Yo Escribo Febrero
Luz / Corona / Fuego / Arena
Varios Autores
Freya Asgard, Katty Montenegro, Salvador Alba, Sarang Hee, Kris O'Coneill, Yunnuen González, Taygeta Maia, Kelly Belher, María Elena Rangel, Eelynn Cuellar
Hola, Hola!!!
Puff, increíble que ya estemos en el tercer mes del año, pero a lo que vamos que es lo importante.
Aquí está la recopilación de los relatos con los que varios autores me están acompañando en este reto de escritura, los últimos 5 son míos (muy independiente de como se hayan publicado), y los demás "están" en orden (o eso creo) de como fueron compartiendo.
Qué tan románticos nos habremos puesto???
Freya Asgard
Luz, Corona, Fuego, Arena
La arena se sentía fría bajo mis pies, pero debía cumplir el ritual. La luz que emitía la fogata era lo único que iluminaba la oscura playa.
Esa noche llevaba puesto un vestido largo, negro y muy ajustado a mi cuerpo. Me lo habían diseñado especialmente para mí.
Caminé hacia el fuego donde se hallaban reunidos los más poderosos hechiceros de todos los tiempos.
El estómago se me contrajo de nervios, aun así, seguí avanzando cual novia camina al altar. En realidad, eso era, ¿no?
Llegué hasta el pequeño y hermoso altar, donde me recibió Él con una bella sonrisa.
El hechicero supremo nos miró a ambos y, luego de pronunciar algunas palabras en arameo, me miró a mí con una mirada dulce.
-¿Deseas y aceptas ser la esposa de Satanás por propia voluntad, sin presiones de ningún tipo? -me preguntó, noté que mi compañero se movía nervioso
-Sí, lo deseo y acepto -respondí sin dudar.
Dos mujeres se acercaron y colocaron sobre mi cabeza una corona en señal de que me había convertido en la nueva Reina de las Tinieblas.
Entonces, Él me besó...
Katty Montenegro
Luz, Corona, Fuego, Arena
Una familia perfecta
La luz del sol me da directo en los ojos haciéndome reaccionar tras la hermosa y tranquila noche de descanso. El último tiempo ha sido agotador, pero no me importa, ha valido la pena cada minuto.
Miro a mi lado y estoy sola, no sé dónde se metió ese hombre que me revoluciona la vida.
Me levanto y voy al cuarto de estar, ahí lo veo jugando con nuestra pequeña hija, se ven lindos, parece una postal de película. Ella con su pelo rojo como el fuego y el con su cabello negro como la oscuridad.
Esa niña nació de nuestro corazón, sus rasgos no se parecen a los nuestros, ella sabe que no somos sus padres y aun así no parece adoptada. Yo era estéril, se supone, y ahora estoy con una tremenda panza esperando que nuestro principito conozca el mundo.
―¡Mami mira! ─Me muestra un dibujo de un castillo donde están ella y su futuro hermano.
―Está hermoso princesita ¬─contesto con una sonrisa.
―Tu deberías estar acostada… ―dice mi esposo con dulzor.
―Quiero estar sentada un rato ―contesto regalona.
El solo sonríe y me ayuda a llegar al sillón, el embarazo ha sido un poco complicado, pero los cuidados que le hemos dado han sido suficientes para que nuestro hijo se desarrolle bien.
Cuando supe que sería madre tuve miedo por la pequeña, no quería que pensara que dejaríamos de amarla o que no quisiera a su hermano… pero lo primero que dijo fue: “hay que comprar cosas que le gusten, como cuando yo vine a vivir aquí”. Ese mismo día la llevamos de compras para que le eligiera algo al nuevo integrante de la familia. Eligió una corona.
“―Mi hermanito debe ser el príncipe, porque a mí me dicen princesita. Y también debe tener nombre de príncipe ―determinó tomando la de color rojo.
―¿Y si no es un niño? ―preguntó su padre.
―Yo sé que es niño, además no es un color de niño, pero tampoco de niña.
―Me parece buena idea, el color está bien, pero si es niña ¿jugaras con ella?
―Seremos dos princesas y podremos jugar al té… aunque creo que será niño y si tengo razón… ―hizo una pausa― ¡podremos hacer muchos castillos de arena!”
Sonrío ante el recuerdo, mientras ella acaricia mi pancita, cada día está más ansiosa de conocerlo, y pareciera que él también…
Salvador Alba
Luz, Corona, Fuego, Arena
Deshecho
A la luz de las velas contemplé tu rostro, cada facción que te hace un ser único en la faz de la tierra. Me fascinó el fuego de tu mirada: intenso, cálido y perverso. Más tarde se avivó con nuestras caricias y besos, fué entonces cuando te puse la corona de la reina de la lujuria y me deshice en tus brazos como arena del desierto esparcida por el viento.
Sarang Hee
Luz, Corona, Fuego, Arena
Te Traeré De Vuelta
Kris O’Coneill
Corona, Fuego, Arena
Una metáfora al cambio climático
Bajo el suave manto del crepúsculo, aquella princesa, se encontraba a un par de pasos de ser coronada a reina, ahí, a la orilla del mar en donde sus descalzos pies percibían a cada pisada que daba, la aún fría temperatura de la arena en aquel instante.
Su vestido, elaborado de finas tiras de cuero dorado, contrastaba con sus redondos ojos azules, enigmáticos como ella misma, ahí a donde fuera.
Otros del mismo color, la observaban escondidos entre las ramas de los árboles, atentos al cambio que se iba a dar dentro de ese reino.
Mientras tanto, era el padre en ausencia de una mujer quien entregaría la corona a su primogénita, nombrándola “Reina de La Ciudad del Fuego”, poblado surgido de la división del antes “Reino del hielo”, debido, a las inclemencias que el clima había dejado tras el colapso del sobrecalentamiento en aquella región.
<<El fuego que hoy gobierna superó a la nevada helada que lo arrastraba…Pudo más>>.
Ese, era el orgullo de los habitantes del asentamiento.
Un par de pasos más la llevó hasta donde su padre, luego de un intercambio de sonrisas, un beso en la frente y este tomar entre sus manos la tiara de gemas preciosas, la alzó hacia la puesta del sol, eclipsando a todos con el brillo que desprendía, después de eso, miró a su hija y con orgullo, colocó la joya sobre su delicada cabeza, pero no supo más, no supieron más…
Un fuerte rayo salido de los cielos los cegó y dejó inconscientes sin saber si aquel inicio era también el fin de su reinado…
La princesa sintió cómo su alma se desprendió de su cuerpo y levantándose en una estela, miró a todos. Sus cuerpos se hallaban casi inertes mientras congelados, eran sepultados bajo la fuerte y crepitante nevada que acontecía.
—Bienvenida nuevamente al Reino del Hielo. Tu fuego jamás podrá con nosotros.
Al girarse y toparse con aquellos ojos supo que no tenía escapatoria, ahora, no era más que una forastera en ese helado mundo en donde la fuerza de sus ancestros no pudo contra lo demás, en ese instante, el mundo volvía a ser el mismo, pero ella, se sentía parte de él.
Yunnuen González
Luz, Corona, Fuego
Encontrado Por Una Estella
Un destello muy brillante y cálido me hizo abrir los ojos. Frente a mi estaba un atardecer que deseaba detenerme con su belleza, pero respiré profundo y caminé por la playa para cumplir mi propósito.
Sentí el susurro de las olas acompañando cada uno de mis pasos. A lo lejos, escuché las risas de personas entremezcladas con las notas de un instrumento acústico. Seguí caminando hacia ellos, con el viento moviendo a placer mi vestido de seda blanca, hecho por las hadas más talentosas de mi reino.
Uno de ellos notó que me acercaba, y anunció mi presencia a su compañero con un codazo.
Sonreí cuando el hombre distraído me notó. Hace milenios que he soñado con esa sonrisa, que ha sido mi sol y mi luna.
Estaban sentados frente a una fogata, cuyo fuego se alzaba creando dragones que ellos invocaban con su música sin saber. Me detuve frente a ellos, sintiendo su silencio como una brisa helada, casi invocada por el hechicero más poderoso de mi mundo. Se miraron entre ellos.
—¿Quién de ustedes es Allastir? —pregunté. Mi voz salió en un murmullo musical que los desmayó en secuencia a los hombres, hasta dejar a Allastir muy confundido y aterrado de lo que sucedía.
Me senté a su lado.
—Te escuché en mis sueños —le dije mirándolo. Su sorpresa me hizo sonreír, pero creo que lo asusté más.
Miré a las llamas para domarlas con un movimiento de mano; se escuchó el rugir de los dragones regresando a sus cuevas.
—¿Sabes quién soy? —le pregunté mirándolo de nuevo. Me regresó la mirada por unos segundos, en su reflejo pude ver nuestro hogar basto y oscuro. También estaba buscándome entre sus recuerdos.
Entonces, sin decir nada, se puso de pie en lo que extendía una mano hacia la luna para tomar un haz de luz, y murmuró en lo que la manipulaba entre sus manos, hasta formar una corona.
Se hincó frente a mi para ofrecerme dicha corona.
—Eres mi reina… Y yo soy tu rey —dijo—. Ahora lo recuerdo.
Sonreí en lo que tomaba la corona para colocármela, después él se irguió para ofrecerme la mano, y levantarme sin despegar la mirada de él. Me tomó del cuello para reavivar la promesa de amor eterno en un beso.
Nuestros recuerdos fueron y vinieron entre nosotros.
Un mundo mágico en donde ambos gobernábamos. Un deseo de un humano que lo encarceló en este mundo, y un beso que siempre nos hará inmortales.
Somos seres de luz. Somos magia. Somos una estrella viviente.
Taygeta Maia
Luz, Corona, Fuego, Arena
Hermosa Esperanza
Habían pasado muchos días. Ya había perdido la cuenta de los días que llevaba encerrada. La luz del sol entraba por la ventana de la cocina. Preparó un café y recordó que no podían salir, lo habían dicho en las noticias. Cuarentena le llamaron. ¿Cuarentena? ¿Desde cuándo no podía visitar a su familia? No podían abrazarse pues el virus se contagiaba muy rápido. Sintió pena. Se sentía sola. Hacían videollamadas con su familia, con sus padres, sus hermanos, sus sobrinos. Cada uno en su casa. ¿Cuánto hacía que no los veía? Ocho meses más o menos. Los cumpleaños fueron por zoom; las Fiestas Patrias, lo mismo; la Navidad… Fue una Navidad solitaria. Sus padres se tenían el uno al otro; sus hermanos a su familia y ella, ella estuvo sola.
Encendió el fuego de la cocina y tostó un pan para luego ponerle mermelada de mora. Una vez terminado el desayuno, tomó su celular y procedió a pedir el permiso correspondiente para ir al supermercado. Tenía dos horas para hacer todo. Tomó su bolso y salió.
En un escaparate del supermercado vio una corona muy linda. Era una corona de princesa, la tomó y la dejó en el carro. Se la daría a su sobrina cuando pudiera verla. Sonrió.
Había bastante gente dentro del local, todos con sus mascarillas tratando de evitar aglomeraciones. Debían respetar el distanciamiento físico.
En ese momento sonó su celular, era su hermana para decirle que el próximo domingo querían juntarse, después de tanto tiempo, en la casa de sus padres. Era el Día del Amor, buena fecha para volver a verse.
--Nos acaban de levantar la cuarentena—le contó, feliz, Sandra.
--Cuándo?
--Hace un momento dijeron en las noticias.
--¡Por fin!
--Ya era tiempo, hace mucho que no nos vemos.
--Está bien –respondió Verónica, entusiasmada.
Una vez que cortaron, se fue al pasillo de los juguetes y compró regalos para sus sobrinos. Autos, camiones, masitas para moldear, también echó al carro libros para colorear y muchos lápices. Una planta para su mamá y una agenda con un lápiz para su papá, a él le gustaba anotar todo. También llevó unas velas aromáticas con candelabros para su hermana y cuñada. Se detuvo al encontrar una bolsita de tul blanca con piedras y arena. El regalo perfecto para ella. Lo pondría en la mesita de centro junto a sus velas. Quedaría muy bien.
Fue a pagar y salió sonriendo, pensando en la reunión del domingo.
¿Volverían a ser libres otra vez?
Kelly Belher
Luz, Corona, Fuego, Arena
“La corona cayó sobre la arena sin hacer sonido alguno. Un golpe suave, oculto por el suspiro de las olas que acariciaban sus pies.
La luz de la luna arrancó destellos a las piedras preciosas que decoraban el aro de oro mientras que el mar se lo llevaba consigo a lo más profundo de sus entrañas.
El rey se había marchado, la reina no tenía nada más que hacer. Se dio la vuelta y siguió el titilar del fuego que la llamaba a lo lejos, uniendo sus manos a las de su amante una vez que lo hubo alcanzado; un bolso y una antorcha su único equipaje.
Sólo las estrellas habían sido testigos de lo que pasó esa noche, de la traición y la pelea, del engaño y la mentira. El mar sería el culpable de la supuesta muerte de la reina, ese mismo maldito monstruo que ahora rozaba las heridas del rey que yacía muerto sobre su espalda.”
María Elena Rangel
Luz, Corona, Fuego, Arena
Lo que el Fuego se Llevó
Gabriel Cáceres, el nuevo psiquiatra del sanatorio construido en aquella porción de playa alejada del pequeño poblado, realizaba su primera ronda de reconocimiento de los pacientes allí ingresados, en compañía del doctor Santoro. Una vez hubo terminado en el interior de la institución se dirigió hacia la playa donde estaban algunos internos. Miró a su alrededor hasta que sus ojos se posaron en una hermosa joven que, sentada en la arena, tejía una corona de flores.
—¿Cuál es su historia? —preguntó a su colega señalando a la chica.
—Rubí, ese es su nombre. Según su expediente su prometido, instigado por sus padres, la abandonó. Ella estaba embarazada, y a raíz de la crisis de nervios que sufrió por ello, perdió a su bebé; enloqueció, prendió fuego a la casa de su novio con ellos dentro. No fue a la cárcel porque se determinó que había perdido la razón.
—Es una lástima, es tan joven y hermosa. ¿Su estado ha progresado?
—Ha estado aquí desde hace poco más de un año, en ese tiempo no ha sido mucho el avance. Casi no pronuncia palabra, cuando lo hace dice que tiene matar a su prometido, no recuerda que ya lo hizo.
—Mañana tomaré su caso, veré si puedo logra algo con las nuevas terapias y medicamentos —resolvió el doctor Cáceres acercándose a la joven.
Rubí lo miró y pronunció con expresión enigmática:
—¡Jorge!
Luego volvió a sumirse en su mundo y en el trabajo manual que realizaba. Cuando los galenos retornaron al edificio, ella sacó de su caja de manualidades un encendedor, con una expresión demencial lo encendió y mirando la luz que irradiaba la llama supo lo que debía hacer esa noche.
Eelynn Cuellar
Luz, Corona, Fuego, Arena
Hechizo De Amor
Yo era escéptica a estos de los hechizos. Mis amigas fueron las que me convencieron que fuéramos al mercado de Sonora para hacer algún tipo de amarre y por fin consiguiera su amor.
Ellas solo buscaban algunos pretextos para sentirse brujas reales, y yo tontamente se los di.
Bajo la luz de la luna llena, el tercer domingo del mes, a medianoche, mientras recitamos unas líneas, tenía que hacer un dibujo sobre la arena en la playa y sobre este, colocar un tipo de sal para prenderle fuego, esto era para llamar las fuerzas necesarias para atraer su amor. Yo tenía que desnudarme y colocarme una corona de flores mientras gritaba su nombre una y otra vez sentada a la mitad del corazón que dibujé..
Abro los ojos, creyendo que han pasado tan solo unos minutos, y veo que comienza a amanecer, el fuego se ha extinguido. Los cuerpos de mis amigas yacen cerca de mi... O debería decir, partes de sus cuerpos.
Me duele la cabeza y no recuerdo qué sucedió todas estas horas en la oscuridad de la playa.
Luz
Mi Perdición
«No quiero ir a la luz, no quiero ir a la luz»
Me repetía una y otra vez, si lo hacía, sabía que sería mi perdición.
No, no soy vampiro, ni tuve un accidente y estoy viendo la luz al final del camino... Debo permanecer quieto, seguir aparentando que estoy dormido, si abro los ojos y ella ve el reflejo de la luz, seguirá discutiendo conmigo y será cosa de nunca acabar.
«Mierda, se ha dado cuenta de mi engaño».
Estoy en grandes problemas.
Corona
¡Viva La Reina!
Ese fue siempre mi sueño desde niña, desde que veía todos esas películas de princesas y al terminar tenían su final feliz de "vivieron felices para siempre".
Yo deseaba ser esa chica que encontraría a su príncipe azul y me convertiría en reina algún día.
Y sí, conseguí mi corona, pero no la que yo quería. Esta no era de oro ni con piedras preciosas. Era de vil plástico y con cuentas de fantasía.
Era parte del uniforme en el restaurante y debía usarla todos los días, y los únicos príncipes que estaban a mi alrededor, eran niños de menos de diez años y sus padres ya estaban con su reina y yo no tenía cabida ahí.
Fuego
Pureza
El fuego siempre ha sido utilizado como sinónimo de pureza, de limpieza... De renacer.
Estoy cansado de escribir tantas porquerías y nadie me lea.
Tal vez no funcionó para esta profesión... Quizá...
Acerco la vela que tengo frente a mi, la enciendo y coloco mi mano sobre la llama.
Arena
Pasión
Una de mis fantasías, era hacerlo en la playa, como testigo de nuestra pasión, la luna y el mar.
Pero he comprobado que la fantasía y la realidad difieren demasiado.
Tengo metida arena en todas partes y como duele... Y como si fuera una bebé, debo usar por varios días pomadas para las rozaduras.
Por problemas de conectividad y de manera extraordinaria, ya que quiere tener todos los relatos del año, poniéndose al día, tenemos un relato de #YoEscriboEneroBFD aquí se los comparto!!!
Venganza desde el Más Allá
Era una noche oscura y fría. Si no hubiese quedado con sus amigos en esa estupidez de “jugar” a la ouija, cosa en la cual no creía ya que para él era pura superchería, se habría quedado en casa tomándose unos whiskys y mirando el partido de fútbol; pero allí se encontraba camino hacia la casa de Juan donde no le quedaba más remedio que aburrirse como una ostra, aunque quizá podría burlarse un poco de todos ellos.
Tocó el timbre y enseguida le abrieron, el lugar estaba un poco lúgubre con todas esas velas encendidas; con un gesto de fastidio tomó asiento en el sitio que le asignaron en la pequeña mesa de centro de la sala donde habían colocado el tablero para la sesión. Una vez estuvieron alrededor de la ouija, todos, excepto él se concentraron para invocar a los espíritus que se encontraran presentes. De pronto una brisa helada se sintió en la habitación y apagó las velas. A todos los recorrió un miedo escalofriante cuando una voz sobrenatural pronunció un nombre y una advertencia: Ricardo Andrade, Tú fuiste el culpable de mi muerte y lo pagarás con tu propia vida.
Él quedó paralizado, ninguno de ellos sabía su infernal secreto, aquel que no lo dejaba vivir en paz. No tuvo alternativa, ella tenía planeado arruinarlo; perdería su trabajo, le quitaría todas sus posesiones dejándolo en la calle. Todo por lo que había luchado quedaría en el olvido, y eso no podía permitirlo. Por eso tuvo que hacerlo, por eso condenó su alma al infierno.
Sin poder soportar más rodó la silla con estrépito y salió a paso veloz de esa casa. Llegó a su hogar con el miedo a flor de piel. ¡Qué demonios fue todo eso! Pensó todavía desconcertado. Se encaminaba a su habitación cuando tocaron a la puerta. Al abrir encontró frente a ella una rosa negra en la cual estaba prendida una tarjeta; al recogerla se pinchó con una de las espinas del tallo de la flor, de manera automática succionó la gota de sangre que manaba de la pequeña herida, mientras leía la nota: “Te espero en el infierno, cabrón”.
Al siguiente día el forense determinó la causa de la muerte: Suicidio por envenenamiento con cicuta, el veneno más poderoso y letal que existe. De la rosa no había ningún rastro.
Cual les ha gustado más???
En verdad creo que son muy variados, o no???
Y bueno, ya comenzaron a publicarse los relatos de marzo, así que ya saben, más o menos dentro de un mes, tendremos la recopilación de todos para que puedan disfrutarlos juntos, pero si quieren leerlos antes, en la fanpage o en mi muro los voy compartiendo.
Besitos, y nos leemos pronto!!!
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