viernes, 4 de febrero de 2022

(Relato) Pedida De Mano - Yo Escribo 52 Historias / Semana 5

Yo Escribo 52 Historias

Semana 5

Arma / Lasaña


Eelynn Cuellar


Pedida De Mano

Solo a mi se me ocurrió decir que yo llevaba la cena... A mí que se me quema el agua. Pero está será mi arma letal para conseguir que caigan rendidos a mis pies y acepten sin chistar mi compromiso con única hija.

Son la familia con más poder adquisitivo del pueblo, son dueños del rancho y cabezas de ganado que emplea a la mayoría, a los que no se han ido al otro lado. Ellos acostumbran a ver siempre hacia abajo, aunque Silvana, es muy diferente a sus padres, a ella no le importó que fuera alguien inferior. Soy dueño del único cibercafé de este y poblados cercanos, para muchos, tener cinco computadoras es una fortuna, podría serlo, pero solo les cobro lo justo para librar las facturas del negocio y de la casa.

Y no, no es lo que piensan, no me quiero casar por interés, es por amor. Así que para quedar bien, me ofrecí a llevar un manjar a su mesa, algo que yo creo ni ellos acostumbran comer. Busqué mil tutoriales en YouTube.

Lasaña fue la elegida. El único problema que veía era conseguir la pasta, así que también tendría que prepararla, quizá esto sería lo más complicado de la preparación. Por lo menos se veía bonito el resultado final. Claro, después de cinco bandejas que tuve que desechar por diversas razones, y ya que estaba como chef, decidí hacer un poco de pan de ajo —que se quemó una poco— y una ensalada sencilla, me hubiera gustado llevar un buen vino, pero lo más que conseguí en este lugar fue una botella de sidra.

Con mucho orgullo presente mis preparaciones. En silencio se sentaron en la mesa e indiqué a sus empleadas como servir la cena. No decían nada y comieron hasta limpiar los platos, mi pecho se hinchó de orgullo cuando mi futuro suegro pidió repetir.

Mientras estábamos en el salón, tomando café y galletas, me aclaré la garganta y me puse de pie. Era el momento.

Mi suegra fue la primera en interrumpir, después mi cuñado, mi suegro y finalmente Silvana. Todos se movieron en cámara rápida para ver quién llegaba primero a los servicios.

El canto que llegó a mis oídos, me indicaron que algo hice mal y definitivamente no me darían su mano.



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