sábado, 19 de septiembre de 2020

(Recopilación) Yo Escribo Agosto / Lluvia by Varias Autoras

 

Yo Escribo Agosto

Lluvia


Varias Autoras



María Elena Rangel, Freya Asgard, Laura Serrano, Evelyn Cuellar, Lúthien Númenessë, Ana Monsalve, Ale Peña, Lorena


Hello, Hello!!!


Agosto llegó  a su fin, pero nos trajo buenos relatos, tan diferentes que me parece que es difícil elegir cual es el favorito.

Gracias a las autoras por seguir entusiasmadas con este proyecto de #YoEscribo y varias de ellas, mes con mes están aquí.








María Elena Rangel

La Herida

Al buscar entre las cajas de recuerdos encontré aquel libro que me regalaste aquella tarde de lluvia en que desapareciste de mi vida. Nunca quise abrirlo, estaba demasiado herida; habías traicionado nuestro amor.

Ahora, ese libro me quemaba en las manos. Debía abrirlo para dejar ir tu recuerdo. Fui a la cocina por una taza de café para darme valor y calentar mi alma aterida por el frío de tu indiferencia. La bebida entró en mis entrañas como un bálsamo sanador. Tomé coraje, y al mirar dentro de sus páginas encontré tu carta, aquella donde me decías lo mucho que me amabas, que no querías hacerme sufrir; que la vida nos había jugado sucio, y que nos encontraríamos de nuevo en un lugar mejor.

Fue entonces que lo entendí. Enjugué mis lágrimas, sonreí y te dije con el corazón lleno de esperanza: así será, mi amor.







Freya Asgard


Selena corrió bajo la lluvia para llegar a su reunión a tiempo. Justo antes de entrar al edificio, un hombre la tiró al suelo, le arrebató sus pertenencias, le pegó una patada en la cara y salió corriendo. Alguien la tomó en sus brazos, ella lo miró apenas, apoyó su cabeza en su hombro y se desmayó.
―¿Dónde estoy? ―preguntó al rato.
―No hables, tienes que quedarte tranquila hasta que llegue la ambulancia ―le respondió una mujer mayor.
―¡La campaña! ―Se quiso bajar de la camilla y el desconocido de antes la sostuvo.
―Hey, tranquila, no puedes moverte, no estás bien ―le habló con voz suave.
La joven cerró los ojos, no podía hacer más. Al rato, estaba camino al hospital. Fractura de mandíbula fue el diagnóstico.
―Hoy me encontré con Erasmo, nuestro excompañero, ¿te acuerdas? ―dijo el padre de Selena a su esposa.
―Claro que me acuerdo, protagonizó el escándalo, dejó a Isidora embarazada. Se fueron del país.
―Regresaron con su pecado capital. Es el joven que nos avisó de lo de Selena, el que atrapó al delincuente.
―¡No te creo!
―A su empresa iba ella ayer.
―Lo que son las coincidencias.
―Demasiadas.
Tres días después, el padre esperaba en el pasillo mientras su mujer ayudaba a vestirse a su hija.
―Buenos días, ¿ya se va de alta? ―preguntó Aroldo Bianco.
―Sí, se está terminando de vestir.
―Lo siento, yo no pude llegar antes, les reembolsaré el dinero.
―No hace falta, eso no es problema para nosotros, además, no eres responsable por lo que pasó, al contrario, gracias a ti detuvieron al delincuente y no descansaré hasta verlo podrirse en la cárcel.
―Jamás saldrá libre. Ella no debió estar allí ―meditó.
―No, un publicista dejó botado el trabajo y ella se hizo cargo. Si no amara tanto su trabajo y su empresa, ella no habría estado allí.
―Cosas del destino, ¿no?
―Así parece, cosas del destino.
Dos meses después, Selena, ya recuperada, volvió a su trabajo. Ese primer día tenía la suspendida reunión con las empresas Bianco. Miró hacia afuera, llovía tanto como ese día.
Aroldo Bianco envió a su chofer para llevarla hasta la mismísima puerta de la sala de reuniones.
A la cabecera se encontraba Aroldo, el hombre con el que tantas veces había soñado; a los costados, el resto de los ejecutivos.
Después de los saludos, hizo su presentación, con la cual los hombres quedaron encantados; había valido la pena la espera.
Aquella noche, sus padres habían invitado a sus viejos amigos de la escuela y a su hijo, quien la había ayudado tras el asalto. Cuando llegaron, se dio cuenta de que eran los Bianco y la mujer que la atendió aquel día era la madre de Aroldo; entonces sus sueños no eran ilusiones.
―¿Tú me has mandado flores todo este tiempo? ―le preguntó más tarde.
―Era mi forma de decirte que me enamoré de ti desde el momento en el que te vi correr bajo la lluvia y me arrepiento cada día de no haber llegado a tiempo y de no haberme dado cuenta de las intenciones de ese tipo… Y que quiero ser tu novio.
―Apenas nos conocemos.
―Conozcámonos, entonces, ¿quieres ser mi amiga?
―Sí, claro que sí ―respondió a sabiendas de que muy pronto serían algo más.








Laura Serrano


Mi Tesoro

Si pudiese pedir un solo deseo, me hubiera gustado que ella se quedara. Aunque entiendo por qué lo hizo, aún duele. Y es que... No importa cuánto la entienda, para mí, las cosas siguen estando mal.

Acurrucada bajo la lluvia, abrazando mis piernas con fuerza, mi corazón se destrozaba lentamente. En mis manos sostenía el último pedazo que quedaba de mi madre, una carta que se deshacía mientras la leía.

"Mi niña, lo siento tanto. Te amo más que a nada en este mundo. De verdad lo siento, pero no tengo la fuerza para seguir. Por eso, está vez me rindo y me marcho. Sé que mi hermano cuidará muy bien de ti, así que no llores. Algún día, cuando sea el momento, nos volveremos a encontrar. Hasta entonces, nunca olvides que eres mi más preciado tesoro."

Yo era el tesoro más preciado de mi madre, y esta carta había sido mi tesoro más preciado desde que la encontré junto a su cuerpo sin vida. Así que, tal y como ella me había dejado, dejé que el papel se disolviera con cada gota.

-Sara! Entra en la casa de una vez, no me hagas ir hasta allá.

Sin llorar o sentir nada realmente, entré en la casa, empapada de pies a cabeza. Mi tío me quitó la ropa y me arrojó al baño, luego entró y cerró la puerta tras él.

Mi tío no había esperado ni un día después del accidente. Desde el momento en que llegué a su casa, dejó claro que sería su juguete sexual hasta que me independizara.

Hacía dos años y medio que mi madre se había suicidado. Ahora, a mis 14 años, yo estaba preparando todo para ir al infierno con ella. Si tenía suerte, me iría esa misma noche.

-Nadie cuidaría de mí si no eras tú, madre. Espero que, al verme allá, te des cuenta de ello.

Dije antes de vaciar el bote de gasolina.








Evelyn Cuellar (Felin)

Adiós


Siempre es difícil decir adiós.

En estos momentos no tengo palabras para despedirme de ti, sin embargo debo hacerlo y ya no prolongar más está situación, que nos lastima a los dos.

Por un breve instante me parece que el cielo se está uniéndose a mi pena, volteo hacia arriba y comprendo que en realidad son lágrimas las que recorren mi rostro como si fueran gotas de lluvia que mojan tu último lecho.

-Maldito desgraciado, estabas como una vaca, pesas como cien kilos -me limpio la cara con el dorso de la mano.

En realidad era sudor lo que escurría por todo mi cuerpo y no solo en mi rostro, debido al esfuerzo por cavar la fosa y arrastrar al último idiota que se burló de mí en el instituto.

Sí, quizá tengo un poco de sobrepeso y no soy de las populares, pero nadie tiene derecho a burlarse de mí o de alguien más y con estos ejercicios que estoy haciendo estoy casi segura que me pondré en forma en poco tiempo.

Hasta el momento llevo tres y aún quedan varios meses de este curso, y cada imbécil con el que me tope merece el mismo final.








Lúthien Númenessë 


Lluvia

Las primeras lluvias siempre suelen ser las más fuertes, anunciando que el verano está por acabar y que pronto todo comenzará a pintarse de hermosos colores. Sí, soy la típica chica que se vuelve loca con el otoño, los confortables suéteres tejidos, las botas largas, las bufandas con bonitos patrones, las bebidas típicas de la estación con su dulce aroma y sabores únicos. Algo que no podrías conseguir en verano ni de broma. El follaje de los árboles cambia, haciendo que todo, incluso esta aburrida ciudad, sea mucho más hermosa. Además, es cuando inician las ferias. 
Pero justo ahora nada de eso es relevante, lo único que importa es que son las ocho de la noche, hay una terrible tormenta fuera, tengo trabajo como para quince vidas y se ha ido la luz.
Veo el porcentaje de la batería en mi laptop; 63%, reviso mi móvil; 47%. 
Decido avanzar tanto como pueda en el laptop, dejando la batería del móvil como respaldo por lo que lo apago. Si soy organizada y rápida seguro conseguiré tener todo listo. Con cada número que disminuye el porcentaje de la batería más ansiosa me voy poniendo, a mi jefe poco le importará que la tormenta haya causado un apagón en mi edificio.
Noc, noc, noc.
—¡Argh! —Gruño por lo bajo, ¿a quién se le puede ocurrir venir a tocar a mi puerta en esta situación. Abro la puerta molesta.
—Hola. —Creo que la quijada se me ha ido hasta el suelo. Sé que tengo que hablar, responderle, y desde luego, dejar de verlo como lo estoy haciendo, pero mi cuerpo no coopera con mi mente—. Esto es extraño, pero soy tu vecino de arriba y vi que tenías señal de internet, como sabes hay una tormenta afuera y se ha ido la luz en todo el edificio. Me preguntaba si podrías compartirme tu señal en lo que envío un correo para mi jefe. —Agita su laptop frente a mi rostro.
—¿Cómo sabías que tengo señal? —Pregunto como idiota.
—Cuando mi móvil murió me puse a buscar redes disponibles, solo encontré un par, la tuya era la única con nombre y recordaba haberlo visto en los buzones de abajo, así que fui a revisar. Sueno como psicópata, pero en verdad necesito enviar ese correo.
—Estamos en el mismo barco... —Mascullo distraída.
Me hago a un lado, invitándolo a pasar. Cuando vuelvo frente al laptop me doy cuenta que se ha apagado.
—No no... —Intento revivirlo, picándole varias veces a la tecla <<enter>> sin obtener resultados—. No no no... te quedaba 15% ¿por qué te apagas? 
—¿Ocurre algo?
—Mi laptop ha muerto. —Respondo con amargura.
—Al mío le queda cerca de la mitad de carga, envío mi correo y puedes usarlo.
Enciendo mi móvil, conecto su laptop a mi señal y esperamos por que cargue su correo, al cual le lleva su tiempo.
—Mientras esperamos, ¿te apetece algo de beber, un café o algo?
—Creo que necesitamos algo más fuerte, que nos calme la ansiedad por estar desconectados, vivir en esta época donde todo depende de la corriente eléctrica no es muy sano. —Y me dedica una sonrisa torcida que me convierte en un charco de agua.
—Tengo vodka. —Meneo la botella desde la cocina.
—¡Excelente!
—¿Cómo va todo por allá? —Pregunto, en lo que busco un par de vasos.
—Como caracoles; 18%
—¡Mierda!
Le ofrezco el vaso y comienzo a llenarlo.
—Amo la lluvia, pero no cuando tengo trabajo urgente.
—Siento lo mismo, si no fuera por la presentación de mañana justo ahora estaría acurrucada en el sofá viendo por la ventana.
Le doy un largo trago a mi bebida, acabándome casi todo lo que me he servido, nos quedamos en silencio por casi todo un minuto.
—Entonces... —su tono de voz hace que un estremecimiento me recorra desde la cabeza hasta la punta de los pies—. Ya que estamos en esta situación estresante, ¿qué sueles hacer para relajarte?
La sombra que las velas reflejan en su rostro, el vodka que he estado bebiendo como si fuera simple agua, y el estrés por no tener terminado mi trabajo es lo que me llevan a decir:
—Pues...
Y es así como me olvido de esas pequeñas preocupaciones que un segundo antes eran importantes pero que ahora me parecen insignificantes, dejándome atrapar en una nueva experiencia, en la cual no creí ser capaz de caer y siendo la lluvia, al otro lado de la ventana, nuestra silente testigo.








Ana Monsalve

Lluvia

No me gusta la lluvia, siempre me ha recordado todas las lágrimas que he derramado en mi vida, desde pequeña he sufrido grandes pérdidas, primero mis abuelos a quienes adoraba, luego mi papá, ser criada por una mujer que está rota por dentro no se lo deseo a nadie y por último al amor de mi vida, el hombre que movió mi mundo hace un par de años en las últimas vacaciones que tomé, por el que me planteé dejar todo lo que conocía en mi vida hasta ese momento, en ese lugar que hoy no quiero recordar. 
Hoy voy camino al que será mi hogar por los próximos años, después de tanto esperar, por fin obtuve la plaza que tanto he soñado, me siento confiada, feliz en parte, pero el día no me permite disfrutar ese logro. 
Llego a un lugar casi desierto, rodeado de montañas y por lo que se ve una sola, pero larga calle, me dirijo hasta la dirección que hay en mi correo y me encuentro con un pequeño hospital si es que se le puede llamar así, pintado de azul y una cruz roja en una pared, apago el auto, me bajo con mi paraguas en mano dirigiéndome a la entrada, al ingresar hay un par de personas en la pequeña sala de espera y de un puerta sale un chico vestido de azul, con un estetoscopio en el cuello hablando con una señora bajita de cara bondadosa, que al mirarme esboza una sonrisa. 
- Hasta el lunes, recuerde tomarse sus medicamentos, mi señora -dice quien creo es el médico. 
- Gracias doctorcito - le contesta ella, confirmando mi pensamiento- hasta luego señorita- me dice a mi al pasar por mi lado. 
El doctorcito como ha dicho la señora me queda mirando, me tiende su mano que al momento de estas juntarse algo pasa, no le hago caso, le digo mi nombre y lo que me trae aquí,  me comenta muy contento que me estaba esperando hace varios días y que está feliz de poder tener un par de manos extra.
- Siempre son necesarias- me dice mirándome con una sonrisa, que yo le devuelvo, algo tiene este chico que me hace querer sonreír. 
Así pasan los días entre curaciones, controles, una que otra emergencia y domicilios, es en uno de aquellos en donde una mujer se acerca al médico, le dice algo al oído y luego me señala, él se ve un poco nervioso y le contesta con un movimiento de cabeza, al regresar al pueblito conversamos de diferentes cosas hasta que le hago la pregunta que me ha rondado la cabeza todo el trayecto.
- ¿Qué te ha dicho esa mujer? -me mira con cara interrogante, luego alza sus cejas recordando al parecer. 
- Es una anciana respetada de la comunidad a la que hoy fuimos, quería saber quién eras -responde un poco nervioso. 
- Ah, comprendo -digo, no le creo del todo lo que me ha dicho.
Cuando voy a preguntar algo más me suelta. 
- ¿Quieres ir a cenar a mi casa mañana? -me mira con una sonrisa en su rostro.
- Claro que sí, hace días que no como nada decente - respondo sonriendo. 
- Bien pues te espero a las 7 -me dice cuando para frente a mi casa. 
- Ahí estaré - le contesto, me desabrocho el cinturón y sin darme cuenta me acerco a él y lo beso en la mejilla.
Él me mira con sus mejillas sonrojadas y creo mi cara debe estar igual porque la siento caliente. 
- Perdona, no me di cuenta - le digo asorada. 
- No te preocupes -habla nervioso- me gusta esta despedida -dice sonriendo. 
Nerviosa tomo la manija de la puerta y la abro, salgo del auto, cierro y él se queda hasta que abro mi reja. 
Cuando entro a mi casa me paro tras la puerta y poco a poco voy cayendo al piso, no quiero sentir esto, otra vez no, no quiero perder a alguien importante en mi vida, siento las lágrimas bajar por mis mejillas y él se viene a mi mente, esos días en donde su motocicleta fue nuestra compañera y la noche nuestra confidente, por el hombre por el cual mi alma se apagó.
Me levanto del lugar, me encierro en el baño, me desnudo y mientras estoy en la ducha vuelvo a llorar, por todo aquello que he perdido, horas más tarde, estoy en mi cama envuelta en mis sábanas cuando siento que alguien está a mi lado, me doy la vuelta y es él, me mira y me sonríe, yo hago lo mismo. 
- Vengo a despedirme, mi amor - me habla con una sonrisa en los labios. 
- No -grito-, ¿por qué te quieres ir? -respondo nerviosa, llorando.
- Es el momento de que seas feliz cariño-siento su mano en mi mejilla y como enjuga mis lágrimas con sus dedos.
- No quiero dejarte- lloro.
-Te amo, mi vida, eso es lo importante, cada momento que viví contigo lo guardo aquí dentro -dice poniendo su mano en su corazón. 
- No puedo -digo llorando. 
Él se acerca a mis labios y me besa. 
Eso es lo que siento al despertar, un beso y lloro, lloro como lo he hecho muchas veces, pero esta vez siento que algo se drena de mi cuerpo, como si algo me dejara de oprimir porque se que todo lo que soñé fue real y que ahora ya no lo tendré nunca más.  
Cuando vuelvo a despertar son las 3 de la tarde, es mi día libre así que me quedo en la cama hasta que dan las 6, me visto con un sencillo vestido lila y salgo rumbo a la casa del doctor, al llegar golpeo la puerta y la visión que tengo de quien abre es de un hombre alegre y feliz de verme, me hace pasar y nos sentamos a conversar hasta que da la hora de cenar, al teminar me invita a su terraza a ver las estrellas. 
En este lugar se ven en todo su explendor, brillantes, únicas, él me cuenta algunas historias mientras la música suena por los altavoces, de pronto extiende su mano hacia mi y me invita a bailar. 
Estamos en ello cuando nuestros ojos conectan y él se acerca poco a poco a mis labios, nos besamos, cierro mis ojos, es un beso lento, tierno, lleno de esperanza y amor, mi corazón late con velocidad y mi alma recobra su vida. 
Al abrirlos me encuentro con el hombre con el que me casé hace años, con quien he vivido los momentos más felices de mi vida.
- ¿Qué piensas cariño? - le digo cuando lo veo sonreír. 
- En que esa señora tenía razón- me dice, lo miro expectante, nunca me ha querido contar lo que ella le dijo- que eras la mujer destinada para mi, pero que debía esperar a que tu alma sanará por completo- dice con su voz teñida de emoción.  
-Te amo -respondo, con voz apenas audible- te amo como no tienes idea - nos besamos nuevamente y siento como gotas de agua caen en mi rostro, pero esta vez sonrío porque la lluvia me recibió en el lugar en donde la vida me dio una nueva oportunidad de amar.








Ale Peña

Miles de preguntas retumban en mi cabeza, solo para recordarme, que alguien más que no soy yo, estará cerca de ti. Haciendo que mi corazón se desgarre,  las lágrimas no cesen, cuál si fueran lluvia.








Lorena (ChicaLetra)

Una tarde ella cayó en el jardín trasero del templo, presa de la fatiga. Ya era la tercera vez que ocurría en el mismo mes y para ese entonces todos, incluída ella, nos habíamos hecho a la idea de que pronto moriría.

Unas pocas horas después de que la colocáramos en su lecho, a pesar de su agotamiento, parecía que recuperaba fuerzas y que a la mañana siguiente volvería a encargarse del trabajo de siempre, se quejaría de alguna sugerencia que hiciera algún otro líder, acompañaría a los lobos al prado por algunas flores, me sermonearía por alguna tontería que cometería y compartiría más tiempo con nosotros en esta vida.

Al día siguiente seguían en pie esas esperanzas, pues cuando ella despertaba entre la fiebre y los escalofríos, aún sabía en qué lugar se encontraba y quiénes estábamos a su lado, sin embargo en cuanto comenzó la noche los delirios se hicieron presentes y se retornó a vivir en épocas pasadas, repitiendo eventos en su vida donde a veces reía, a veces maldecía, Fue entre sollozos que comencé a reconocer un nombre muy familiar, seguido de disculpas y súplicas. En cuanto estuve seguro de quién se trataba, me di cuenta de quién había sido su mejor amigo, su primer y único amor, del que a veces me hablaba entre dolida, solitaria y satisfecha por su desición.

Transcurrieron dos noches más llenas de dolor y angustia, hasta que finalmente, mientras reía con uno de sus recuerdos más felices, dejó escapar un último aliento y con ello se retiró de este mundo para regresar a la tierra.

Todos nos quedamos en silencio, hasta que finalmente no pude retener mis lágrimas, las cuales comenzaron una fina cadena de llantos cohibidos, semejantes a una fina lluvia de verano.

En la ceremonia él no se presentó, algo que no me extrañó puesto que además de los demás líderes y sus séquitos, nadie deseaba acercarse a nuestro templo, o a algún integrante del grupo en general.

Por un lado eso me llenó de cólera, pero por otro sabía que ella lo hubiera querido de esa forma, no por nada había preferido ser olvidada en vida, no haría la diferencia en su muerte.











Cual es su favorito???

Bueno, nos vemos más o menos en un mes con la recopilación del mes de septiembre y veremos qué comidas nos deleitarán.

Gracias y Besitos!!!


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