sábado, 9 de julio de 2022

(Recopilación) Yo Escribo Junio by Varios Autores

 
Yo Escribo Junio 2022


Beige / Crueldad / Escocia / Mojito / Policía



Freya Asgard, María Elena Rangel, Neus Sintes, Salvador Alba, Jacqueline Estay Guerra (Taygeta Maia),Katty Montengro, Eelynn Cuellar


Hola!!!

Y un nuevo mes llega y aquí están los doce relatos para este reto de escritura, donde comparto de nuevo mis relatos (6) y los otros 6 de los autores que me acompañan en esta locura, las palabras que se utilizaron fueron: Beige, Crueldad, Escocia, Mojito, Policía.

Ya me dirán que les han parecido!!!












Freya Asgard

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“En episodios anteriores”: Llega el grupo de amigos a las montañas a disfrutar de unos días desconectados de todo. Una de las chicas cae en una trampa y cuando logran salvarla, se van al castillo en el que están alojados, 
allí se los come un hombre toro. Solo queda nuestra protagonista como sobreviviente y este monstruo le da la opción de irse o quedarse, pero si se va es sin retorno. Si se la come ‘la cosa’ que está afuera, no podrá volver a entrar. Vamos a ver qué decide nuestra amiga, que no tiene ni nombre todavía 😅
Espero que les guste como va quedando 🙂 ❤
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Ahí estaba yo, en una montaña en medio de Escocia, comiendo mientras me miraba un ser… ¿monstruoso? No, no lo diría así, quizá de tanto ver dibujos animados y de ver La Bella y La Bestia más de cien veces, no lo encontraba tan horrible. ¿Me daba miedo? Sí. Una cosa no quitaba la otra.
Bueno, ahí estaba yo, debía decidir qué hacer, si irme o quedarme. No podía llamar a la policía porque ahí no había señal de ningún tipo. No tendría ayuda de ningún tipo, eso me lo había dejado muy en claro. Y no solo eso, el camino no era corto ni lindo, yo no sabía manejar, así es que tampoco podía usar la camioneta de mi novio. 
En mi habitación pensaba en la crueldad de ese ser, debió matarme junto con mis amigos, ¿para qué me tenía ahí? ¿Por qué me dijo que yo pertenecía al castillo? ¿A dónde había mandado a mis amigos? 
El hombre toro entró a mi cuarto.
―¿Lo decidiste? ―me preguntó algo impaciente. 
―Me quedaré ―le dije con seguridad. 
―Está bien. Entonces esta es tu casa. 
―¿Puedo ir al ala oeste? 
Se largó a reír y luego se puso serio. 
―Si se te ocurre ir ―me respondió con voz tétrica y yo me asusté―, te encontrarás con un bar donde te podrás preparar unos ricos mojitos. 
Sonreí avergonzada, se estaba burlando de mí. 
―Escuché que te gustaban ―continuó con voz normal―; también hay una linda biblioteca; una televisión con películas, no hay mucho donde elegir, pero hay varias interesantes, y sí, también está esa que has visto ciento ochenta y dos veces; una más no hará daño.  
Esa tarde me llevó a recorrer el castillo, llegué a la mencionada biblioteca y, si hubiese sido Bella, me habría enamorado de mi captor, el problema era que no me gustaba leer. Aun así, me acerqué a mirar las enciclopedias, quizás allí estaban las respuestas a mis preguntas. Me dejó a solas para que leyera a mi gusto. 
Tomé un libro enorme, tenía una cubierta beige de piel. Lo tomé y busqué, allí había fotos de todo tipo de seres mitológicos. Con el que yo vivía era un minotauro, aunque, según ese libro, solo era uno y había sido muerto por Teseo. 
―¿Ya descubriste quién era yo? ―me preguntó el minotauro a mi espalda. 
―Eso creo. 
―Pues no creas todo lo que dicen los libros. 
―¿Eres el minotauro? 
―Soy un minotauro, sí. 
―Uno, o sea no “el”. 
No me respondió, yo me giré para mirarlo, pero ya no estaba.









María Elena Rangel

Y junio llega con una continuación de los relatos "El Castigo" y "Determinación"... Revelación

Me encontraba sentada en un pub, en la mágica Escocia, tomando unos deliciosos mojitos. Sí, sé que aquí es más común la cerveza o el whisky, pero ¿qué puedo decir? A mí me encanta el mojito. Estaba un poco indignada viendo como un policía trataba con crueldad a un pequeño ratero, y a la vez preguntándome que hacía yo en este país, cuando en mi campo de visión se atravesó un pedazo de pelirrojo de impresionantes ojos color zafiro vestido como todo un highlander, es decir, llevaba un kilt de cuadros beige, verde y vinotinto, sabrá Dios a cuál clan pertenecía. El desconocido escocés se paró a mi lado.
―He venido por ti, Moraine.
―¿Cómo sabes mi nombre? ¿Quién eres tú?
―Soy el encargado de velar tus sueños y revelar tu verdad: tu origen mágico.
―¡Tú me trajiste aquí! ―le espeté.
―Solo te lo sugerí oníricamente ―se defendió con arrogancia.
―Como sea, ¿qué quieres?
―Debo llevarte con Morgan, ella te necesita. Es hora de enfrentar y vencer al Príncipe de las Tinieblas.
―¿Por qué yo?
―Porque ella eres tú, y tú eres ella; juntas tendrán el poder suficiente para derrotarlo.
―Pero… Yo no tengo poderes.
―No te preocupes, eso se solucionará cuando lleguemos allí.
Quería preguntarle a dónde íbamos, pero después de dichas palabras caí en un sopor, al despejarse mi mente me encontré en el lugar donde bailaba en sueños, junto a mis hermanas, en una época lejana en el tiempo.









Neus Sintes


Después de una semana, Dereck había recibido la buena noticia de que necesitaban a un camarero y éste no dudó un segundo en decir que sí estaba interesado. Necesita trabajar. Tener un trabajo. Aunque solo fuera estable por unos cuántos meses. Habría ganado lo suficiente, para poder vivir y seguir avanzando. Desde que sus padres fallecieron en un accidente de tráfico, nunca más le gustó adelantarse a los acontecimientos. Aprendió a vivir del día a día. El conocer a Dunia, había sido la mejor de su vida. 
En cuánto a Dunia. No había tenido tanta suerte en el ámbito laboral. Al ser una mujer inmigrante y sin todos los papeles necesarios, aún por cumplir, para poder ganarse el pan. 
Dereck amaneció contento de saber que podría pasar el día con Dunia, pues le habían dado el día libre. Normalmente libraba un día a la semana. en el que podía dedicar a sus cosas. Una de ellas era despertar junto a Dunia, oler el perfume de sus cabellos y verla abrir los ojos.
Decidió hacer unos mojitos para acompañar durante la cena. Estaba tan acostumbrado a hacer en el bar, que hoy podría ser una ocasión para poder enseñar a Dunia cómo se preparaban. Y qué mejor manera que hacerlo juntos.
—Bueno, creo que tenemos todos los ingredientes para hacerlos —mientras reflexionaba, tocándose el mentón.
—Ayer fui a comprar algunas cosas que nos harían falta —respondió Dunia
Mientras preparaban los ingredientes con los que tenían que realizarlos, Dunia prestaba atención. Nunca sabía cuándo necesitaría aprender a hacerlos. 
—2 cucharadas de hojas de menta fresca, compactadas ... .Prosiguió Dereck.
—A continuación 1 lima pequeña cortada en 4 gajos…
—La estoy terminando de cortar —le indicó Dunia curvando los labios con una sonrisa.
—Humm…¡y que no falta media taza de ron blanco! —añadió Dereck, satisfecho.
—Nos olvidamos algo…—dijo pensativo
—¡Ya sé! —las 4 cucharadas de azúcar —exclamó entusiasmada Dunia. 
—Y por último, 1 ½ taza de cubitos de hielo —concluyó Dereck.
Brindaron por ellos dos. Cada día se sentían más unidos. Dereck siempre había pensado que lo que llamaban media naranja, no existía. Otro mito más. Fue conocer a Dunia, cuando empezó a creer en una posibilidad, en que el destino deseó que se encontraran. 
Al día siguiente, unos golpes en la puerta, llamaban a la puerta con insistencia. Dunia fue a abrir con temor. Dereck se encontraba en el trabajo. 
—¡Abran la puerta! —Somos la policía. 
—¿Qué desean? —preguntó con el ceño arrugado, viendo como los dos agentes, se miraban a los ojos.
—¿Usted es la hija de Esteban García? —preguntó uno de ellos.
—Sí, soy yo. ¿Tienen noticias de mi padre? —les preguntó alarmada.
—No. Además, no venimos para hablarle de su padre…—sino de usted señorita…
—Traemos una orden de que debe abandonar el domicilio.
—¡Cómo! —Pero no tengo a dónde ir. Mi padre y mi única familia. Este es mi hogar. 
—Son las leyes del Estado de Escocia. Me explico —prosiguió uno de ellos —Al ser mayor de edad, no puede habitar un apartamento de un presidiario. Aunque usted sea su hija. 
—Tienes 24 horas para desalojar la vivienda. En caso contrario, tendremos que echarla por las malas —dijo con crueldad en su tono de voz.
—Pero…Pero —Dunia estaba sin palabras. 
Dereck encontró a Dunia sollozando, mientras recogía las pocas pertenencias que había traído consigo. Un manto de lágrimas cubrían el rostro de Dunia que no podía dejar de llorar. La rabia y el dolor le consumían por dentro. 
Dereck encontró a Dunia sollozando, mientras recogía las pocas pertenencias que había traído consigo. Un manto de lágrimas cubrían el rostro de Dunia que no podía dejar de llorar. La rabia y el dolor le consumían por dentro. 
Se lo explicó todo a Dereck, quien no dejó de abrazarla y de consolarla. 
—No estás sola —saldremos de ésta y recuperarás la casa de tu padre. Encontraremos otro lugar, en el que poder vivir.









Salvador Alba

Highlanders a Gogó

Es verano, hace mucho calor. Disfruto de un mojito en la terraza de un bar y la veo entrar con un vestido beige liso de tirantes escotado que se ciñe y resalta su esbelta y generosa figura. Su larga melena rubia es mecida por el viento que genera al andar con seguridad. Es una auténtica crueldad el observar sus caderas y no poderlas tocar. Se sienta en la barra y enseguida me acerco.
—¿Me puedo sentar a tu lado?
—Por supuesto.
—Vaya, ¿de qué parte de Inglaterra eres? No capto tu acento —pregunto mientras me siento en el taburete.
—Soy de Escocia.
—¡Vaya! Una highlander… no debía haberme extrañado, eres una auténtica belleza con un cuerpazo impresionante.
—Oh, no. No soy de las Tierras Altas, soy de las Bajas, una lowland. Pero entiendo que ese término no es conocido y eso me parece discriminación para la mitad del pueblo escocés.
—¿Sabes lo que te digo? Que tienes toda la razón. ¡Vivan las higlander! ¡Vivan las lowlanders! ¡Y viva Escocia!
—¡Qué gracioso eres! ¿A qué te dedicas?
—Realizo el control final de los preservativos Navoduro. Y en mis ratos libres resuelvo sudokus.
—¡Oh, que interesante! Cuéntame algo más sobre tu trabajo. ¡Camarero, póngame un mojito como a este caballero!
—Gracias por lo de caballero. Pues en mi trabajo… me llegan los preservativos por una cinta transportadora, se los pongo a un dildo de buen tamaño, como el mío, y los dejo en otra cinta.
—Tiene que ser genial, todo el día frotando un pene duro.
—Bueno, visto de ese modo… No creas que es muy satisfactorio, he estado casi tres meses con codo de tenista. Además, hay que utilizar ambos brazos si no quieres que queden descompensados en cantidad de musculatura. ¿Ves?
Extiendo los brazos a ambos lados y le muestro mis bíceps en todo su esplendor, el tríceps también se aprecia. Los aprieto tanto que las mangas llegan al límite de su costura.
—¡Oh! ¡Qué fuerte estás! ¡Qué pectorales! ¡Oh! ¿Vas al gimnasio?
—No, esto es de estar todo el día trabajando.
—Pues sí que eres trabajador, eso me encanta en un hombre.
—¿Y tú? ¿A qué te dedicas?
—Soy policía. Bueno… comisaria.
—¡Vaya! Eso sí que es interesante.
—No lo creas, es bastante aburrido. Que si desarticulamos una banda de trata de blancas, que si capturamos a un asesino en serie, que si atrapamos infraganti a una banda neonazi en pleno ataque a un centro de ayuda a inmigrantes…
—Vaya, al ser comisaria estarás todo el día en el despacho.
—No, soy de las pocas que se implican personalmente en el caso y participo en los operativos.
—Bueno. Oye, entonces se te dará muy bien poner las esposas y utilizar la porra…
—Oh, sí. Muy, muy bien. ¿Nos vamos y me enseñas el tamaño de tus preservativos? —me pregunta a la vez que me toca el paquete.
—Por supuesto que sí, pero aquí y ahora mismo —sentencio.
Me dirijo a una mesa del bar en la que hay una pandilla de jóvenes muchachas highlanders de pechos voluptuosos y tiro todas las bebidas al suelo. Agarro de la mano a la lowlander, le doy una vuelta y la lanzo contra la mesa. Me subo encima de ella y comenzamos a besarnos lujuriosamente mientras las muchachas se comienzan a besar y a despojarse de su ropa.
—¡¡¡Corten!!! Toma buena. Tomaos un breve descanso y continuaremos por donde lo hemos dejado. Recordad dónde y en quién tenéis vuestras manos y vuestras lenguas, que luego se nos quejan de que no hay continuidad en la película. Y recordad de mencionar más la marca de los preservativos: Navoduro, ¡¡que no se os olvide!!









Jacqueline Estay Guerra (Taygeta Maia)

Abrí los Ojos

Estábamos en Escocia en un viaje pre-luna de miel. Sí, así tal cual. Nos casaríamos dentro de dos meses y quisimos hacer un viaje antes de casarnos y luego viajaríamos a nuestra luna de miel. Fue una suerte que lo hiciéramos así, pues, me di cuenta de varias cosas que hicieron cambiar mi decisión.
Llevábamos dos días allí cuando una mañana al despertar, veo a Félix, mi novio, revisando mi cartera beige.
―¿Qué haces? ―le pregunté.
―Nada, amor.
―Estás revisando mi cartera ―le dije un poco enfadada.
―Estaba sonando tu celular y lo estaba buscando para pasártelo.
―Mi celular está aquí, en el velador ―lo tomé y se lo mostré.
―No lo vi, amor, pensaba que estaba en tu bolso ―mintió él descaradamente.
Esa tarde salimos a dar un paseo por un bosque cercano al hotel y de pronto vimos un nido en un árbol. Félix lo tomó en contra de mi voluntad y sacó tres huevos que había dentro, tirándolos a un río que corría por ahí. Él reía mientras lo hacía. Me enfadé mucho. Sentí que había una crueldad tan grande en ese acto, que me devolví sola al hotel.
No lo hablé en tres días. Él trataba de justificarse diciendo que eran solo unos huevos y a mi más rabia me daba al escucharlo. Solo unos huevos, ¿no se daba cuenta que dentro de esos huevos había tres polluelos que romperían pronto su cascarón para encontrarse con su madre?
Una tarde me dijo que para limar asperezas iríamos esa noche a un pub; al principio yo no quería, pero al final pensé que, si ese viaje era parecido a la luna de miel, debíamos tratar de que así fuera.
Al salir de la ducha envuelta en una toalla, lo sorprendí revisando, no ahora mi bolso, sino que mi celular.
―Te estaban llamando, amor ―me explicó.
―Yo no tomo tu celular cuando te llaman, a lo más te aviso, pero no contesto tus llamadas ni veo quien llama.
―No te enojes, ahora vamos a salir y pasarlo bien  ¿te parece?
―Está bien.
Una vez en el pub, con mi Mojito servido y un cigarrillo encendido, estaba lista para olvidar lo sucedido, cuando de pronto Félix se pone de pie e increpa a un chico.
―¿Qué haces mirando a mi novia? ―le preguntó Félix al chico― ¿No ves que nos vamos a casar?
―Yo no he mirado a tu novia, quédate tranquilo que no te la voy a quitar ―respondió el joven.
Félix sin esperar nada más le dio un derechazo que desestabilizó al hombre, él reaccionó dándole otro de vuelta el que lanzó a mi novio al piso.
Yo me moría de vergüenza y rabia. Llegó la policía y los llevaron los dos a declarar, mientras yo corría al hotel. Una vez allí hice mi maleta y salí cual correcaminos al aeropuerto.
Y aquí estoy, viajando de vuelta a mi país y con la decisión tomada, jamás me casaría con un tipo como Félix.









Katty Montenegro

Cuento de Hadas

―¿En escocia existirán estos deliciosos mojitos? ―preguntó Mirella.
―¿Por qué preguntas? ―se extrañó Felipe.
―Porque he estado pensando en aceptar la oferta de mi tío.
―¿Irte de cuidadora?
―Sí, pero no iría a cuidar cualquier cosa. 
―Tienes razón, serías casi una princesa.
―Más bien sería casi la sirvienta.
―¿Por qué te tratas así? No seas cruel contigo misma.
―No es crueldad, es la verdad. Además, no entiendo por qué quieres saber si iré o no, si ni siquiera estarás acá, tu te vas en dos días y tal vez no vuelva a verte. Pareces policía interrogándome todos los días para que te diga si voy o no, pero no me has dicho a donde irás tu.
―Sabías que solo venía por estudios y que tarde o temprano me iría. 
―¿Y tenía que ser tan temprano?
Él solo sonrió. En su interior sabía que no podía darle esa respuesta, al menos no hasta que tomara una decisión por su propia cuenta. 
Un mes después de aquella salida de despedida, Mirella y Felipe se encontraron en escocia.
―Te ves divina con ese vestido beige ―halagó él, ella sonrió― Los colores claros te quedan. ¿Te gustaría vestir de blanco? ―preguntó adoptando la típica pose mientras abría una cajita con un reluciente anillo.
Meses antes, él había heredado el título de marqués, y ella muy pronto se convertiría en la marquesa.









Eelynn Cuellar

Beige / Escocia / Crueldad / Mojitos / Policía
Perdóname

Aún escucho resonar en mi cabeza la crueldad con la que me trató hace unas horas. Nunca se había comportado de aquella manera, su mirada me lo dijo todo, pero la forma de decirlo fue lo peor, estaba roto, mi mundo en tan solo unos segundos desapareció, se desmoronó en el preciso momento en que dio media vuelta y me dejó hablando solo.

En mi desesperación a pesar de tener casi seis meses sin probar gota alguna de alcohol, lo único que se me ocurrió fue irme a preparar una bebida, para mantener la cabeza ocupada saqué los ingredientes para hacerme unos mojitos, pero desistí de perder el tiempo de aquella manera, solo me interesaba perderme, olvidar y ahogar mis penas, y tomé la botella de tequila y comencé a beber directo de ella.

Con la botella entre mis manos fui directo a la sala y me tumbé en el sofá cubriéndome con la manta color beige que está ahí, y mis fosas nasales se llenan de su aroma y me es imposible contener las lágrimas y comienzo a llorar como un chiquillo, intento acallar mis sollozos para que los metiches de mis vecinos no me escuchen y fracaso de nuevo, consiguiendo hacerlo más fuertes al cubrir mi boca con mis manos, por lo que decido encender el televisor y subirle el volumen.

Y como si fuera una señal del destino que me quiere joder solamente, están pasando su programa favorito, ese de la chica que viaja al pasado y termina en Escocia entre higlanders, ese era... Lo veíamos juntos aunque a mi no me gustara y en lugar de tranquilizarme lloro aún más fuerte.

Entre el llanto, el alcohol, por fin el cansancio me alcanzó y me quedé dormido abrazando su manta, estaba soñando con ella cuando él timbre de la puerta lo tocan con insistencia y al abrir los ojos y ver las luces rojas y azules alumbrando la calle hacen que me paralice y el terror corra por mis venas, por mi cabeza corren imágenes horribles escenificando situaciones cada vez escabrosas  y olvidó todo lo demás, solo reacciono hasta que vuelven a tocar y escucho mi nombre.

Con movimientos que deseo sean eternos, ralentizo mis pasos para seguir viviendo en la ignorancia algunos segundos más.

Dos agentes de la policía están parados frente a mi en cuanto abro la puerta. Por el movimientos de sus bocas se que me dicen algo, algo que no logro escuchar o entender y solo hasta que la veo detrás de ellos, mi corazón vuelve a palpitar.

—Buenas noches señor Smith...

—¡Camila! —corro hacía ella y la abrazo, ignorando a los uniformados.

—Su perra señor Smith ha entrado al jardín botánico y...









Beige
Café Con Leche

Dicen los expertos que no hay que tenerle miedo, que hay que tomar al toro por los cuernos. Es como el café, que supuestamente se debe tomar negro, sin azúcar, ni leche o crema... Yo en lo personal lo prefiero dulce y con mucha crema o leche, creo que un tono beige indica que está bien preparado, a mi gusto.

Negros y fuertes los he probado algunas veces, son deliciosos... A veces son un poco rudos, pero amo su cabello rizado donde me gusta enredar mis dedos, pero después de varias experiencias, he decidido que los latinos son los más ricos, un tono doradito, beige en su piel, algo así como la canela, en su cuerpo tienen esa pasión y calor que cualquier chica se derrite ante ellos, y bueno aunque la verdad es que no le hago el fuchi a ninguno, al final el color es lo de menos, una de sus cabecitas me interesa más que el color de su piel.










Escocia
Noche Perfecta

En muchas novelas siempre leí que en Tierras Altas —no entendía y sigo sin entender por qué le dicen así— y aunque sé que los highlanders como tal ya no existían en Escocia, o eso creo yo, la verdad es que no lo sé en realidad, de lo que estoy seguro es que por lo menos perduran los apellidos de los clanes y algunas ruinas, es por eso que tenía esa pequeña ilusión —ahora que mi querido esposo decidió llevarme de luna de miel ahí—, de ver a un sexy guerrero enfundado en su kilt, pero una vez que llegamos ahí, ¡Oh gran desilusión! O eso creí, la primera noche en nuestra habitación, mientras me fui a preparar para dormir —en realidad es lo menos que deseaba hacer—, salí del cuarto del baño y ahí tenía a mi sexy highlander con su kilt esperándome para darme la mejor noche de mi vida... Solo espero que mi marido no se entere. Ooookay, esto último es mentira, mi esposo decidió ponerse esa faldita para hacerme feliz, aunque lo que más me gustó fue lo que había debajo de ella y que ya estaba muy ansioso por jugar.









Crueldad
Lo Intenté

Crueldad. Hablar de este tema es complicado, pero es algo que existe aunque algunos lo nieguen, todos lo han sido con alguien en algún momento de su vida y quién lo niegue, está mintiendo.

Mis padres antes de que dejara su hogar me lo pudieron, me suplicaron que me comportará y no abusara de mi poder.

En verdad lo intenté, los primeros meses me controlé, pero al final salió y me comporté como mi instinto me exigía.

Estos humanos estúpidos queriendo que los obedeciera, un rasguño, una mordida a veces era suficiente, en ocasiones me ocultaba para asustarlos y cuando salía sin permiso de casa por la noche iba a pelearme con mis vecinos o con mi hermano mayor. No quieren entender que el que manda aquí soy yo. A veces los castigo de esta manera para que lo comprendan, no me gusta hacerlos sufrir, ser cruel con ellos ya que sé que me quieren, pero a veces no me dan más opciones.

Cuando se comportan como debe ser, soy un gatito dulce que les hace creer que hago lo que ellos quieren, aunque en realidad yo decido qué y cuándo hacerlo.









Mojitos
Fiesta

Era la despedida de soltera de Brenda, imaginé que haríamos una pequeña reunión ya que no le conocía muchas amistades ni en el trabajo ni por su casa, y cuando me dijo que iríamos a un bar de strippers la verdad es que me dio un poco de miedo y pena. Pero cuando vi los muchachotes que trabajaban ahí me sentí como en casa, comencé a gritar y bailar... Y beber, algo que nunca hago, vamos hasta el traguito de sidra que tomo en navidad se me sube horrible.

—Están bien ricos —alzo mi vaso y me lo tomo de golpe.

—Nenis deberías tener cuidado con los mojitos, son engañosos.

—Pero si saben a juguitos.

La verdad es que a pesar de la advertencia seguí tomando de esos juguitos ricos.

A la mañana siguiente me desperté con un fuerte dolor de cabeza, desnuda y en una cama ajena, por un momento me emocioné que uno de esos muchachotes estuviera a mi lado, pero cuando vi con quién había retozado, no pude reprimir mi grito, sí, dormí con uno, pero no de esos que bailan, sino con el gorila malencarado que cuida la puerta.









Policía
Él...

Nunca hubiera querido poner a mis padres en esta situación.

Estaban tranquilos en la sala viendo la televisión, cuando sonó el timbre. Extrañados por la hora se dedican unas miradas. Ellos creen, están casi seguros que yo me encuentro en mi habitación y por la hora que es, nadie debería llamar la puerta. Conforme se van acercando ven las luces rojas y azules alumbrando el exterior.

Se ponen nerviosos y comienzan a llamarme a gritos.

Yo no respondo.

La policía está frente al portal de la entrada, frente a ellos.

Mi madre comienza a llorar sin esperar a que comiencen a hablar los dos uniformados.

—¡Buenas noches! —saludan— ¿Aquí vive Brandon Cáceres?

—¡Dios mío! —mi madre dice en un susurro— ¿él...?

—Vandalizó la fachada del instituto.

—¿Él está...?

—Escapó, pero antes le lanzó unos huevos al director.

—¡Brandon!

Escucho que me gritan, mientras sopeso las posibilidades de que no me rompa la cabeza al intentar escaparme por la ventana.








Y estos fueron los relatos que escribí este mes junto a mis compañeros de letras, ya me dirán cual o cuales les han gustado más. Como siempre verán que son muy diferentes y se pueden reconocer ya los estilos de cada uno.

Y bueno, más o menos dentro de un mes la siguiente recopilación y recuerden, están las quincenales y la mensual mía también.

Nos leemos pronto, gracias por leernos y besitos!!!







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