Yo Escribo 52 Historias
Semana 35 - Bomberos/Crujir
Semana 36 - Sirena/Amarillo
Varios Autores
Salvador Alba, Neus Sintes, María Elena Rangel, Eelynn Cuellar, Katty Montenegro, Freya Asgard
Hello!!!!
Hello!!!!
Y una quincena más ha llegado con los relatos de 6 talentosos escritores y estas son las historias que han escrito para los semana 35 y 36 donde las palabras a utilizar fueron: Bomberos/Crujir y Sirena/Amarillo, que habrán inspirados estos pares???
Salvador Alba
A petición popular he escrito la segunda parte del relato. Espero que os guste. (relato de YoEscriboAgostoBFD)
«La primera vez de Gisela y Valeriano (parte II)» +18
De camino al hotel agarro a Gisela de la mano y me sonríe con mirada cómplice, vamos a paso firme y seguro, todo lo contrario a cómo me siento. En parte se debe a que es una mujer espectacular y me siento poco para ella, y en una parte más importante es mi problemilla de eyaculación precoz.
Llegamos a la recepción, nos registramos y subimos. Hemos pedido una habitación con bañera de hidromasaje. Va a ser inolvidable. Al pedirla me he sentido avergonzado porque todos sabían a lo que venimos, y Gisela me lo ha notado. Entramos en el ascensor y me besa.
—No seas tonto, no pasa nada. Aquí están acostumbrados a que vengan parejitas, no te cortes. Es más, por cómo me ha mirado el recepcionista, yo diría que te tiene envidia ji, ji, ji.
Le sonrío como respuesta, pero no sé si lo que acaba de decir me ayuda o incrementa mis miedos.
Salimos al pasillo y no hay nadie. Cuando abre la habitación, me arrastra hacia dentro y, a toda prisa, pone el cartelito de no molestar en el pomo de la puerta y la cierra. Me empuja a la cama, se sube el vestido, se monta encima de mí y deja sus pechos al aire, me besa y, entre la forma en que juega con su lengua en mi boca, el calor de su sexo en mi entrepierna y el peso de sus senos en el mío, me vengo. Pero trato de ocultarlo.
—¿Qué te pasa? ¿Por qué haces esos espasmos?
—Nada. es que me ha dado un poco de repeluco, será el aire acondicionado, que está muy fuerte.
—Pero si está apagado.
—Por eso, hace falta ponerlo.
—¿Y te ha dado un escalofrío porque hace calor? ¿Qué tienes una especie de sentido arácnido contra la temperatura?
—¿Quieres hablar o follar?
—Follar, follar.
Esa salida no ha sido propia de mí, pero no sabía cómo lograr que dejase de preguntarme. A ella no parece extrañarle mi reacción y vuelve a mi boca. Comienzo a tocarla y me deleito con sus glúteos, ella abandona mi lengua y comienza a bajar, sé lo que va a hacer y no quiero que note mi percance, así que la volteo intercambiando posiciones y me centro en sus pechos.
—Vaya… mmm… con el tímido. Mmm.. cómo toma la iniciativa…
Me está poniendo muchísimo, a ella también. Me empuja hacia abajo y la complazco con parsimonia después de bajarle el vestido del todo y de quitarle el tanga.
Ella llega al clímax al poco después de que yo lo haga de nuevo. Y me pide más. Así que me bajo los pantalones.
—Uff, no imaginaba que la tuvieses así. —Suerte que estoy tan excitado que no se me ha llegado a bajar en ningún momento.
—Pues ya ves, algo bueno tenía que tener.
—Calla y métemela.
—Espera, la gomita.
—Mierda, puta precaución.
Me dirijo a mi cartera, saco uno de los preservativos y me lo trato de colocar. Está demasiado lubricado y se me resbala.
—¿Te ayudo?
—No, ya puedo yo.
Me seco las manos en el culo y la espalda y doy otro empujoncito. Ahora sí.
—Vamos, túmbate, que te cabalgo, Rocinante. —No puedo evitar reír con esa ocurrencia.
Con lo que me acaba de decir no creo que haga falta dar más explicaciones, solo comentar que obedezco.
Yo gozo, ella goza, los dos gozamos. Y esta vez no me voy ni tengo la sensación de irme.
Noto que se cansa.
—¿Cambiamos?
—No, voy a hacer que te corras sí o sí.
Me sabe mal por ella, pero no quiero decirle lo mío.
—Tienes aguante, ¿No, cabrón?
Se da la vuelta y me ofrece la visión de sus gloriosos glúteos. Se mueve de tal manera que parece que hiciera twerking. Un momento, no, es que está haciendo twerking. Se gira sin dejar de moverse y me dice.
—¿Te gusta lo que ves?
Asiento con la cabeza y ella sigue con su cometido.
—¡Vamos, Rocinante! ¡Vamos… Don Quijote… Sancho Panza…! ¡Por Dulcinea del Tobooosooo!
La cama comienza a crujir y, cuando Gisela se pone roja, le digo.
—Venga para, vamos a cambiar.
—¡No! Bueno, sí, que me arde el chumino…. A ver si te gusta esto… Vamos, bombero, apaga este fuego.
—Esto me encant…
No me ha dejado ni de terminar la frase, es el sesenta y nueve con más pasión de mi vida. ¡Mierda! a tomar por culo la gomita.
Ahora sí, ya viene. Su olor y sabor me han puesto a mil.
—¡Sigue! No pares…
—¡Tú tampoco, Rocinante!
Y los dos acabamos a la vez.
Cuando recuperamos la respiración, me pregunta.
—No has echado apenas liquidito ¿tienes algún problema de salud?
—Tú tampoco lo has echado y no te he dicho nada.
—Ja, ja, ja, qué gracioso. ¿Sueles durar tanto siempre? De ser así me vas a hacer la mujer más feliz del mundo.
—Bueno… siempre no, algún día tardaré más. —No sé por qué he dicho eso, a ver cómo salgo de esta mentira.
—¿Más de una hora y cuarto? ¡Qué maravilla!
Pongo a llenar la bañera de hidromasaje, mientras, ella va al escusado y yo espero mi turno. Desde allí me pregunta.
—¿Qué quieres pedir para cenar? —Es curioso la confianza ganada en estos dos años tras la pantalla y el teléfono. No me siento incómodo hablando con ella sabiendo que está haciendo popo, a juzgar por la tardanza.
—Lo que tú quieras, unos tacos o algo ligerito.
—¡Vale! Pediré dos menús gigantes al Taco Bell. ¡Ja, ja, ja!
Ella termina, yo voy al baño y, a la vuelta, ya está llena la bañera. Nos introducimos uno a cada lado, con la espalda apoyada y abrazándonos con las piernas el uno al otro.
—¿Cuándo vamos a irnos a vivir juntos?
Me pregunta. Me asusto. Se me encojen los testículos y el pito se me mete hacia dentro, casi cambio de sexo. El corazón se me pone en la boca para no dejarme articular palabra.
Neus Sintes
Llamas de Fuego
Las llamas se veían detrás de unos matorrales. Justo donde vivía Isis, una mujer anciana entrada en años, que muchas veces se dedicaba a ayudar a los animales de la calle, que se encontraban abandonados y les ofrecía agua y comida.
Casi todo el mundo de la comarca la conocían y la intentaban ayudar en cuánto necesitara. Se sabía de ella que vivía sola. Su marido había fallecido unos tres años atrás y su único hijo se desentendió, sin pensar en las consecuencias.
Uno de los vecinos más cercanos al oler el olor del fuego, fue a llamar a los bomberos y demás vecinos que se encontraban más cerca.
__¡Pobre Isis! __recemos para que se encuentre bien, exclamó una de las mujeres, toda nerviosa.
__¿Unidad de Bomberos? __pregunto Javier inquieto, esperando una respuesta.
__¿Qué ocurre? __ preguntó el jefe de bomberos a través del auricular.
Javier le dio todas la referencias del lugar del cual la llamaradas se hacían cada vez más visibles. No tardaron en llegar. El sonido de la alarma de incendios del camión, anunciaba su llegada. Bajaron en la zona indicada varios bomberos. Mientras uno empezaba a encender la manguera, el agua empezó a surgir, mientras iba apagando las llamas del exterior.
Los otros empezaron a adentrarse adentro de la casa, mientras el crujir de las puertas se oían a cada paso que daban. La casa estaba hecha escombros pero no encontraban a Isis. La llamaron insistentemente y buscaron en cada rincón hasta que se percataron de una puerta que parecía estar atascada.
El jefe de bomberos fue el primero en entrar y ver el cuerpo hecho un ovillo de la anciana. Isis había intentado proteger de las llamas, pero fueron demasiado fuertes para un cuerpo tan menudo y frágil. Al cambiarla de posición la hallaron sin vida. Su corazón había dejado de latir.
Todos los que la conocían lloraron su pérdida. La casa quedo hecho polvo y entre todos los vecinos hicieron una recolecta del sueño que más le hubiera gustado. Por Isis, hicieron en el lugar donde vivió un nuevo hogar; un refugio para animales abandonados. Mientras, a las afueras de la gran ciudad, los remordimientos, consumían a su único hijo.
María Elena Rangel
A los Héroes Silenciosos
El calor era insoportable, mis pulmones casi no recibían oxígeno por el asfixiante y denso humo que invadía el espacio donde me encontraba. El pánico me invadía, y solo escuchaba el crepitar de las llamas y el crujir de los cimientos de la casa, que amenazaban con colapsar. El fuego me rodeaba, las lágrimas rodaban por mi rostro mientras las esperanzas de sobrevivir me abandonaban. El ardor en mi piel aumentaba… De repente…
Sudorosa, entre gritos y un desgarrador sollozo, desperté en medio de la oscuridad de mi habitación. La inquietante pesadilla que me ha perseguido a lo largo del último año había hecho acto de presencia para atormentarme una vez más. Con ese sentimiento de culpa que me ha acompañado desde ese fatídico día, solo puedo dar gracias a Dios, y a aquel valiente bombero, héroe silencioso, que dio su vida para salvar la mía.
Eelynn Cuellar
Mi Arte
Las llamas cada vez eran más intensas, el fuego lamía mi piel aún con el traje puesto.
Los bomberos intentan apagar el siniestro, pero la magnitud los supera, y la incertidumbre de todos es evidente.
Comienzan a llegar las órdenes de desalojar, y a la distancia veo a un bombero solitario intentado continuar con su labor, no se da por vencido y pareciera que no está dispuesto dejarse vencer.
Sin que se percate de mi presencia, me acerco a él y le doy un golpe contundente en la cabeza, debo apurarme en salir antes de que sea imposible hacerlo, siempre he sido un espectador a la distancia de mis obras y está ocasión quise mirar más de cerca, doy apenas un paso lejos de él y escucho el crujir de la madera bajo mis pies que cede ante mi peso y caigo varios pisos antes que él fuego me abrace.
Katty Montenegro
Último mini capitulo 😮
Espero que no me maten cuando lleguen al final jajajajja
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Entonces quedamos en que Darwin se mató para que dejaran pasar a nuestro amigo...
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Regreso
Desperté con el sonar de las sirenas de un carro de bomberos. Estaba desorientado, no lograba ver claro. El crujir de la puerta me alertó, era mi madre.
―La casa de enfrente se está quemando ―casi gritó.
―¿Qué? ―¿Otra vez? Me pregunté. Fue entonces cuando me di cuenta de que estaba de vuelta en mi realidad.
Miré por la ventana y vi un bombero en una escalera combatiendo el fuego.
A medida que el día avanzó, me di cuenta de que estaba viviendo el mismo día que viví antes de cambiar de universo. Y nadie parecía haberme extrañado, de hecho, se impresionaron cuando los abracé con amor, todos me tildaron de loco. ¿Había sido un sueño? Pero, si era así, ¿por qué estaba repitiendo ese día?
Por la noche me fui a acostar asustado, al principio no podía cerrar los ojos del pánico que sentía, pero al final cedí al sueño. Aquella noche Darwin me visitó, creí que todo volvería a iniciar, pero no. Dijo que esa sería la última vez que lo viera. Me pidió disculpas por todo, parecía sincero, y me dijo que el ratón le había dado una oportunidad por su arrepentimiento, solo que ya nunca más podría cruzar los portales, si se presentaba otra vez, lo mataría, por eso pidió una ultima conexión antes de volver para explicarme todo. También me contó que consiguió que me hicieran volver al día en donde todo comenzó, pues apeló a mi inocencia y pidió por mí.
No solo me hablaba, a medida que narraba los hechos, imágenes reales venían a mí, era como estar viendo una película.
Cuando terminó de dar sus explicaciones, el ratón le avisó que se había acabado el tiempo.
―Disfruta tu vida, tienes una hermosa realidad, una hecha a tu medida ―se despidió justo antes de ser absorbido por un extraño remolino.
Al final, Darwin no era tan malo. Solo estaba atrapado en la monotonía. Igual que muchos...
Freya Asgard
―Necesito llamar a los bomberos ―le dije a mi fantasma, él estaba en la sala viendo la televisión, habíamos discutido.
―¿Necesitas a los bomberos? ―preguntó burlón.
―Sí.
―¿Para qué? ¿Te puedo ayudar?
―No sé, ¿eres bombero?
―No.
―Entonces, no.
―¿Qué pasa?
―Es que hay fuego en el ático.
No me respondió, se desapareció de mi vista, claro, él podía desaparecer y aparecer cuando quisiera. Yo tenía que subir los tres pisos a pie.
Cuando llegué, él ya había apagado el fuego y solo quedaba el crujir de las maderas quemadas.
―¿Qué pasó? ―me preguntó algo enojado.
―No sé.
―¿Cómo no sabes? ¿Qué estabas haciendo?
―Después de que peleaste conmigo, me vine a ver el ático, llevo más de un año aquí y no he visto toda mi casa.
―A ver, ¿yo peleé contigo? ―me preguntó y yo me encogí de hombros, ya no me acordaba por qué habíamos discutido―. Si no has recorrido toda tu casa ha sido porque tú no has querido.
―Bueno, pero ahora vine. Prendí una vela porque no veía nada y de repente se prendió la cortina.
Sacudió la cabeza y se acercó a una de las paredes, abrió las cortinas y… ¡se hizo la luz!
―También hay luz eléctrica, ¿qué creías? ¿Que era como los de las películas de terror?
Ni una sola palabra saldría de mi boca a esas preguntas capciosas.
―¿Qué querías ver? Pecosa... ¿Qué buscabas aquí?
―Quiero saber nuestra historia.
―Solo debías decirlo, si quieres saber, vamos abajo, te daré un café y te lo contaré todo.
―¿Me lo prometes?
―Te lo juro, pecosa enojona. ―Me tomó de la mano y bajó conmigo hasta la sala, donde me dejó sentada antes de irse a la cocina.
Eelynn Cuellar
Luna De Miel
Fue la noche perfecta... Corrección, fue el día perfecto.
Jamás imaginé qué sería de esos novios que tantas veces vi en videos, que lloraban en cuanto al final del pasillo veía a su prometida avanzar para llegar junto a ellos. No me avergüenza reconocerlo, en cuanto pude ver a Martha, contuve el aliento unos segundos y comencé a llorar, una hermosa ceremonia que fue emotiva y una fiesta de esas que hablaran por mucho tiempo, o por lo menos yo nunca olvidaré.
Siempre me ha gustado navegar, y ella fue quien propuso que utilizaremos el yate que mi querido suegro nos ofreció para tener unos días románticos, no se me hizo mala idea y más que se pronosticaba bien clima en las siguientes semanas, por un breve instante tuve un poco de miedo a este plan, no sé porqué recordé la película de Terror a Bordo, ¿qué tal que encontrábamos un náufrago y mi luna de miel se convertiría en una pesadilla?
Al final, me quité esas telarañas de la cabeza y acepté el magnífico regalo.
Un cielo despejado, un mar en calma y un sol resplandeciente estaba frente a mí, aunque ver Martha en ese pequeño bikini amarillo, fue la mejor vista que tenía. Llevaba unos minutos observándola absorto, cuando a lo lejos escuché un hermoso canto, y di media vuelta para dirigirme a la popa. Frente a mí estaba la mujer más hermosa que debe existir en la tierra y me llamaba a que me acercara a ella, no lo dudé ni un segundo, olvidándome de lo que dejaba atrás y me lancé al mar.
Cuando llegué a su lado, noté que muchas más estaban junto a ella y todas cantaban.
Solo un segundo antes de que enterrara su mano en mi pecho, fui consciente de que las sirenas existen, no es una simple leyenda como muchos creen. Y la sirena madre o reina o como se haga llamar me eligió a mí para alimentarse.
Salvador Alba
«Una noche en el acuario»
Estábamos en el acuario, de noche. Era todo un espectáculo, los peces adquirían todo su color al pasar por los haces de luz directa que iluminaban la estancia. Era una maravilla contemplar la vida submarina bajo las inmensas cristaleras que impedían que se inundaran los pasillos que transitábamos. En un espacio inmenso, me pareció ver a una mujer, nadando. Pero deseché esa idea, esos seres pertenecen a la mitología, no podía ser real. Pasó un delfín junto a mí, parecía reírse de mí, y tras él apareció ella, sonriéndome. No era un ser mitológico, pero su esbelta figura y su melena rubia eran de fantasía. Cuando me miró, sentí una especie de conexión extrasensorial que me llenó el alma de lucecitas de colores y flores de color amarillo.
Tras varios segundos de ensimismamiento, contemplando al amor de mi vida, una sirena comenzó a sonar y tuvimos que huir de allí a todo trapo porque nos habían descubierto. ¡Si es que no se puede ir a robar sin un mínimo plan de escape, solo a mí se me ocurre hacerle caso al Chinchilla! Bueno, al final logramos escapar, y dentro de poco volveremos a entrar, pero esta vez con la ayuda de mi amorcito, la busqué a la salida y resultó que el sentimiento espiritual fue mutuo.
Neus Sintes
Me encontraba buceando en el atardecer. Siempre tuve pasión por el buceo, no había nada mas gratificante que sumergirte bajo las profundas aguas del mar. Me aconsejaron de que no me alejara mucho, aunque sin hacer mucho caso, ni darle importancia llegué más lejos de lo previsto.
Mis ojos contemplaban la belleza del mar, no quería perder detalle alguno. Hasta que mi visto alcanzó a ver, no muy lejos de donde me encontraba, una especie de cueva donde podía pasar perfectamente. La curiosidad hizo adentrarme en ella. Cuando hube nadado hasta donde se podía llegar, unas escaleras detrás de la roca, me hicieron adentrarme hacía abajo, llegando a una explanada, escondida a la vista de cualquiera.
Quedé embelesada por el lugar, parecía estar encantado por una magia que desconocía totalmente y de la que no tendría lugar hasta pocas horas más tarde. Observé a la luna, que empezaba a salir. Era una luna llena hermosa, de un amarillo intenso, que me dejó hipnotizada. Cuando me percaté de que el lago en el que estaba, de él empezaban las aguas a apoderarse de mi. Un remolino emergió de golpe, sin que yo pudiera hacer nada, mis ojos solo podían mirar la luna, intensa que hipnotizada me tenia.
Cuando todo volvió a la normalidad, mis piernas habían desaparecido, dando lugar a una cola color turquesa. Me había convertido en sirena por obra de la magia que en esa cueva habitaba. De día era una chica normal que guardaba para sí un gran secreto. De noche me sumergía en las aguas profundas y me iba a mi segundo hogar, convertida en sirena.
María Elena Rangel
La fuerza de la naturaleza
La sirena de alerta de tornado sonaba sin cesar. Tomé mi pequeño perro en brazos, mi gato hacía rato que había salido a refugiarse quién sabe dónde. Caminé en contra del inclemente e incesante viento que arreciaba cada vez más; a duras penas pude ver el portillo amarillo que daba acceso al refugio subterráneo.
Como pude, haciendo un esfuerzo sobrehumano, ya que la ventisca se hacía más fuerte a cada segundo, alcancé el lugar; con fuerza abrí la compuerta y accedí a la seguridad de la guarida. Con mucho trabajo logré cerrar de nuevo la puerta.
Durante media hora todo fue caos, la puerta sonaba como si estuviese a punto de salir volando, objetos que caían, toda clase de sonidos aterradores se escuchaban desde la seguridad de mi cobijo. Cuando llegó la calma, con mucho sigilo salí al exterior. La devastación que mis ojos observaron fue sobrecogedora: Objetos pesados desperdigados por mi patio, animales muertos, árboles desprendidos de cuajo, y mi casa había sido arrancada casi en su totalidad de sus cimientos. ¡Ya no tenía nada! O sí, me quedaba lo más valioso ¡Mi vida!
Freya Asgard
La sirena de una ambulancia, bomberos o policía sonó en la calle, nunca he podido distinguir unas de otras, se detuvo fuera de nuestra casa. Eran los bomberos. Golpearon a la puerta.
―Buenas tardes ―me saludó un guapo bombero―. Recibimos una llamada de amago de fuego en este domicilio.
―Ah, sí, fue una pequeña llama, ya está apagada.
―¿Segura? ¿Está sola?
¿Estaba sola? No lo sabía. Es decir, mi fantasma estaba conmigo, pero no sabía si se mostraría.
―Buenas tardes. ―Mi fantasma salió de la cocina y fue a la puerta.
―Buenas tardes, le decía a su esposa que habíamos recibido una llamada por alarma de incendio.
―Ah, sí, pero ya lo controlamos, una vela se volcó y encendió una de las cortinas del ático, pero ya lo apagué.
―¿Todo bien, entonces? ―Quiso asegurarse.
―Sí, sí, todo bien.
―¿Podemos mirar de todas maneras?
―Claro, pasen por acá.
Subimos los cuatro, mi fantasma, dos bomberos y yo. Revisaron todo, se aseguraron de que no había llamitas ni fuego escondido y se fueron.
―Perdón ―le dije a mi fantasma cuando se fueron.
―Está bien, no sabías.
―Estoy enojada ―le confesé.
―Lo sé, ¿qué te pasa?
―Es que no entiendo, encontré esto. ―Le enseñé una foto muy antigua con el típico color amarillo desgastado―. Estos no somos nosotros.
―Ella fue mi esposa.
―¿Estuviste casado?
―Obvio, ¿qué pensabas?
―Que tú y yo venimos de vidas anteriores, que hemos estado juntos en otras vidas.
Me miró fijamente.
―Entonces no hay una historia entre nosotros ―indiqué.
―No.
―Eso es mentira. Tú me dijiste que me lo dirías todo.
―Te lo estoy diciendo.
―Mentira.
Bajé corriendo las escaleras y ahí me esperaba él.
―¿Qué vas a hacer?
―Me voy.
―No puedes irte.
―¿Ah no? ¿Y quién me va a detener?
Tomé mi cartera del perchero y mi abrigo. Abrí la puerta, pero no pude salir. Un muro invisible me lo impedía.
―¿Qué pasa?
―Ya te lo dije, no puedes irte… Ya no.
Katty Montenegro
Hija gatuna
Iba caminando de vuelta a mi casa, después del trabajo, cuando un hermoso gatito amarillo se me cruzó. De inmediato me agaché y dejé que me oliera, pero él apenas se tomó un segundo para reconocerme y empezó a hacerse cariño con mi mano. Se veía pequeño y frágil, como si nadie hubiera cuidado de él nunca. Sin pensarlo lo tomé en mis brazos y me lo llevé. No me importaba si estaba robándolo o no, a partir de ese momento era mío y punto. Al llegar a casa, le di leche y salí a comprar un poco de comida. Se la comió toda como si no hubiera comido en siglos.
Pasado un rato, vi su sexo, era una niña. Siempre había querido una gatita pero jamás encontraba el momento perfecto para adoptar. Y bueno, ese día necesitaba compañía. Llegó en el momento justo.
La llamé Sirena. Sirena me ha acompañado los últimos cuatro años. Le costó mucho adaptarse a la idea de que ya no sería solo de ella, pero terminó amando a mi esposo. Sin embargo, y para mi sorpresa, nunca chistó por mi embarazo.
Hoy traje a mis gemelos a casa y como si de sus hermanos se tratara, los acarició con las almohaditas de su pata e intentó lavarlos, tuve que explicarle que eso no estaba bien y que había que cuidarlos. Y parece que entendió, pues lleva casi tres horas durmiendo al lado de la cuna.
Como ven relatos muy variados a pesar de tener las mismas palabras.
Alguno les ha gustado más???
Y pues ya saben, en unas semanas vendrá otra recopilación, ya sea quincenal o semanal.
Gracias por leernos y besitos!!!
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