viernes, 7 de agosto de 2020

(Recopilación) Yo Escribo Julio / Vacaciones by Varias Autoras


Yo Escribo Julio

Vacaciones

Varias Autoras


Laura Serrano, Evelyn Cuellar, María Elena Rangel, Freya Asgard, Ana Monsalve

Hello, hello!!!


Un mes ha terminado y ya llevamos seis meses de este año tan raro y que esperemos pronto podamos regresar a la normalidad, pero no nos queda de otra que adaptarnos e intentar llevar una vida normal, por eso es que aquí seguimos escribiendo varias autoras y bueno, a estas alturas ya vamos conociendo más el estilo de cada una, al inicio éramos tres, pero parece que hay una más que se une a la lista de quién es la más oscura y perversa en sus relatos jajaja, alguien más nos deja con ganas de más en sus finales tan sexys, puff mucha variedad tenemos y pues este mes no podíamos quedarnos atrás.

Yo al final he escrito dos relatos, uno que me he pasado por casi mil palabras, aunque como lo dije al principio, la idea es mantenerlos cortos (que también es un super-reto), pero que al final podía ser de la extensión que quisiéramos y tenemos algunos extensos, así que por leer no se pueden negar.

Les recuerdo que el orden que hay aquí es como lo fueron compartiendo en redes, no es por favoritismo o algo parecido.

El tema propuesto para el mes de Julio fue vacaciones, y pues ya no me alargo más y a lo que vamos:










Laura Serrano

Así termina

Entonces yo era ingenua y descuidada, no tenía ni una pista de sus intenciones ocultas. Para cuando me di cuenta, mi corazón estaba en sus garras y mi cuerpo... En su sótano.

- No te preocupes, te prometo que te alimentaré bien... Si me acuerdo!

Dijo él, cerrando la pesada puerta de metal que separaba el sótano del resto de la casa. Me retorcí y contorsione de todas las formas posibles intentando desatar mis manos, pero fue inútil. Me arrastré a una esquina y me hice bolita. Que tonta fui al pensar que un desconocido podría ser mi principe azul.

Mientras lloraba acurrucada en la esquina, recordé cómo había llegado a esa situación...

Hace apenas un año, mi familia y yo habíamos ido de vacaciones a Disneyland. Nadia, mi pequeña de 6 años me lo había suplicado tanto que no tuve opción. Mi esposo, mis dos hijos y yo volamos a Orlando. Tras una semana, encontré que mi esposo me había engañado con su secretaria, ese idiota estuvo burlándose de mí por años.

Un mes después ya estábamos esperando los papeles del divorcio. Daniel, mi hijo mayor, decidió irse a vivir con su padre y yo me quedé sola con mi pequeña. Desesperada y cada vez más triste, comencé a frequentar bares con mis amigas solteras.

Una noche de barra libre, una amiga me presentó al hombre más guapo, tierno y carismático que había conocido. Él también acababa de divorciarse y se había quedado con la custodia de su hijo (vaya coincidencia!). No pensé nada extraño en aquel entonces, pero era obvio que había sido un engaño para acercarse a mí.

Salimos por unos cuantos meses y todo iba bien. Mi hija lo quería y yo lo adoraba; él era el hombre perfecto. Había tomado mi corazón destrozado y lo había curado con su amor. Me dió los meses más felices, hasta que un día me pidió que fuera con él de vacaciones. Acepté sin dudarlo y dejé a Nadia con su padre.

Me llevó a una villa en Cancún, fuimos a pasear por las playas, visitamos los bares más concurridos y hasta hicimos deportes extremos! Todo era tan perfecto.

Hasta que una noche, mientras me preparaba para dormir, se acercó a mí por detrás y me tomó de las manos, dejándome inmóvil. Me dijo que había esperado mucho por ese momento en el que por fin me tuviera solo para él, esperaba con ansias ser mi dueño y no dejar que nadie más posara siquiera sus ojos en mi. Me arrojó al sótano y me encerró, he estado aquí desde hace 2 días y no ha vuelto.

Escuché la puerta abrirse y me puse a temblar. No tengo idea de qué hará conmigo o si solo quiere matarme. No sé si algún día podré escapar, o si, a mis 32 años, puedo decir que así es como termina mi vida.










Evelyn Cuellar (Felin)

El Secreto


Yen, Ann y Deb, las mosqueteras como se llamaban a sí mismas, desde hace tiempo soñaban con esas tan anheladas vacaciones, ya que año tras año las han ido posponiendo. En un principio sería un viaje de cuatro, pero una de ellas sin decirles nada, una mañana les avisó que estaba al otro del océano, ya que la muy condenada se fue sola, pero ahora que han podido reunir lo suficiente para los tickets y poderse mover por algunos días, han decidido que es el momento para caerle de sorpresa a su amiga Eylin, esa ingrata que se fue sin tomarlas en cuenta ni contarles su planes de irse a Europa, de eso hace ya tres años.

Si fuera otra de ellas, sí estarían preocupadas al no tener casi noticias, pero dado de quien era la perdida, se conformaban con solo algún escueto Whats para saber que estaba bien y este normalmente era alguna foto con su último ligue, de esta forma sabían que ella se encontraba más que bien. Tal pareciera que ella no tenía plan alguno de regresar pronto, por lo que aplicarían de su Mahoma no va a la montaña, la montaña va a Mahoma.

Desde hace casi tres años, los ahorros y restricciones ahora si han sido en serio y cada centavo sumaba. La idea original de este viaje era conseguir algún chico y pasarla bien, lejos de casa y de las habladurías. Uno donde harían cosas que normalmente no se atreverían a hacer por su casa o donde las conocieran. En parte admiraban o más bien se sorprendían de la actitud de su amiga que se daba la satisfacción de cambiar de modelo como si fueran sus calzones, es por eso que habían decidido tener esta aventura y poder descubrir su secreto, ese que nunca les ha querido revelar.

En estos momentos lo que más les preocupaba, es que iban a tientas a su destino, debido a que solo tenían una ligera noción de por dónde se podía encontrar y sería casi como buscar una aguja en el pajar, pero estaban decididas a encontrarla y a su harem también.

Agotadas después de varias horas de vuelo, llegaron a Italia, buscaron una pensión y mañana ya descansadas comenzarían su búsqueda.

Tomando como referencia la última fotografía, el punto de partida era Florencia, fueron recorriendo algunas otras ciudades y era como si la tierra se la hubiera tragado, simplemente no la encontraban y la muy ingrata, tenía días que no les escribía ningún mensaje. El dinero que llevaban se estaba reduciendo a pasos agigantados y de continuar a este ritmo, tendrían que regresar a casa sin haber gozado realmente de estos destinos.

Cuando toda esperanza de localizarla la estaban perdiendo y aprovechando que se encontraban en Roma, había un lugar que tenían que ir. La Fontana di Trevi era mucho más espectacular que en las fotografías que habían visto, y como si fuera una aparición, ahí estaba, rodeada de un gran grupo de personas.

—Si será canija —dijo una de ellas al verla.

Ven como se acerca a uno de los chicos, lo toma de la mano y comienza a perderse entre toda la multitud. Ellas corren un poco para alcanzarla y no perderla de vista.

Las tres chicas, tenían la sospecha que la agarrarían en infraganti. Y estaban en lo cierto.

La muy descarada y en pleno día, estaba de rodillas frente a él.

—¡Eylin! —gritaron las tres chicas al unísono, entre asustadas y sorprendidas, no podían creer que fuera tan despreocupada y deshinibida.

—¿Qué les pasa? —Fue lo primero que les dijo e inmediatamente soltó una carcajada al ver la escena que se estaban imaginando, se puso de pie y corrió hacia ellas— pero, ¿Qué demonios...? —Abre los brazos para abrazarlas—, ¿Cómo…? ¿Cuándo...?

De manera rápida y debido a que no dejaban de dar miradas indiscretas al chico que estaba unos metros de ellas, le respondieron sus preguntas.

Cuando terminaron de hablar y que la cuestionaron por lo que está haciendo en ese momento, y también aprovecharon para hacerle algunos reproches, la aludida soltó una carcajada.

—Ok, soy tan... pero no tan... —no encontraba las palabras correctas— bueno si lo soy, pero…

—Ya suelta la sopa —una de las chicas desesperada casi grita.

—¿No han escuchado que es de buena suerte cuando te encuentras un centavo en la calle? Eso es lo que vieron, me agaché para recogerlo.

— ¡Ay, ajá! —Las tres vuelven a decir al mismo tiempo.

—Íbamos a su hotel ok, pero nos detuvimos— les enseña la lengua— ¿Esa respuesta las deja más satisfechas? Y si me lo permiten —ve su reloj— las veo frente a la fuente en 45 minutos —y sin esperar respuesta corre donde se encuentra el chico que debe ser mínimo diez años menor que ella, lo agarra de la mano y salen corriendo de ahí, lejos de de ellas.

En realidad fue casi hora y media lo que tuvieron que esperar, pero la vieron con una gran sonrisa en los labios que decidieron guardar silencio. Observaron cómo se desenvuelve ante las personas hablando a la perfección el inglés y español dándoles algunos datos del lugar y disculpándose por la demora. Tuvieron que esperar un rato más, antes de que interrumpiera para otro descanso.

Mientras todos sacaban fotografías y pedían deseos, se acercó a ellas.

—Ya vieron el menú, ¿qué se les antoja comer?

—¿Lo dices en serio? —Ann dice el tiempo que se pone roja como un tomate.

—Estas loca si crees que... —Yen dice con los ojos tan abiertos como si fueran platos— yo no…

Pero Deb se muerde el labio y solo con la mirada y una gran sonrisa en su rostro señala a un chico que está cerca de ellas.

—Seré como su hada madrina —suelta una carcajada— ¿ya decidieron ustedes dos? —ambas chicas señalan en diferentes direcciones— si en la noche sus piernas les responden, las veo en el bar para que me inviten una copa.

Fue lo último en decir antes de caminar al chico más cercano y después señalar a una de ellas, repitiendo la misma acción dos veces más.

Esa tarde, después de que comieron en la plaza, cada una se fue por un rumbo diferente, aún no podían creer que estuvieran a punto de hacer tal cosa, pero ya era tarde para arrepentirse, el viaje desde hace años tenía ese propósito.

Y como acordaron, en la noche se vieron en el bar, solo una una de ellas faltó a la cita.

Al día siguiente, en el almuerzo, las mosqueteras todas avergonzadas, unas más que otras, enseñaban sus fotografías y platicaba los pormenores de lo que parecía ser el inicio de unas vacaciones de ensueño.

No sé sentían capaces de abandonar todo para llevar una vida así, Eylin era diferente a ellas, además el dinero en unos días sería ya un problema, pero parecía que eso ahora también ya estaba solucionado y por lo menos tenían por delante casi un mes para cambiar de idea, que era el tiempo que tenían antes que tuvieran que regresar a su realidad.

Fue una noche de copas entre amigas, una llena de risas y ya pensando en el nuevo grupo que en unos días les darían más opciones. Ya morían por ver ese menú y decidir por cuál plato se decidirán.

Además, así como dicen de Las Vegas… lo que suceda en Italia, europa o en cualquier otra parte del mundo, se queda allá, quizá los remordimientos lleguen después, ahora no es el momento. 

Las tres chicas habían decidido que lo mejor por ahora, era aprovechar que descubrieron parte del secreto, aún deben sonsacarle más información, pero hoy eso les era suficiente.










Freya Asgard

Primeras Vacaciones

Miró el reloj por enésima vez, parecía que su trabajo no terminaría jamás.
―¿Lista para tus vacaciones? ―le preguntó su jefe.
―Sí, ya estoy terminando de arreglar estos documentos, es lo único que me falta.
―Bien, que descanses.
El hombre se fue. Ella también quería irse, pero tenía que dejar eso listo para la reemplazante.
Cinco minutos antes de las ocho, estaba lista. Fue al baño a retocar su maquillaje, lavarse las manos y prepararse para irse. Tomó su cartera y salió de la solitaria oficina; le gustaba su trabajo, pero ya estaba cansada.
Al bajar del ascensor en el estacionamiento, le dio una sensación de que alguien la observaba. Caminó a paso rápido por el pasillo. Abrió su auto y, antes de poder entrar, una mano la detuvo del brazo. Pegó un grito, espantada.
―Hey, tranquila, soy yo ―le habló su jefe.
―¿Usted? ¿No se había ido?
―Sí, pero se me quedó la carpeta de Dionisio Álvarez, mañana tengo junta con él.
― Pero si le dejé la carpeta en su escritorio, mañana tienen el almuerzo en el Grand Hotel.
―Gracias por recordarme el lugar. ―Le sonrió culpable.
Ella negó con la cabeza, algo burlesca.
―De verdad, no sé qué voy a hacer sin ti todo este tiempo.
―Son tres semanas, no es taaaanto tiempo.
―Es cierto, pero se me hará una eternidad.
―Mentiroso.
―Solo digo la verdad, te lo he dicho muchas veces, tú eres mi ancla, sin ti, se me olvidaría hasta la cabeza.
―Bueno, tendrá que acostumbrarse.
―¿Puedo llamarte en tus vacaciones?
―No voy a trabajar en mis vacaciones.
Él la quedó mirando fijo por largo rato, ella no supo qué hacer, llevaba más de un año trabajando para él, desde que la secretaria de su padre se jubiló, pues ella siguió trabajando allí después del accidente donde murieron sus padres y él se tuvo que hacer cargo de todo.
―Además, dudo que esté disponible, me voy a ir a una cabaña muy lejos de la ciudad, donde no hay luz eléctrica, ni internet, ni ninguna de estas cosas que me tienen aburrida.
―¿Vas a ir sola?
―Obvio que sola. Quiero descansar.
―¿No te da miedo? ¿Acaso nunca has visto películas de terror?
―Claro que he visto, pero son solo eso: películas.
―¿Y si te pasa algo? ¿Si te caes o algo?
―Voy a estar bien.
―¿Cómo voy a saberlo?
―No lo voy a llamar reportándome a diario, ya le dije, no voy a trabajar.
―Supongo que tu familia sí sabe dónde estarás y se estarán comunicando.
Eva bajó la cara.
―¿Tampoco saben?
―Mi familia no está ni ahí conmigo, así que para qué voy a decirles, no les interesa.
―Dime a mí, estar sola y tan lejos, no es bueno.
―¿Está preocupado por mí?
―¡Por supuesto que estoy preocupado!
―Bueno, más tarde le mando la ubicación y le mandaré un mensaje diario o cada dos días, de acuerdo a cuándo vaya al pueblo.
―Muy bien. Espero tu mensaje.
Se despidieron y Eva le envió el mensaje a su jefe del lugar en el que estaría, cosa que él agradeció.
A las seis de la mañana, ella subió a su auto para dirigirse a sus ansiadas vacaciones. Pasó por el pueblo a comprar provisiones y le envió un mensaje a su jefe de que había llegado, pero su mensaje no le llegó, esperó un rato para ver si tenía respuesta, pero nada. Se fue a su cabaña. Al llegar, notó con extrañeza que un todoterreno negro estaba estacionado allí. Su corazón latió apresurado, si se trataba de un ladrón... Se burló de sí misma, ¿un ladrón en un auto cuya patente costaba la mitad de su sueldo?
Se bajó y miró, no se veía a nadie. En los árboles vio una sombra. Volvieron las taquicardias.
―¿Qui... Quién está ahí? ―preguntó con voz temblorosa.
Un hombre salió de entre el follaje con una enorme sonrisa y un tiesto con moras.
―¿Usted? ―interrogó, incrédula.
―No te iba a dejar venir sola a este lugar, es muy peligroso.
―Pero... Pero...
El hombre se acercó, acunó su rostro entre sus manos y la contempló con admiración.
―Yo sé que sientes lo mismo que yo, ¿puedo quedarme contigo?
―Pero... Su reunión.
―La cancelé. Quiero estar contigo, que estas sean nuestras primeras vacaciones juntos.
―Pero usted es mi jefe...
―Pero, pero, pero... Eres una mujer con muchos peros, Eva. Aquí somos solo tú y yo, un hombre y una mujer enamorados, lejos de todo y de todos. Olvídate que soy tu jefe, si quieres te despido y te hago mi socia, las clases sociales jamás me han importado, mucho menos ahora. ―Hizo una eterna pausa sin dejar de observarla―. ¿Puedo?
Se acercó muy lentamente como si tuviera miedo de encontrarse con un muro, cosa que no fue así, pues ella lo recibió con la misma pasión y amor que él, un amor que intentaron ocultar y reprimir por más de un año.










María Elena Rangel

Presagio

Desde que llegaron a esa cabaña perdida en el bosque ella tenía un mal presentimiento; sin embargo habían pasado ya varios días y todo parecía ir bien, por lo que tranquilizó sus temores y se dispuso a disfrutar, junto a su esposo, de esas merecidas vacaciones.

Ese día su esposo se dirigió al pueblo cercano para hacer algunas compras. Ella prefirió quedarse descansando un poco ya que estuvieron caminando por el bosque que bordeaba la cabaña, y jugueteando en el lago que quedaba a pocos kilómetros de la misma.

A media tarde se vino encima una tormenta sin previo aviso. El camino que llevaba al pueblo se inundó haciendo imposible el tránsito de vehículos, por tanto su esposo no podría regresar tal vez hasta el siguiente día; el temor se instaló de nuevo en su pecho al percatarse que estaría sin compañía e incomunicada ya que en la zona no llegaba señal al móvil.

Así fue como se encontró sola en esa cabaña perdida en medio del bosque. Ya era de noche, la tormenta arreciaba, el viento soplaba con furia azotando los ventanales. ¡De repente! Escuchó un fuerte golpe afuera, en la soledad que la rodeaba. Se asomó por una de las ventanas, estaba oscuro, pero cuando un relámpago alumbró las cercanías vio con horror la figura de un hombre, cuya cara tenía una expresión demencial, que llevaba en sus manos un hacha. En ese momento supo que no podría huir, y se dispuso a morir. Esas serían sus últimas vacaciones.










Evelyn Cuellar (Felin)

Paraíso

Cuando comenzamos este viaje, ese que parecía que nos regalaría unas vacaciones inolvidables, jamás se nos cruzó por la cabeza que terminaría de aquella manera.

Había sido casi como sacarse la lotería. Una rifa absurda, que parecía una burla en realidad, los boletos tan solo costaban unos pocos dólares, un dinero que gastaría para comprar una botella de vino barata, así de ridículo era el costo, y aún así dudé en hacerlo, tomando en cuenta el premio anunciado, pero al final, después de la insistencia del chico compré un número.

Cuando me llamaron para darme la enhorabuena, me enteré que era un viaje para cuatro personas y no para dos como creía, y ya sabía quiénes me acompañarían.

Un mes después estábamos en el Paraíso, una isla en el Caribe, cualquier persona amaría el lugar, pero las mujeres aún más. Hombres sexys por doquier, comida exquisita y vino a manos llenas y ya ni hablar del sexo.

Sin duda era muy peculiar esta isla.

Sola una cosa llamó mi atención. Y ahora sabía el motivo de esta ausencia.

Quince días no fueron suficientes para ninguna, pero esta noche era la última. Nos despedían con un gran banquete de aquel lugar, lo que no sabíamos, es que nosotras éramos el plato principal de la cena… ahora sé que toda mujer que ha pisado esta tierra, ha tenido el mismo destino que nosotras. 










Ana Monsalve

Vacaciones...

- ¿Necesita algo, señorita? - pregunta la azafata mirándome atentamente.
- No, gracias- respondo escueta, pensando en si he olvidado alguna cosa en casa antes de salir.

Aquí estoy, sentada en un avión viajando miles de kilómetros para vivir mis más anheladas y locas vacaciones, ¿por qué locas? Pues porque por primera vez en mi vida cometí la locura de apuntarme en un tour en donde nos asignan compañero de aventura, ni idea quien será, ya que lo o la conoceré cuando llegue a mi destino y para eso solo falta un par de horas, cierro mis ojos y trato de pensar en cosas que me tranquilicen, estoy en eso cuando siento que alguien me habla y me mueve.

- Señorita, señorita, ya puede bajar - escucho que repite la misma azafata que me ha atendido durante el viaje.
- Oh, lo siento - despierto desorientada mirando el avión que prácticamente está casi vacío.
- No sé preocupe- dice ella con cara de fastidio- suele pasar.

Tomo mis cosas y emprendo camino, bajo del avión directo a recoger mis maletas, cuando ya las tengo a mano, salgo de la terminal y me dirijo a un grupo en donde está el nombre de mi agencia, me uno a ellos y entabló conversación con algunas chicas, mientras vamos camino al hotel, ahí nos informan que mañana parte la aventura y que al bajar al comedor nuestra pareja nos estará esperando.
Llego a mi habitación la que es bastante espaciosa y me tiro a la cama, ahí me quedo hasta el otro día que suena mi alarma, me doy una ducha, me visto, tomo mi cámara, mi cartera y bajo.
En el salón me indican que me esta esperando un chico que está de espalda mirando a la calle, es alto, espalda ancha, cabello negro, enfundado en ub jeans y camiseta negra, que al dar la vuelta me pierdo en esos ojos, con los que siento que es capaz de ver mi alma, camina en mi dirección, nos saludamos y presentamos.

- Seré tu compañero de viaje - me dice con una sonrisa que logra sonrojarme
- Genial- digo nerviosa- ¿Nos vamos?

Extiende su mano y dice que salga primero, al salir me encuentro con una moto negra, bastante grande, él se acerca y me pasa un casco que me pongo.

-¿No me digas que te dan miedo? -me habla conteniendo una carcajada.
- No para nada - tiemblo al decirlo, pero de igual manera me subo a la parte trasera.
- Sujetate y no te sueltes - dice tomando mis manos para posarlas en su cintura- no muerdo, todavía- añade con una sonrisa ladeada.

Y así nos dirigimos a diferentes lugares durante el día, almorzamos con vistos fabulosas al mar y en la noche me invita a salir, a conocer la vida nocturna del lugar.
Llegamos a un bar que está lleno de gente, tomamos una copa y luego vamos a bailar, las cosas se ponen un tanto fogosas cuando sus manos recorren mi cintura y siento su respiración en mi oído, luego es su lengua la que noto ahí para luego darle paso a los besos por mi cuello dirigiéndose a mis mejillas, cuando nuestras miradas se encuentran no puedo contenerme, acercandome lo beso, es un beso caliente, ansioso, todo desaparece a nuestro alrededor, él lo interrumpe, me mira a los ojos, se lo que quiere y solo soy capaz de asentir, me toma de la mano, llegamos al baño entramos y la pasión se desata en una de los cubículos.

- No acostumbro a hacer esto - digo entre besos - es la primera vez que lo hago - sigo hablando, pero ya perdiendo mis sentidos.
- Me gusta ser tu primera vez- habla con la respiración agitada moviendo su mano bajo mis bragas.

Yo solo soy respiración agitada, gemidos y poco más, veo como baja su pantalón, se enfunda en un condón, se acerca y se hunde de un solo golpe en mi, oh dios mío es la sensación más increíble que he sentido en lo que va de mi vida, nos paralizamos cuando una corriente nos recorre por completo, nuestros ojos se conectan y es como si dos almas se hubiesen encontrado, él me mira y retoma los movimientos de forma lenta, luego sube la velocidad hasta que llegamos juntos a un orgasmo arrollador.
Al terminar nos limpiamos, acomodamos nuestras ropas y salimos del local directamente a mi hotel, en donde pasamos cada noche de mis vacaciones, hasta el día de mi regreso llegó y aquí estoy con una mochila en mi hombro en brazos de eso hombre que no puedo soltar, lloro escondida en su cuello y él se aferra a mi con sus brazos sosteniendome por mi cintura.
Llaman anunciando mi vuelo y no me quiero soltar, nunca antes había sentidos esto, es algo que me dice que mi lugar es él.
Él me besa por última vez, dice algo que no logro entender y me suelta, lo miro tomo firme mi mochila me doy vuelta y sin mirar atrás avanzo, a cada paso que doy siento que un trozo de mi alma se queda con él, en este lugar.
Cuando llegó a la puerta de embarque y estoy por entregar mi pasaje, tomó mis cosas y con decisión corro tras él, lo buscó y no lo encuentro, así que salgo a la parada de taxi, tomo uno y voy en su búsqueda...








Ale Peña

Angie y Tom estaban de regreso en la CDMX, aprovecharon las vacaciones de él, para visitar a sus amigos.
Irónicamente, el clima en la ciudad no era el más ideal para las vacaciones, el frío, el aire y la lluvia presente en esa época del año, era el anfitrión principal para arruinar cualquier plan.
Sin embargo, ese día optaron por ir a Coatepec, un pueblo en el oriente del Edomex, muy famoso por su pulque, incluso fabricaban paletas de hielo a base de esta bebida.
La cual era de las pocas bebidas que Angie, con su poca -por no decir nula-, resistencia al alcohol, toleraba.
Aunque los acompañaban Alicia, Alonzo, Luna y Rafael, habían decidido que el plan no implicaría niños, necesitaban un tiempo para ellos solos. Ser jóvenes otra vez, sin responsabilidades de adultos.
Ese día decidieron almorzar barbacoa, todos pidieron consomé con la intención de menguar un poco el frío, que hacía a mitad de año, debido a que provenían de climas cálidos, donde 16° significaba frío, las que más se quejaban de la ausencia de calor eran Angélica y Luna.
—Razón 897 para no extrañar México. —recordó Angie.
—Para no extrañar, siempre terminas regresando. —se burló Alonzo.
—No extraño el feo clima de aquí. El estrés que provoca la ciudad, pero sí los extraño a ustedes —reconoció, dirigiéndose a sus amigos—. Espero que en la próxima ocasión, sí sean ustedes los que nos visiten.
—Es complicado. —dijo Rafael.
—¿Por qué? —indagó Tomás.
—La última vez que quisimos hacer coincidir las vacaciones de todos, fue un desastre. Adrián se enfermó, Aitana se volvió a lastimar y hubo norte allá. ¿Lo olvidaron? —recordó Alonzo.
—Y no es tan fácil que podamos hacer que las vacaciones de todos coincidan. —explicó Luna.
—Bueno, Alicia y Alonzo no tienen tanto problema, ellos pueden acomodar sus vacaciones sin problemas. —se mofó Rafael.
—¡Que simpático! —ironizó la aludida. Alonzo sonrió, todos sabían que a Alicia le molestaba demasiado trabajar en la empresa familiar, pero a la vez le fascinaba lo que hacía. Por eso cada vez, que tenían la oportunidad de recordarle que podía obtener más beneficios si quisiera, todos aprovechaban para recordárselo.
—Ventajas de ser la hija del dueño. —secundó Tomás.
—Lo esperaba de todos, menos de ti. —recriminó.
—Es broma, Ali.
—Una no muy divertida, por cierto. —riñó nuevamente Alicia.
—Tiene su toque de diversión. —reconoció Luna.
—Gracias por tu apoyo y comprensión. —ironizó Alicia.
—Lo tiene, Ali. Así como cuando, insisten en recordar que yo canté algo que nunca pasó. —dijo Angie.
—No puedo opinar, nada al respecto, puesto que no estuve ahí. —agregó Ali.
—Era tu momento para vengarte. —intervino Rafael.
—¿Por qué lo haría? Angie nunca se ha metido conmigo, además es algo que ocurrió hace tiempo y debería quedar atrás, por si fuera poco, yo no estuve presente. —zanjó la morena. Alonzo tomo la mano de Alicia entre sus manos, para llevarla a sus labios.
A pesar de los años que llevaban juntos, Ali siempre se encargaba de recordarle porque se había enamorado de ella, aun cuando quería convencerse de que no era buena idea. Alicia supo robar su corazón, con su nobleza.
—Y si no me acuerdo, no pasó. —añadió Luna divertida, logrando que Rafael sonriera.
—Arruinas el momento. —se quejó Tomás. Luna se las ingenió para que Tom, dejara de increpar a su novia, por ese momento tan bochornoso, aunque estaba agradecido con ella, nunca lo aceptaría en voz alta, porque, como otras tantas situaciones, por las que habían pasado los seis, le quitaba lo divertido al asunto.
No es que todos disfrutarán recordando a Alicia, que por más que quisiera, no podía cambiar su realidad, ni a Angie, que cuando se emborrachaba se olvidaba de cualquier rastro de timidez y a Luna, le increparan por ser tan orgullosa. Lo que disfrutaban eran sus reacciones, si alguien hubiera hecho un comentario en mal plan. Ellos serían los primeros en explotar.











Y cual les ha gustado más???

Como vieron son tan diferentes a pesar de tener el mismo tema, alguno más romántico que otro y quizá alguno alguna risa o escalofrío te provocará.

El mes de Agosto veremos que nos trae la Lluvia y quien se anima a escribir…

Los veo en unos días con mi relato y más o menos en un mes con la recopilación.

Gracias por leernos y besitos!!!






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