece antigua.
Se acerca al cuerpo.
—Oye, despierta chico... Despierten chicos —los sacude a ambos al ver que no reaccionan—¡Vamos, no me hagan esto!
Comienza a levantar el reguero de ropa y los empaques de aluminio regados por todo el suelo. Se dirige al baño y llena un vaso de agua, uno que utiliza para despertar a sus invitados y se marchen antes que su madre recobre el conocimiento o su padre o hermanas aparezcan en su habitación… jamás había invitado a un chico y mucho menos a tres al mismo tiempo, mientras ellos despiertan se deleita unos segundos con tremendos traseros.
—Creo que eso me pertenece —uno de los chicos le señala la antigüedad que tiene en las manos—, sí estás de acuerdo, en la noche regreso por ella y continuamos donde nos quedamos.
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