Semana 9
Perplejo / Sortilegio
Última Noche
Se supone era la noche perfecta: mi despedida de soltera. Mi última oportunidad para divertirme y soltarme el chongo. Bueno, tampoco es que vaya extrañar mucho salir de fiesta, en realidad soy buena chica, hogareña que a mis veinte años he salido muy pocas y tampoco soy de bailar o tomar. Solo me dejé convencer por mis amigas de la universidad antes de que me encerrara en casa como ama de casa de tiempo completo, sí, habíamos decidido que abandonaría los estudios y buscaríamos pronto aumentar la familia.
Ellas estaban decididas a qué viviera una noche loca, que me divirtiera por lo menos una noche antes de dar el «sí acepto».
Comenzamos en una estética dónde me cambiaron el look —algo con lo que no creo esté muy feliz mi futuro marido, ya que me deshice de melena larga y me lo teñí—, después fue pasar por diferentes bares y en una de esas paradas nos detuvimos en una feria. Me subí por primera vez a una montaña rusa y otros juegos mecánicos que parecían creados por el mismísimo demonio y cuando estábamos a punto de irnos, había una carpa con una adivina. Yo no quería entrar, no me gustaba ni creía en eso.
Fuimos pasando una a una para que nos leyera la suerte de diferentes maneras, y cada una terminaba con un rostro perplejo, confundidas por lo que nos iba diciendo. Nada de lo que nos decía era coherente con nuestras vidas. Cuando me dijo que yo estaba bajo un sortilegio, una especie de amarre, me dijo que aún estaba a tiempo de librarme de un gran mal. Yo intenté marcharme de ahí y me pidió una oportunidad de leerme mi futuro y pasado con diversos elementos para creerle que no mentía y era una charlatana. Seguía muy confundida, y al final me convencieron.
Cambiaban algunas cosas en cada sortilegio que utilizaba, pero había un elemento presente cada vez.
Nos miramos perplejas, estábamos desconcertadas y no sabíamos qué decir o hacer, esto no podía ser cierto, yo no era así, y aún así, me levanté decidida. Tomé su rostro con ambas manos, y la besé como nunca lo había hecho. No sé cómo es que sucedió, en la madrugada me levanté en silencio de su cama y me marché a la mía.
Está noche no la olvidaría nunca, pero todos esperaban de mí algo y no por leer mi suerte una noche antes, cambiaría todo. Hoy me casaría, quizá no con el amor de mi vida, pero por lo menos esperaba que ella estuviera a mi lado como tantas veces jugamos desde que éramos niñas, ella como mi dama de honor y yo era la novia.
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