lunes, 24 de octubre de 2022

(Recopilación) Yo Escribo 52 Historias - Semanas 39 y 40

 
Yo Escribo 52 Historias 2022



Semana 39 - Desván/Verdad
Semana 40 - Blanco/Alcanzar




Varios Autores


María Elena Rangel



Hello!!!


Y aquí estamos con una nueva recopilación quincenal, con las semanas 39 y 40, donde las palabras que se utilizaron fueron Desván/Verdad y Blanco/Alcanzar.

Los relatos de Freya son en continuación desde hace unas semanas para que no se pierdan y todos los demás vamos por la libre y son historias independientes.

También les recuerdo que el orden que tienen aquí es el orden con el que su publicaron en Facebook que es la red social que usamos.

Que los disfruten!!!














Salvador Alba

Enfrentamiento en la habitación

Era un día triste y doloroso para Nadia. En la habitación, pensaba sobre lo sucedido, hasta que una voz se dirigió a ella.
—¿Verdad que ha sido fácil descuartizar a toda tu familia y esconderla en el desván? Pues más fácil será el acabar con aquellos que les metieron en la cabeza a tus padres que eras un peligro para la sociedad y para ti misma.
—No quiero hacerlo, ¡otra vez no!
—Sí, quiero que lo hagas y que lo hagas ya. ¡Ya!
—¡No voy a volver a hacerte caso, hija de puta! ¡Escucharte ha sido el mayor error de mi vida!
Encerrada en la mullida habitación y ataviada con una camisa de fuerza, Nadia se enfrentaba a sí misma por primera vez en su vida, ante la atenta mirada de los psiquiatras de la institución, que la vigilaban a través de cámaras.









Neus Sintes


Últimamente veía bajar al desván a mi madre con bastante frecuencia. Nunca llegué a prestar atención. Todos tenemos nuestros secretos y nuestra por decirlo de alguna manera «cosas privadas», de nuestra vida. Mi madre, no era la única. Recuerdo que hubo una temporada mi tía Aurelia se vino a vivir con nosotros. Se había divorciado del que fue su marido y mi madre le dejo el desván como única habitación en la que acomodaron y la convirtieron en un pequeño dormitorio acogedor. Mi tía no sabía como darle las gracias. Se sentía dichosa de la hermana que tenía.
Dos meses mas tarde la vi coger sus pocas pertenencias y se fue sin decir nada a nadie. Mi tía no supo nunca que yo sí la vi irse. El motivo por el que se marchó nunca lo supe. Ahora la incertidumbre y el ver bajar a mi madre, me entraron sospechas de saber la verdad.
Al acercarse la noche, bajé de puntillas y cuando lo hice vi la habitación impoluta, como si de allí nadie se hubiera marchado. Como si ella aún, viviera allí…Mientras ojeaba la estancia, me percaté de unos de los cajones que estaba abierto. En el fondo de su contenido una hoja asomaba, parecida a la de una carta. Mis manos no pudieron resistirse a saber la verdad de secretos que no le fueron revelados.
Querida hermana,
Gracias por apoyarme y darme cobijo en tu hogar. Han sido unos meses que no podré olvidar ni borrar de mi memoria. Si me he ido de esta manera, sin avisar es por mi bien y el de tu hija; mi sobrina a la querré y añoraré muchísimo.
Hermana descubrí quien me engañó todos esos años, cuando mi ceguera me lo impedía. El reconocer la verdad a veces duele más que un puñal. Ese puñal supe durante mi estancia aquí, que con quien mi marido me fue infiel, fue contigo. Por eso me voy. No puedo permanecer bajo tu mismo techo.
Aurelia.









María Elena Rangel

Loba con Piel de Oveja

¡Debía saber la verdad! Los últimos acontecimientos me hacían sospechar. La actitud, algo dispersa y un tanto agresiva de mi esposa de un tiempo acá, no era normal. Tal vez siempre fue así y el ciego fui yo.
Ciertos sucesos no tenían explicación lógica, todos mis amigos, y hasta familiares fueron desapareciendo de mi vida sin motivo aparente. Cuando los llamaba solo me decían que estaban muy ocupados con sus trabajos y sus propios asuntos; y yo, no queriendo ahondar en sus excusas, les creí. ¡Tonto de mí!
Pero la gota que derramó el vaso fue la extraña desaparición de Linnet, una vieja conocida mía; bueno, a decir verdad, era una antigua novia del instituto con la que quedé en buenos términos después de terminar. Ella había regresado al pueblo y quiso pasar a saludar; también quería conocer a la mujer que por fin, según ella, me había atrapado.
Toda la velada se desarrolló con total normalidad, o eso pensé yo. Mi esposa se mostró encantadora en todo momento. Al llegar la hora en que Linnet debía marcharse la acompañé hasta su vehículo. Al regresar a la casa, mi esposa me dijo que dormiría en la habitación de huéspedes porque tenía mucha jaqueca, eso era algo que no me extrañó ya que a veces lo hacía, según ella necesitaba mucho silencio, un analgésico, y un espacio muy oscuro para que se le pasara. Como yo la amaba la complacía, no quería que sufriera.
Fue un impacto para mí al enterarme al día siguiente que habían encontrado el coche de Linnet a unos cuantos kilómetros de mi casa, pero no así a ella. Pasaron cuarenta y ocho horas, y ni rastros de mi amiga. Aún en shock llegué a mi hogar, mi esposa actuaba como si nada sucediera. Fue entonces cuando comencé a atar cabos; la manera en que mis amigos y familiares se habían alejado, como se excusaban de manera un tanto nerviosa cuando les preguntaba, otras tantas amigas que desaparecieron sin despedirse siquiera. Y al fin se me prendió el bombillo: ¡Ella alejaba a todos de mí! Eso no era sano, ni normal. Recordé las horas que ella pasaba en el dichoso desván, el cual mantenía cerrado cuando no estaba allí.
Con la excusa de su jaqueca le preparé un té, se lo llevé muy atento. Ella me sonrió, se lo tomó hasta la última gota sin sospechar que puse un somnífero en él. Cuando roncaba como un cerdo, y eso era literal, tomé las llaves que siempre llevaba en un bolsillo, subí las escaleras hasta el desván. Una vez adentro, a simple vista no veía nada fuera de lo normal. Caminé un poco por el lugar, al final, resguardado de miradas indeseadas había uno de esos congeladores de carne, algo extraño, yo no me imaginaba que podría encontrarse allí. Me acerqué, vi que estaba asegurado con un candado; miré a mi alrededor buscando algo que me sirviera de palanca. Unos pasos más allá vi una barra de metal, la tomé e hice presión al candado hasta que cedió. Con cierto recelo levanté la tapa y casi vomito del horror que me causó la macabra escena que se encontraba dentro: los cuerpos sin vida de Linnet, y al menos dos más de las amigas que nunca se despidieron de mí, ya sabía por qué. Cuando me repuse un poco tomé mi teléfono y llamé a la policía. No podía creerlo, ¡me había casado con una psicópata!









Eelynn Cuellar

Noticia Inesperada

Después de que mi abuela falleciera, hace unos meses, regresar a su casa fue muy diferente, el aire que se respiraba era otro, era doloroso sentirla en cada rincón y no poder verla es doloroso. La casa todo este tiempo ha estado deshabitada y ahora que mis padres se están divorciando, pues resulta que mi madre quiere que nos vengamos a vivir aquí, por lo que antes de hacerlo, hay que limpiar un poco y guardar algunas cosas y de otras deshacernos de ellas. Yo estoy intentando que guardemos la mayoría de sus pertenencias, aún no estoy preparada para cortar este lazo ya que para mí sería como olvidarla a ella, quizá en unos meses sea otra la historia, así que logré convencerla que guardáramos en el desván muchas de sus cosas.

Y pues mientras estaba limpiando el lugar, encontré una caja de madera llena de cartas viejas y yo olvidando mi tarea, comencé a leerlas, algo que no debía hacer pero la curiosidad me ganó y ahí me enteré y de una verdad que no me esperaba. Mientras iba leyendo cada una, ruidos extraños escuchaba, cosas se movían y juro que sentí que alguien me observaba desde las sombras, esto me ponía muy nerviosa, sin embargo la curiosidad que sentía era mayor y no detuve mis lecturas.

Esas cartas eran entre mi madre y mi abuela, resulta que en la época que nací, mi madre vivía en otro país y un día que mi padre estaba fuera algunos días por trabajo sucedió una tragedia, yo fallecí.

En realidad no fui yo, fue su hija y ella temerosa a lo que pudiera ocurrir cuando su marido regresará a casa, enterró su cuerpo en el jardín y salió a la calle toda desesperada buscando una sustituta, así que sin ningún remordimiento me arrebató de los brazos de mi madre y me hizo pasar como suya, todo esto fue con el consejo de la que creía que era mi abuela, los dos al ver que funcionó su plan, al poco tiempo regresaron al país con el pretexto de su salud.

No podía creer lo que estaba leyendo, ellas me robaron, me alejaron de mi país y de mis padres... Yo no era su hija, yo... Quería gritar, lloraba de enojo, quería bajar a reclamarle, pero algo me hizo detenerme, quedaba una sola carta y decidí leerla antes de actuar.

Conforme la fui leyendo, mis pulsaciones iban en aumento.

Mi madre resulta que antes de tenerme quería ser escritora y su primer proyecto era a base de cartas, en realidad, nunca hemos vivido en otro país, no hubo cuerpo enterrado en el jardín, nunca robaron una bebé... Todo lo que leí fue solo un borrador, que mi abuela guardó cuando mi mamá los tiró a la basura, ya que su familia, o sea yo, era primero que su sueño.

Ah y se me estaba olvidando, esos ruidos y miradas que sentía, es que por una ventana rota, un mapache y su familia habían hecho su hogar en el desván en la casa de mi abuela, y estos animalitos eran los que me observaban y hacían ruido.









Katty Montenegro

Secuestrada

―La joven de dieciocho años sigue desaparecida ―informó la periodista en las noticias de la noche―. Tras dos semanas sin resultados, la policía local se plantea dejar un poco la búsqueda que se lleva a cabo en los alrededores del domicilio y centrarse en la única sospechosa del caso. Recordemos que hace unos días, la señorita Katherine Martinez, hermana de la victima, fue detenida, ella se encontraba a las afueras de la ciudad, al parecer escapando, lo que podría darnos alguna señal de lo que ocurre. Si padre dice no entender el motivo, pero asegura que no se llevaban muy bien. Las autoridades no quieren referirse a su situación por ahora, pero cualquier cosa que sepamos, se la haremos saber.
―Muchas Gracias, Macarena, esperemos que lleguen pronto a la verdad. Seguiremos en contacto.
La periodista sonrió y cortaron la transmisión. Bebió un poco de agua y se dispuso a guardar las cosas en la camioneta junto a su equipo. Ya todos se estaban yendo del lugar. Los periodistas habían terminado su trabajo, los de busqueda se iban por la falta de luz, los ojos curiosos ya no tenían nada que ver y el padre de la joven volvía adentro, al calor del hogar. 
Una complicación con la cámara retrasó la partida y se quedaron casi completamente solos. En el silencio que el lugar proporcionaba, se comenzaron a escuchar sollozos y gemidos de dolor que parecían provenir del interior de la casa de la familia. Todos guardaron silencio. El policía que seguía allí llamó a refuerzos de inmediato, al mismo tiempo que se escucharon golpes extraños.
Horas más tarde, la joven fue encontrada en el desván. Presentaba múltiples heridas y estaba en shock, pues justo antes de que la policía lograra entrar a la casa, ella clavó un puñal en el pecho de su padre y secuestrador. Katherine no huía por culpa, huía de su padre, pues pensó que él que había matado a su hermana. Pero ya no podría hacerles más daño.









Freya Asgard

Quedamos en que llegó la fantasma de la foto a hablar con nuestra protagonista.
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Me llevó al desván.
―Si no te pones estúpida, aquí conocerás la verdad.
¿Estúpida? ¿¡Estúpida yo?!
―No tú, tu actitud ―contestó a mis pensamientos.
―Así es que sabes lo que pienso ―espeté.
―No, tu cara lo dice todo, es como si tuvieras subtítulos.
―¿Y qué sabes tú de subtítulos si no debes ni conocer la televisión?
Me miró como si yo fuera una idiota.
―¿Quieres saber la verdad o no?
―Sí.
―Bien. Aquí está todo, solo debes saber buscar.
―¿Y dónde…?
Desapareció, me dejó hablando sola y sin entender lo que me había dicho.
Busqué en un baúl, el que estaba más cerca; solo tenía ropa muy vieja. Revisé otra caja que no había visto antes y esa sí estaba llena de fotos. Las fui sacando una a una hasta encontrar una donde estaba yo. ¡Yo! Era de la época victoriana o de la colonia, no sé, el asunto es que ahí estaba yo, vestida de sirvienta. ¿Era una empleada doméstica en casa de mi fantasma?
Encontré muchas fotos de la época. En casi todas las que salía él, estaba ella, la esposa.
Entonces me empecé a fijar en otros detalles, la casona de las fotos era mi casa. Busqué algunas fotos donde se podían distinguir ciertas zonas y las corroboré. Claro, yo sabía que él vivía allí, pero yo creí que él vivía solo, casado conmigo en otra vida o algo así, no que era la casa familiar.
En eso, vi una foto mía, era un recorte de periódico, yo apuñalada, muerta. El titular decía:
“Drama familiar: Alicia Larraguibel se convierte en asesina".
Leí un poco más.
“La joven Alicia Larraguibel asesinó a su mucama luego de sorprenderla en un amorío con su hermano mayor y tras culparla de deshonrar a la familia. El hombre no ha querido dar declaraciones”.
La tontona me asesinó en mi otra vida por estar con su hermano. ¿Y su mujer, su esposa? ¿Acaso yo no era más que la amante como se solía usar en esa época donde el patrón tenía derecho de pernada sobre sus empleadas? No podía creer que mi fantasma fuera así, que se hubiera aprovechado de mí, pero las pruebas decían lo contrario.
Mi fantasma solo jugó conmigo. Por eso se fue justo antes de que yo descubriera la verdad. Y mejor que ni volviera.
















Neus Sintes

El paso por la vida

En la fría cama del hospital se encontraba Fátima. Era una mujer entrada en años. A sus 85 años su salud había empezado a darle quebraderos de cabeza. Había dejado a un lado su juventud para adentrarse en el mundo en el que los ancianos empiezan a sufrir por sus debilidades. Sus fuerzas se debilitaban por momentos.
En ocasiones despertaba, habiendo tenido sueños de recuerdos de cuando era joven y fuerte, bella y vigorosa, hasta que los años transcurrieron y regresaba su mente a la vida real, haciendo recordar que su camino en esta vida estaba por finalizar.
Al final de mucho sufrimiento, sus ojos llegaron a alcanzar la luz de color blanco que le instaba a seguirla., para llevarla a un mundo mejor. Una voz, suave y cariñosa le ofreció su mano. Era la de su difunto marido. Fátima, esa noche dejó su cuerpo en la fría cama del hospital, mientras su alma viajaba hacia la luz, junto a su marido. Recuerdos pasaron por su mente, como cuando ella era un aniña y todo parecía tan fácil. 
La llegada de la juventud, el nacimiento de sus hijos, que ahora eran ellos los que se habían convertido en padres. Entrelazó la mano junto con la de su difunto esposa y juntos traspasaron la luz que les llevaba a una nueva vida.









Salvador Alba

La elección

Desperté desnudo, en medio de un vacío extraño y sin dolor alguno. No sentía nada en absoluto, solo ingravidez y una paz interior que desconocía. Lo único que veía era el color blanco a mi alrededor, mientras daba suaves vueltas en todas direcciones.
No recordaba nada, pero, entonces, apareció un suelo también blanco que marcaba el horizonte. En él se hallaba un esqueleto impoluto, sentado en su trono de madera quemada, con el cráneo ensangrentado. La ingravidez se esfumó y me di de bruces contra el suelo, me dolió, pero me gustó, me sentí vivo.
Comencé a acercarme a ese monstruo. Como por arte de magia apareció la mejor ropa de capitán que nunca pude soñar sobre mi cuerpo, vistiéndome; eso me ayudó a armarme de valor y decisión, y aceleré el ritmo. De pronto, un gran resplandor guio mi vista hacia atrás y me detuve en seco, era otro horizonte y mi mujer mecía a nuestro recién nacido, ambos fallecidos en el parto. Entonces volví la vista al esqueleto y continué en su dirección.
A los pocos pasos noté peso en el cinturón, miré y una gran espada colgaba en su vaina. En el puño distinguí una figura que me resultaba familiar, a su vez no la había visto en mi vida, era un craken negro. Empuñé la espada y necesité ambas manos para desenfundarla, en su hoja, había grabada unas minúsculas inscripciones, me detuve a leerlas y eran los nombres de mis hombres. Volví a mirar a mi familia, pero corrí en pos de venganza.
El cráneo rojo estaba cada vez más cerca y nuestro alrededor se volvió el almacén de carga del barco que nos traicionó. Sin detenerme, aparecieron mis hombres completamente locos, matándose entre ellos y atentando contra sí mismos, entonces el cráneo abrió la boca y gritó, cegándome con su luz, pero continué corriendo a ciegas, y noté calor; lo poco que pude ver fue que todo ardía y comenzó un dolor insoportable hasta que le lancé una brutal estocada al cráneo rojo y su luz se apagó. Pero quedaba el fuego para iluminar, y los gritos aterradores de mis hombres para nublar mis sentidos.
El golpe no logró alcanzar al esqueleto; estaba de pie, el trono había desaparecido y me atacó con un tridente que sacó de entre los montones de cachivaches que ardían, a su derecha. Pude detener el golpe, quedamos enfrentados y lo empujé con una patada para iniciar un ataque feroz.
Su tridente flameante chocaba con mi espada de forma brutal y repetida, incluso me dolían los brazos. En una pequeña tregua, tuve que dejar reposar la punta en el suelo y tomar aire. Y fue al retomar la lucha cuando el esqueleto me desarmó, me agarró por el cuello y me atravesó el estómago con su arma. Mientras rabiaba de dolor con las entrañas ardiendo me dijo unas palabras con una voz gutural que nunca olvidaré.
—Me has elegido a mí en lugar de a tu familia. Has tomado tu elección. A partir de ahora, vivirás para siempre.
Y desperté de nuevo. Lo que aún lamento de la elección que tomé sin saberlo es el no haberle dicho al demonio que sí, que viviré para siempre, pero que no descansaré hasta acabar con él.









Eelynn Cuellar

Cumpliendo Metas

En esta vida, todos tenemos un objetivo que deseamos alcanzar con todo el corazón. Para algunos es terminar una carrera y conseguir un buen empleo; para otros tener un negocio propio; otros más ser grandes escritores; y algunos más encontrar el amor, formar una familia y por supuesto casarse de blanco.

He sido afortunado y con ayuda de mis padres terminé mi carrera profesional, conseguí casi de inmediato un buen trabajo y al poco tiempo me pude independizar y abrí mi propio bufete. Por trabajo y dinero no tenía que preocuparme y cuando no tenía muchos casos, los fines de semana podía darme el lujo de escribir un poco, aún me falta mucho por mejorar, aunque muchos de mis lectores me han dicho que lo hago genial cuando comparto en mi blog mis escritos, así que no creo hacerlo tan mal. En el único punto donde no me iba tan bien, era en el amor, mis padres quizá un poco decepcionados o  que se yo, pues ahí los tienen invitando a casa a todas sus amistades que tuvieran hijas solteras.

No pasó mucho tiempo para que ellos escogieran a la candidata perfecta y a mi no me quedó de otra que aceptar su decisión y comenzar a cortejarla. Fueron suficientes solo seis meses para que decidieramos dar el siguiente paso y casarnos. Ya que nuestra relación nunca fue muy típica, aparte que no creíamos en supersticiones, ambos fuimos a escoger su vestido... Bueno, entre los dos haríamos una preselección de cinco y ella me sorprendería el día de la boda con el elegido.

Todo era perfecto, estaba a punto de conseguir lo que me faltaba, sin embargo había un detalle que oscurecía está felicidad, en mi cabeza, yo debería usar ese vestido blanco y mi novio, aquel al que nunca presenté a mi familia y hace algunos meses terminó conmigo, él es quién debería esperarme al final del pasillo.









María Elena Rangel

Revancha Mortal

Estaba exhausto de tanto correr, mis pulmones ardían por el esfuerzo; paré un segundo para descansar mis músculos que parecían que iban a romperse en cualquier momento. Sentí su presencia cercana, mi descanso había terminado, si no me ponía de nuevo en movimiento me podría alcanzar, y eso sería mi muerte. Me tenía en la mira, yo era el blanco que tenía entre ceja y ceja.
Respiré profundo y eché a correr de nuevo. En que estaba pensando cuando molesté a ese engendro demoníaco del averno. ¡No era para tanto! Yo solo escondí su hueso, pero el perro de mi vecino era vengativo y no pararía hasta darme alcance para cobrar su revancha.









Katty Montenegro

La luz de la oscuridad

Abrí los ojos con dificultad e intenté moverme. No podía recordar nada, ni siquiera mi nombre. La habitación se me empezó a hacer larga, como si no tuviera fin. Estaba llena de colores y dibujos que no lograba comprender. Intenté ponerme de pie, pero algo me frenó y caí al suelo. Era blando, como una alfombra de felpa. De pronto el color se fue y todo se volvió blanco, un blanco impoluto.
Miré en todas direcciones asustado. La habitación era acolchada hasta en el techo. Todo blanco, sin puertas ni ventanas. Me habían encerrado en una caja. 
Una luz cegadora vino de enfrente y la traté de alcanzar sin resultados.
Desesperado golpeé mi cabeza contra la pared repetidas veces. Lo había recordado todo. Estaba en el manicomio. Ese había sido mi hogar los últimos años.









Freya Asgard

Y seguimos, la protagonista descubrió que había sido la sirvienta del fantasma, que era casado y que solo había querido jugar con ella. 
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Estaba furiosa. Yo había sido la amante de mi fantasma. Y a lo mejor ni siquiera eso, había sido una simple sirvienta con la que él de seguro se desahogaba. ¡¡Aaaahhh!!! ¿cómo pude ser tan tonta? Por eso no me quería decir lo que había pasado entre nosotros en mi otra vida.
Me iba a ir a mi habitación a llorar, pero antes de llegar, llamaron a la puerta. No quería atender y no lo iba a hacer, pero no paraban de llamar, así es que bajé la mitad de la escalera que había alcanzado a subir y fui a abrir.
La sorpresa de ver quién estaba allí afuera fue mayúscula.
―¿Abuelo?
―¿Puedo pasar?
―Claro, pasa, pasa.
Me hice a un lado para que entrara.
―¿Qué haces aquí?
―Pareciera que no te alegra verme.
―Claro que me alegra, pero tú… tú…
―¿Qué? ¿Estoy muerto? Dilo, no tengas miedo de decir la verdad.
―¿Y cómo es que estás aquí?
―Fui enviado a ayudarte.
―¡A Ayudarme?
―Creo que necesitas mucha ayuda.
―Ayuda para qué. No tengo ningún problema.
―Claro, eso díselo a tu rostro que se puso blanco como un papel cuando mencioné que venía a ayudarte.
―Estás alucinando, tata, el viaje del más allá al más acá te dejó ciego.
―Y tú andas de acá a allá y ni cuenta te has dado.
―¿Cómo es eso? Yo no me he movido de mi más acá.
Mi abuelo sonrió como cuando yo era una niña.
―Ha sido todo tan rápido que no has alcanzado…
―¿Alcanzado? ¿Alcanzar qué? –pregunté desesperada al ver que se hacía blanco transparente.
―Busca la verdad en tu interior, hija, antes de que sea demasiado tarde…
Esas fueron sus últimas palabras antes de desaparecer.










Estos fueron los 12 relatos que se publicaron estas dos semanas.

Alguno es su favorito??? 

Alguna sorpresa???

Y pues ya saben, pronto una nueva recopilación que supongo será la mensual antes de que se venga otra quincenal.

Gracias por leernos y besitos!!!






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